La conversación telefónica entre Donald Trump y Vladimir Putin mostró de un solo golpe la cara realista de una gran farsa montada en los acuerdos de Minsk, tal como reconociera en un nuevo sincericidio, la canciller alemana Angela Merkel. El conflicto de Ucrania pareciera acercarse a las etapas definitivas en su desarrollo o al menos a una sucesión de importantes cambios en su configuración actual. El empuje del giro efectuado por el nuevo Presidente de Estados Unidos, Trump, y la ofensiva sostenida y exitosa del ejército ruso en todas las líneas del frente, generan un panorama general de desolación (y decepción) en la población y en las desmoralizadas Fuerzas Armadas ucranianas que no cesan de retroceder, al tiempo que Volodimir Zelensky continúa imaginando escenarios fuera de la realidad. Incluso poniendo condiciones ridículas para un hipotético acuerdo (como intercambiar territorios ocupados) que de producirse seguramente no lo tendrá sentado a la mesa. Si hubiera un acuerdo sería entre los verdaderos contrincantes y no con sus empleados, encima con mandato vencido.
Las razones son varias y se discuten con mucha discreción en el entorno de Zelensky. La estrategia militar en general, y sobre todo la incursión en el territorio ruso de Kursk, fueron un fracaso total, generando decenas de miles de bajas de los mejores combatientes que tenía el ejército ucraniano y que terminarán expulsados o muertos más temprano que tarde. Además eso causó la desprotección de las zonas claves de la contienda (las cuatro provincias ahora rusas) en dónde se encuentra en franco retroceso y al borde del colapso.
Otra razón, tan fuerte como la anterior, tiene que ver con la inmensa corrupción de las elites gobernantes en ese país por él encabezada, ahora en una situación mucho más visible que antes, habida cuenta de las grietas sufridas en el blindaje mediático (además del militar y financiero) que le proporcionaban sus aliados de la OTAN, en base a a la ayuda casi infinita de la USAID norteamericana en los medios y otras acciones encubiertas, hasta el nulo seguimiento de las armas y el dinero recibido por parte principalmente del gobierno de Joe Biden así como también de varios países europeos.
El reclamo de ayer lunes de Donald Trump de 500.000 M de dólares por el abuso efectuado por Zelensky junto con Biden del dinero de los contribuyentes norteamericanos, que solicita en concepto de resarcimiento y garantía a ser pagadas con tierras raras o cualquier otra cosa que logren sostener los ucranianos, es una pésima noticia para el régimen en el peor momento. Por más que Zelensky pretenda pagar por su protección con las riquezas, su suerte -como la de su país- ya está echada. Y él ya lo sabe. Encima Trump le agregó al pedido, la frase “pueden ser rusos algún día”. Comentario a FOX Demoledor, por eso Trump lo pide ya. Y las tierras raras están mayoritariamente en el actual territorio ruso. Una última agachada ante sus compatriotas pero incumplible para el ucraniano.
Plan Exilio y sobrevida
El presidente ilegítimo -con mandato vencido- ha instruido en los últimos días a ocho embajadores de su país, seis de ellos en el continente africano y dos en América Latina, para que le gestionen el asilo político que necesitará en breve. Según las fuentes consultadas por NU existe un 80 por ciento de posibilidades que venga a nuestro continente, por cuestiones de seguridad tanto para él como para la importante cantidad de dinero que movilizará en su fuga.
Primero tendrá las reuniones que mantendrá en la conferencia de Seguridad de Munich con autoridades de Estados Unidos (entre ellos el vicepresidente C.D. Vance) y luego en Kiev con los encargados de Trump. Días difíciles para sus fantasías. O sea que estamos hablando de algunas semanas. Zelensky es consciente que luego de tanto mendigar y estafar a los casi 50 países de la coalición derrotada, liderada por EE.UU y la OTAN, jamás podrá pedir nuevos favores a sus ya ex aliados. La re venta de armas a carteles de la droga y a grupos terroristas de todo el mundo, el maltrato a la población ucraniana en todos los niveles y el nivel de privilegios de la élite gobernante se suman al desastre militar (cientos de miles de muertos y heridos) en la guerra de desgaste que irresponsablemente aceptó dar, con las consecuencias a todas luces de una Ucrania destruida. Un nuevo Estado europeo fallido más allá de las negociaciones venideras. Un cóctel explosivo para Zelensky y su estado mayor. Por eso no abundarán los lugares seguros para este ucraniano y sus secuaces.
Rusia (y otros servicios de inteligencia del mundo) están monitoreando los movimientos del “líder” ucraniano y eso tampoco es una buena noticia para él, caído en desgracia en su país, con el resto de los líderes europeos y especialmente con EE.UU. Noticias Urbanas pudo confirmar que uno de los dos países latinoamericanos es la República Argentina, en dónde gobierna Javier Milei, adónde llegó en diciembre pasado para su asunción y con el que ha mantenido buena sintonía durante el último año.
Uno de los problemas del Plan Exilio es mantenerse con vida habiendo juntado tantos enemigos. Solo lo podrá intentar (sin garantías absolutas) en un puñado de países y eso le costará la mayor parte de lo recaudado ilegalmente en la defraudación a la que sometió a su país. Otro tema es el cambio de facciones de su cara y todo lo pertinente a su esposa, su familia y sus colaboradores más cercanos (aproximadamente una docena), todos cómplices de la estafa más grande del siglo XXI (justo después del Covid). Esa que ahora naturalmente le hacen pagar. Y también del genocidio militar evitable de sus compatriotas y el sufrimiento de su propia gente a lo largo y ancho de su país. Game over para Zelensky, el payaso que Occidente pretendió vender como paladín democrático, al que ahora le cobra las cuentas demostrando que nada le importaba ese país ni su persona. El llamado de Trump a Putin puso las cosas blanco sobre negro. Dejó en falsa escuadra a toda Europa por su seguidismo del EE.UU de Biden, con su discurso y actitudes muy rusofóbicas y sanciones perjudiciales para su economía y bienestar. El Viejo Continente ahora tendrá que lidiar en el corto plazo con un pésimo acuerdo en Ucrania, con el descrédito mundial de su incapacidad política, sin ningún protagonismo en las grandes decisiones y poniendo más dinero de su PBI en su defensa (y de la diezmada Ucrania), aumentando los ajustes (y las protestas) en su población, ya que EE.UU no financiará más su seguridad. Todo mal.
Atenta Argentina con este tema, no compremos más problemas de los que ya tenemos. El tema ya no es humanitario, sino concretamente la decisión será la de asilar a un político mentiroso, un peligroso delincuente y traficante de armas, que ya no cuenta con el apoyo (ni la protección) de ninguna de las potencias del mundo.
