Este jueves a las 19:45, los diputados porteños aprobaron una ley que beneficia a los cartoneros, por la cual se crearían dos registros de inscripción. En el primero deberán figurar los propios cartoneros y en el segundo, sus potenciales clientes, preferentemente cooperativas y pequeñas y medianas empresas.
Además, resultaron derogados el artículo 6º de la Ordenanza 33.851 y el artículo 22º de la Ordenanza 39.874. Ambas normas fueron impuestas en tiempos de la dictadura militar. Por medio de la primera se prohibía la actividad de los cartoneros y en la segunda se establecían las sanciones a los infractores de la primera norma.
De todos modos, la ley se votó solamente en general, para dejar paso a las Madres de Plaza de Mayo, que acompañadas por Gabriela Alegre y Alicia Pierini, llegaron para presenciar la creación del Instituto Espacio para la Memoria.
Pero, como las "mamouschkas", esas muñecas dentro de las cuales siempre hay otra más pequeña, esta ley también contenía otra. En el artículo segundo de la norma, se votó "la emergencia en materia de higiene urbana en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hasta el 31 de mayo 2003".
Así, imprevistamente para muchos legisladores, por medio de este ítem el Gobierno porteño quedó habilitado para prorrogar -o eventualmente licitar si fuera más audaz-, los contratos con las empresas de residuos, que vencen el 31 de enero próximo. El Poder Ejecutivo necesitaba de esta ley, porque en los últimos días del año pasado prorrogó los
contratos por primera vez, por el término de un año y ya no puede volver a hacerlo. Hasta hoy mismo, el plazo de dos meses con el que contaba el secretario de Medio Ambiente y Planeamiento Urbano, Eduardo Epszteyn, para convocar a una nueva licitación no alcanzaba, pero este regalo del cielo le podía servir para vulnerar los plazos y los procedimientos a partir de la emergencia.
Quizás sea por esta razón que el secretario Epszteyn estuvo en el Salón Eva Perón de la Legislatura, esperando el resultado de la votación, apurando un cigarrillo tras otro.