Cafiero, Rodil y Alesandro convocaron a la fundación de una nueva fuerza de centroizquierda

Cafiero, Rodil y Alesandro convocaron a la fundación de una nueva fuerza de centroizquierda

El viernes pasado, un grupo de antiguos militantes del Frente Grande se reunió en un hotel céntrico, convocados por Juan Pablo Cafiero, Darío Alesandro y Rodolfo Rodil. Discutieron un documento -que titularon "Ideas (fa...faltan) y candidatos (zo...zobran)"- y las bases de un nuevo partido político. Asistieron dirigentes de la Capital Federal y de las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos. Se propondrían formar una fuerza de centroizquierda para "cambiar la historia de una buena vez". Acudieron a la cita dirigentes de la Capital y de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos


Un grupo de dirigentes provinientes del Frente Grande -casi todos ellos cercanos en otro tiempo a "Chacho" Álvarez, de quien hoy están fuertemente distanciados- se reunieron el 14 de diciembre último en un hotel de la Ciudad de Buenos Aires, convocados por Juan Pablo Cafiero, Rodolfo Rodil y Darío Alesandro para oficializar su alejamiento de un partido del que Aníbal Ibarra preside sólo una especie de ente residual.

Entre los convocantes a la jornada de trabajo se encuentran, además de los nombrados, los dirigentes Javier Hermo, ex secretario de Organización del Frente Grande porteño, Santiago Díaz Ortiz, Adriana Puiggros, Arnaldo Bocco, Pablo Vinocur y Graciela Rosso.

Esta nueva diáspora se nutre en especial de dirigentes originarios de los distritos de la Capital, de la Provincia de Buenos Aires, de Santa Fe y de Entre Ríos. Todos ellos provienen del FREDEJUSO que lidera "Juampi" Cafiero; del antiguo MODEJUSO porteño; de Encuentro Popular -la agrupación bonaerense que lidera Rodolfo Rodil-, además de otros sectores cercanos al ex presidente y creador del Frente Grande, "Chacho" Álvarez.

Los dirigentes emitieron un documento, titulado "Ideas (fa…faltan) y candidatos (zo…zobran)", en el que manifiestan desde un principio que "lo que la Argentina necesita es proponer y acordar entre las mayorías populares un programa de gobierno y compromisos básicos que nos permitan comenzar a cambiar la historia de una buena vez".

Luego de caracterizar a la Argentina como "un país fracturado", y de definir la existencia de "un gobierno deslegitimado y débil, que sucede a otros gobiernos igualmente débiles", advierte que "sin reconstruir la capacidad de aglutinar a las fuerzas populares, regenerando las dañadas instituciones republicanas y un importante consenso social y político" no habrá salida política a la crisis.

A continuación, los antiguos seguidores de "Chacho" manifiestan que "reivindicamos la formación de una fuerza de centroizquierda capaz de nutrirse de los deseos de cambio y participar en la gestión de gobierno tanto como en la oposición, actuando siempre con responsabilidad y madurez".

En su definición, expresaron que "queremos un país institucionalmente más democrático y eficiente, económicamente más competitivo y dinámico y socialmente más inclusivo e igualitario, inserto en el mundo e integrado internamente".

Posiblemente, de esta reunión surja un nuevo partido político, desmintiendo las afirmaciones de algunos dirigentes que se quedaron en el Frente Grande, que hace alrededor de un año acusaban a Cafiero, a Rodil y a Alesandro de que estaban a punto de regresar al justicialismo, del que habían emigrado años atrás.

UNA LARGA HISTORIA DE DESGAJAMIENTOS

El Frente Grande sufrió, desde el mismo momento en que decidió la conformación de la Alianza, una larga serie de escisiones y deserciones, que lo fueron vaciando hasta convertirlo en lo que es ahora: un partido de funcionarios, que durará mientras exista el cobijo que le brinda a sus dirigentes la estructura gubernamental.

Más allá de algunas deserciones individuales, el primer golpe fuerte que sufrió el Frente ocurrió el seis de octubre de 2000, cuando sorpresivamente "Chacho" Álvarez renunció a la vicepresidencia de la Nación, sumiendo a la fuerza que hasta ese momento presidía en la confusión, ya que posteriormente extendió su alejamiento al propio Frente Grande.

Poco más de un año después, el 15 de diciembre de 2001, el Frente Grande intentó salir de la parálisis en la que había quedado sumido organizando un congreso nacional, en el que Aníbal Ibarra buscó suceder a "Chacho" en la presidencia nacional del Frente. El congreso -que se realizó en el Hotel Bauen- fracasó ante el boicot que le infligieron una gran cantidad de delegados del interior del país y la deserción posterior de un grupo de diputados -que quedó oficializada el 27 de abril de 2002, en una solicitada en la que anunciaron su incorporación al ARI- que en otro tiempo habían sido reconocidos como integrantes de lo que se conocía como "el chachismo".

El 19 de marzo de 2002, en una muestra de torpeza política, Ibarra expulsó del gobierno a Eduardo Jozami -por ese entonces subsecretario de Vivienda-, que poco tiempo antes también había anunciado su incorporación al ARI. En diciembre de 2002, Jozami es el que tiene más posibilidades de ser candidato a jefe de Gobierno por la fuerza política que lidera "Lilita" Carrió, que seguramente disminuirá las chances electorales de Ibarra, ya que irá a la búsqueda de votantes por el mismo andarivel que el actual jefe de Gobierno.

El 28 de abril continuó -en el Hotel Savoy- el congreso que el 15 de diciembre había pasado a cuarto intermedio, en el que los dirigentes del Frente debían elegir su conducción nacional, ya que en el congreso del Bauen los delegados presentes sólo habían designado a Ibarra como presidente del partido, dejando para más adelante la elección del resto de la conducción.

El congreso logró su objetivo de designar a la conducción, pero a la vez sumó nuevas deserciones, como la de la senadora bonaerense Diana Conti, que ese día decidió presentar una impugnación, acusando a las autoridades de haber decretado un quorum inexistente.

Por si estos males fueran insuficientes, del bloque original de la Alianza que respondía al jefe de Gobierno porteño en la Legislatura, que sumaba 25 integrantes, sólo cuatro de ellos siguen perteneciendo al oficialismo.

Esta incapacidad para mantener la ligazón entre sus dirigentes, de la que siempre hizo gala el Frente Grande, es una vieja herencia de los grupos de la izquierda vernácula, que nunca pudieron superar la política de sectas.

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