Un camión se quedó sin frenos y, para la desesperación de los numerosos amantes de las bebidas alcohólicas de baja graduación, 5.000 botellas de Fernet Branca termiraron desparramadas por la calle, aunque sólo unas pocas se rompieron.
El chofer, aún conmocionado por el incidente, se mostró sumamente molesto con el público. “Nadie me vino a ayudar, todos vinieron a llevarse las cajas de fernet”, expresó, con equivocada amargura. Justo él, que fue el númen de la felicidad, no podía echarse atrás en el momento culminante.
El accidente aconteció en la esquina de Libertador y Montevideo, cuando el camión, según la versión del hombre que iba al volante, se quedó sin frenos. “Tuve que doblar abruptamente para evitar un accidente”, explicó, abrumado el chofer condenado a la abstemia.
Hordas de jóvenes reeditaron esta vez en Recoleta -en clave de fernet- aquella dantesca escena ocurrida años atrás en Ciudad Oculta, cuando un tren ganadero fue hecho descarrilar y la gente se llevó las vacas para carnearlas en casa.
A diferencia de lo ocurrido en el suburbio del oeste, este viernes el objeto del deseo fue la bebida que se toma con coca. Fue éste, indudablemente, un saqueo VIP, a cargo de jóvenes con las necesidades básicas satisfechas.
Como todo el mundo sabe, el fernet es una bebida alcohólica amarga elaborada a partir de la mirra, el ruibarbo, la manzanilla, el cardamomo y el azafrán, entre otras. Estas hierbas son maceradas primero en alcohol de uva y, luego de ser filtradas, son añejadas en toneles de roble durante un tiempo de 6 a 12 meses. Su graduación alcohólica es del 45% y posee un color oscuro y un aroma intenso.
Originalmente el fernet era utilizado como bebida digestiva, pero actualmente se lo sirve como aperitivo o, en ocasiones, como digestivo después de una comida. Si bien hay valientes que lo consumen puro, por su sabor y contenido alcohólico, habitualmente se bebe mezclado con soda, con agua mineral o, especialmente, con una conocida gaseosa cola.
Debido a la lista de ingredientes del fernet, con él suelen prepararse varios remedios caseros para el tratamiento de numerosas dolencias: molestias menstruales (con razón una novia que tuve alguna vez me justificaba su constante aliento alcohólico en sus problemas con Andrés); las alteraciones gastrointestinales (ni hablar de esos amigos que, en cuanto aparece un dolor de estómago se zampan una copita); las resacas (hay quienes aprovechan sus excesos alcohólicos para incurrir en nuevos accesos) y los cólicos del bebé (aquí, a esos padres amorosos, aunque algo apegados al consumo de hierbas líquidas o en rama, hay que aconsejarles que no utilicen sus conocimientos con el nene).
Antiguamente, se le adjudicaban a la popular bebida cualidades que llegaban hasta la cura del cólera. Parece que no era cierto, pero las víctimas de esta enfermedad, en aquellos tiempos estuvieron mucho más cerca del nirvana con este bálsamo erróneo que con esos sueros insípidos que suelen administrar en estos tiempos unos médicos seguramente eficientes, aunque poco dados a la alegría.