Por ahora las elecciones nacionales eclipsan la falsa largada que hizo el jefe de Gobierno acerca del comicio comunal. La anulación de la interna de diciembre, que parece ser un hecho a partir de la lógica política de nuestro país, podría producir un adelantamiento del cronograma oportunamente anunciado por el presidente Eduardo Duhalde y los tiempos se van agotando para los candidatos y las alianzas. Los cierres que se produzcan en el plano nacional repercutirán de dos maneras en la Ciudad de Buenos Aires.
La primera tiene que ver con la referencia nacional que asuman los distintos postulantes a ocupar el sillón de Bolívar 1, so pena de quedar o como vecinalistas o como temerosos, en un momento de decisión clave para el destino de la nación Argentina. Es conocida la caja de resonancia que tiene esta ciudad autónoma a la hora de las grandes decisiones nacionales y esa definición lastima a algunos.
La segunda tiene que ver con el descarte de figuras que apuntaron en un primer momento a jugar en el tablero grande – el primero de ellos fue el presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri-, y por cuestiones de estrategia de poder o simplemente porque no pudieron, intentarán acceder al manejo de los 3600 millones de pesos que prevé la Capital en su próximo presupuesto, una rareza en el actual país.
Es conocido también la menor conflictividad social y de deuda que arrastra esta pequeña geografía rica de nuestra patria, ideal para foguearse en la administración del poder estatal sin pasar mayores contratiempos. La prueba de ello es como mantuvo Aníbal Ibarra con una gestión, al decir de las encuestas entre regular y mala, una razonable tranquilidad en el poder más allá de su virtud de maniobra en la descomposición nacional de la Alianza.
Hoy Macri marcha a la cabeza de las preferencias, seguido de cerca por Daniel Scioli y el propio Ibarra, hoy por hoy, los tres candidatos de los cuáles dos se verían las caras en el seguro ballotage del próximo año. Pero el escenario chico puede cambiar cuando se defina el escenario grande. Y, según fuentes a las que tuvo acceso Noticias Urbanas, estarían casi confirmadas las bajadas al distrito de Luis Zamora y Patricia Bullrich, dos "huesos duros de roer" por izquierda y derecha respectivamente.
El efecto Zamora produjo un tembladeral emocional en el Ejecutivo porteño, sabedores que "la ética política" será absorbida de a grandes tragos por el ex dirigente del MAS no dejando nada para un Ibarra, ya definitivamente incorporado a la clase política y desgastado por la gestión en su discurso de transparencia. Mientras tanto, desde el Ejecutivo siguen negociando con el socialismo de Norberto La Porta, cargos en el futuro gabinete a cambio del levantamiento de la candidatura de éste, algo definitivamente trágico para sus aspiraciones si se suma a la eventual candidatura de un Zamora cada vez mas distanciado de Elisa Carrió. Ni hablar de las distintas izquierdas tradicionales, hoy en la vereda opuesta del nuevo amigo de Lula.
En el caso de Bullrich, en teoría el problema mayor lo tendría Macri, ya que "la Piba" se sumaría a la merma que ya le viene propinando Scioli desde un peronismo, que seguramente, para bien o para mal, estará en la Rosada para aquéllos tiempos. Pero tradicionalmente, como marcan los siglos de la historia, "las derechas se agrupan más rápido que las izquierdas" y quizás aquí pueda estar una de las claves de la elección. Bullrich de cualquier manera -al igual que Scioli- tendrían asegurado un lugar en el mapa nacional más allá de su suerte distrital.
Todavía no lo han hecho público ninguno de los dos, pero en los bunkers de ambos ya trazan los mapas de los problemas que hoy existen desde la general Paz hasta el río. Y no le faltan ganas de resolverlos.
