Alrededor de las 3 de la madrugada, seis jóvenes a bordo de una Suzuki Fun ingresaron por la peatonal Balcarce hacia la Casa Rosada, la cual se encuentra restringida para la circulación de coches. Al momento de detenerse, por orden del personal de seguridad, dijeron que “se dirigían al Casino de Puerto Madero” y que se habían equivocado de recorrido.
El hecho fue dudoso al principio, lo cual ocasionó que los policías de la comisaría 2ª de la Ciudad llegaran al lugar minutos después para identificar a los ocupantes de la Suzuki Fun y pedir la documentación de la misma. Tras investigar el coche, los oficiales encontraron que, por disposición de un municipio de la provincia de Entre Ríos, tenía impedimento para circular por el país y a su vez, uno de los pasajeros reconocido como Juan Moreira de 19 años, registraba un pedido de captura en una causa por encubrimiento por el Juzgado Nacional en lo Correccional y Criminal 36.
Mientras tanto, los seis muchachos fueron demorados en la Seccional 2da y cinco de ellos recobraron su libertad. En el caso de Moreira, quedó detenido y será trasladado en las próximas horas a la alcaldía de los tribunales porteños para ser indagado y puesto a disposición del juzgado que solicitó su captura.
Cabe destacar, que este hecho tiene características similares al ocurrido frente a la Casa de Gobierno, en los últimos tres meses. Al igual que el de este martes, el sucedido el 21 de junio tuvo el mismo horario y se trató de un Renault 19 color gris, que era conducido por un hombre de entre 35 y 40 años. Se pudo constatar que los papeles del coche estaban en regla y portaba un certificado de discapacidad.
Las medidas se tomaron después de la bomba molotov arrojada contra el Senado bonaerense el jueves durante una marcha por la aparición con vida de Santiago Maldonado, y el “atentado” –según las palabras del ministro de Seguridad Cristian Ritondo– perpetrado en el estacionamiento externo de la sede de su cartera ese mismo día, tres horas más tarde, que derivó en el incendio de dos autos y quemaduras leves en la cara y las manos de un efectivo que evitó que estallaran otros dos bidones de combustible, la semana pasada.