El lunes 13 de mayo, en la reunión de la Comisión de Planeamiento Urbano, su presidente -el diputado radical Rubén Campos- planteó que el PUA, que ya fue aprobado por un despacho elaborado por cuatro comisiones, "no contó con la firma de todos los diputados", entre otros cuestionamientos.
Campos planteó también "empezar a reconstruir un camino horizontal y transversal" y la conformación de un espacio "que a partir de ahora se abre". Finalmente, se mostró partidario de "elaborar un plan, para que después lo pongamos a tratar en este Consejo (?)". Poco después de reasumir la presidencia de la Comisión -la presidió en el año 2000, en tanto que el frepasista Marcelo Vensentini lo hizo el año pasado-, a fines del mes de marzo, ya el diputado Campos había planteado el archivo del expediente que contiene el PUA. Esto no fue posible porque obra en poder de la Secretaría Parlamentaria, de donde no es posible retirarlo hasta que el despacho aprobatorio sea votado por la Legislatura.
De todos modos, la posición del legislador fue compartida por los diputados Enrique Rodríguez(FORJA 2001), Marta Oyhanarte (Bases y Puntos de Partida), Miguel Doy (FORJA 2001), María Laura Leguizamón (PJ) y Fernando Finvarb (ARI) y por los representantes de algunas ONG’s.
El mecanismo que se debe aplicar para la aprobación del Plan Urbano Ambiental contempla, en primer lugar, su aprobación en el recinto legislativo, luego debe ser tratado en una Audiencia Pública para regresar a la Legislatura y ser aprobada definitivamente allí, con todas las modificaciones que se le hayan incorporado en el camino.
Una interna caliente
La génesis de la reunión del 13 de mayo tiene varias vertientes. En primer lugar, dicen los que pisan los pasillos del planeamiento urbano, montado en las denuncias de algunas ONG’s, Campos quiere quedarse con el rédito político de haber contruído los consensos en torno al PUA, en detrimento de los posibles méritos de su predecesor en la presidencia de la Comisión.
Quienes hacen esta afirmación se preguntan porqué, sino, tanta voluntad cuestionadora en esta etapa del tratamiento del PUA, si lo mismo puede ser modificado en la Audiencia Pública por las mismas ONG’s que ahora lo acompañan en el cuestionamiento.
En segundo lugar, plantean los mismos observadores, el propio Campos firmó el despacho aprobatorio que obra en el expediente. ¿Cuál es, entonces, el objetivo de esta ofensiva?, se preguntan.
El tercero y último punto es que el propio PUA contiene en su seno los mecanismos para ser modificado todas las veces que sea necesario. Incluso ahora -vuelven a plantear las voces críticas- que el antiguo secretario de Planeamiento Urbano, Enrique García Espil, abandonó el cargo, las cosas serán diferentes. García Espil -un radical, lo mismo que Campos, aunque no su amigo- manejaba, dicen, la Secretaría de manera autocrática, y la nueva subsecretaria, Margarita Charrière, ya les anunció a todos los sectores que con ella las cosas no serán iguales. Así, se esperanzan los miembros de las ONG’s, ahora podrán ejercer la participación de una manera orgánica, sin tantas interferencias.
Los resultados de las jugadas que se encuentran en curso son impredecibles, pero lo más seguro es que el infierno seguirá ardiendo con llamaradas cada vez más feroces, amenazando con arrasar al PUA y quitarle a los ciudadanos porteños la herramienta que necesitan para que su ciudad sea para todos y no para los negocios de unos pocos.