El Partido Justicialista porteño organizó, el día en que se cumplían 40 años de su fallecimiento, un homenaje al General Juan Domingo Perón, quien fuera el fundador y líder del más importante movimiento político sudamericano y, en tal carácter, fuera electo en tres ocasiones como presidente de la Nación y en dos de ellas fueran derrocados sus gobiernos y asesinados por miles sus seguidores.
El homenaje consistió en la inauguración de una estatua, ubicada en la Plaza de los Lectores de la Biblioteca Nacional, en la que se puede ver al General Perón y a su segunda esposa, Evita, sentados en un sencillo banco de plaza, tomados de la mano. No es casual la elección de una imagen casi hogareña precisamente en los antiguos jardines de la residencia presidencial, que ocuparon Perón y Evita entre los años 1946 y 1952.
Eduardo Valdés, presidente del Instituto de Altos Estudios Juan Perón, fue el primer orador del acto y comenzó evocando a Litto Nebbia y a León Gieco. Al primero lo recordó por su canción para la película Evita. Quien quiera oír que oiga, compuesta sobre una poesía del gran Eduardo Mignogna, que aseveraba: “Si la historia la escriben los que ganan,/ eso quiere decir que hay otra historia/ la verdadera historia,/ quien quiera oír que oiga”. León Gieco, por su parte, fue evocado por su canción “La memoria”, en la que expresa que “todo está guardado en la memoria,/ sueño de la vida y de la historia”.
Valdés explicó que la decisión de instalar la escultura se debió a que en ese lugar “se consumó el amor y también se murió Evita”, porque ese era “el jardín de la residencia presidencial de entonces”.
“Aquí –continuó Valdés– Perón festejó su primer cumpleaños en el poder, el 8 de octubre de 1946. Nelly Omar me contó una anécdota imperdible sobre esa fiesta de cumpleaños. Era sabido que el subsecretario de Prensa y Difusión, Alejandro Apold, no lo quería a Hugo del Carril por haber filmado la película Las aguas bajan turbias. Entonces Nelly lo invitó a cantar al cumpleaños de Perón y Apold intentó impedir que estuviera, pero cuando llegó, Perón estaba charlando con Hugo y llamó a su jefe de prensa para pedirle que lo dejara tranquilo.”
“También en este lugar –agregó el dirigente peronista– Perón le dio vista a la Constitución de 1949. Pero alguna vez hasta aquí llegó la sinrazón, cuando la residencia fue bombardeada por los aviones de la Aviación Naval, el 16 de junio de 1955”.
Luego, en un pedido que ya despertó controversias, Valdés le pidió a Cristina Álvarez Rodríguez –que es sobrina-nieta de Evita– que interceda ante la familia Duarte para que los cuerpos de Perón y Evita sean depositados juntos.
Más tarde llegó el turno de Lorenzo Pepe, a quien Valdés bautizó como “patriarca del peronismo”. A sus jóvenes 80 años, este antiguo dirigente ferroviario le recomendó a Valdés: “No hay que mover el bote, es mejor que cada uno se quede en su lugar”.
Luego, como lo hacen casi todos los viejos peronistas, Pepe sacó su chapa por haber conocido a Perón. Relató: “Lo vimos en el exilio, ya fuera del poder. Nos trató con una humildad que demostraba su grandeza, porque Perón era un seco, tanto que Isabel debió vender la quinta de Puerta de Hierro para entregar su parte de la herencia a las hermanas de Evita”.
A continuación, el veterano dirigente se lamentó de que el Pro les “va a ganar con el monumento a Perón”. “Existe un proyecto desde hace muchos años, que no hubo voluntad de hacer, sobre todo por parte del movimiento obrero, porque antes de Perón, este era un país de sacrificios y después las cosas fueron diferentes.”
Finalmente, el antiguo sindicalista definió que “el huevo de la serpiente se plantó en el 55”. “Bombardearon la Plaza, mataron a 400 personas y después atrasaron 50 años el país; un país que dejó listo el Pulqui, que era un avión similar al Sabre estadounidense y al MIG ruso. Contra todo eso vinieron en 1955.”
Luego, la sobrina-nieta de Evita, que es actualmente la ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, Cristina Álvarez Rodríguez, en un breve discurso destacó “la tercera posición que sentó Perón, que es estudiada por todos los partidos de todo el mundo”. “Hoy recuperamos su ejemplo una vez más”. Para terminar, la funcionaria remató con el grito característico del movimiento peronista: “¡¡¡Viva Perón!!! ¡¡¡Viva Evita!!!”.
Después de la bonaerense, fue el turno del diputado Carlos Kunkel, que comenzó destacando la decisión de la Presidenta de la Nación de “erigir dos monumentos en la Plaza de la República, uno en recuerdo de Hipólito Yrigoyen y otro del General Perón. Van a estar uno frente al otro, como parte del movimiento nacional”. Para cerrar su alocución, el legislador recordó cuando un militante de la Juventud Peronista le preguntó a Perón por lo que vendría en aquellos días de euforia de 1973 y el General le contestó que era una lástima que “para ustedes es muy pronto y quizás para mí sea muy tarde”.
A su turno, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, destacó que la Biblioteca es una colectora de símbolos. “Este es un cruce de memorias”.
Luego, Jorge Coscia, exsecretario de Cultura, dijo que “la Revolución Francesa mató a los reyes, pero no destruyó palacios”, en alusión a la barbarie de la Revolución de 1955, que demolió la residencia solo porque allí vivieron Perón y Evita, tal como había hecho casi un siglo antes Domingo Faustino Sarmiento, que mandó a demoler la residencia de Juan Manuel de Rosas, que estaba ubicada en el mismo lugar en el que hoy se erige el monumento a Justo José de Urquiza, en el parque Tres de Febrero.
Inmediatamente, el vicepresidente primero de la Legislatura, Cristian Ritondo, declaró: “Es un honor participar en un homenaje al General Perón, porque yo nací, me crié y moriré siendo peronista”. El dirigente del Pro informó que “los legisladores porteños votaron por unanimidad la construcción del monumento en homenaje a Perón, que se inaugurará a fin de año”. “Esto demuestra una vez más que Perón no es de nadie y por eso es de todos. Por estas razones es que estoy seguro de que este no es un día más.”
Siguiendo a Ritondo, el exdiputado radical Leopoldo Moreau, que fue un cercano colaborador del expresidente Raúl Alfonsín, recordó: “La primera vez que fui preso fue por la convocatoria de un peronista y un radical. El radical era el secretario general de la Unión Ferroviaria, Antonio Scipione, y el peronista era Lorenzo Pepe, que está aquí con nosotros. Fue cuando lanzaron un huelga, que duró 45 días, convocada para resistir el Plan Larkin, que tenía como objetivo la destrucción de la red ferroviaria argentina”.
El presidente del peronismo porteño y anfitrión del encuentro, Víctor Santa María, destacó a “Perón como símbolo de la unidad nacional, de lo cual fue una elocuente muestra el abrazo con Ricardo Balbín”. Luego, el dirigente expresó: “Yo no lo conocí a Perón, pero siempre nos agrada homenajear a los que después de 1955 nos enseñaron qué significa ser peronista. Hoy podemos decir que ser peronistas es ser herederos de una revolución cultural”.
Luego, el jefe del peronismo porteño agradeció en especial la presencia de Moreau, de Ritondo, de Cristina Álvarez Rodríguez, de Valdés –autor de la iniciativa que convocó a todos–, de Carlos Kunkel, al que designó como “ejemplo de militancia”, y, finalmente, de Lorenzo Pepe, a quien destacó como “un faro del peronismo”.
El último orador fue el presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano, convocado por Pepe. El dirigente radical destacó: “No es casual que en julio nació la Patria; que el 12 de julio se conmemora el nacimiento de Hipólito Yrigoyen; que el 1 de julio Leandro Alem haya decidido quitarse la vida; que el mismo 1 de julio se conmemore el fallecimiento del General Perón, y que el 26 de julio recordemos a Eva Perón. Estas coincidencias deben unir al movimiento nacional para siempre”.
Junto a la estatua, una placa intenta explicar en pocas palabras una inmensa historia. “Es este lugar vivieron Juan y Eva Perón entre los años 1946 y 1952. Fue demolida por la dictadura de la Revolución Libertadora para eliminar todo símbolo que recordara los años más felices en la historia de los argentinos”, reza la piedra.
A su lado, Perón y Evita, a los que sus enemigos intentaron borrar de la memoria del pueblo argentino, sonríen, ajenos al odio.
Perón es de todos y todas
En el homenaje a Perón hubo un signo de gran ecumenismo que no debería pasar desapercibido, que habla tanto de la grandeza del homenajeado como de la de sus herederos. Estuvieron, además de los ya mencionados, Alicia Pierini, Juan Gallo, Duilio Brunello, Lorena Pokoik, Juan Carlos Biani, Silvina Pedreyra, Kelly Olmos, Roberto Baschetti, Jorge Rachid e innumerables militantes y dirigentes del peronismo.