–¿Cómo recibió la noticia de la recuperación del nieto de Estela de Carlotto, teniendo en cuenta que, años atrás, su gestión frente a la Secretaría de Derechos Humanos acompañó el largo proceso iniciado en la Justicia por Abuelas de Plaza de Mayo para reencontrarse con sus nietos?
–La noticia fue un golpe emocional. Estaba en un ómnibus llegando a Rosario, para participar del Seminario de Derechos Humanos del Instituto Interamericano, cuando me llamó un compañero y me dijo: “Apareció el nieto de Carlotto, vivo, y es músico, acaban de decírselo a Estela”. Serían las 15.30, más o menos. Mi celular perdía señal a cada rato pero enseguida le envié un SMS a Remo [Carlotto]: “¿Es cierto que identificaron a Guido? Si es cierto, ¡¡Dios existeee!!”. Se me superponía la alegría y la duda. Ya estaba en Rosario cuando una de mis hijas me manda un SMS con la misma noticia, pero ya confirmada. Entré en el hotel que la organización del Seminario me había reservado, tiré el bolso y encendí la tele. Se me desbordaban las lágrimas viendo la conferencia de prensa de Estela, su serenidad y la alegría de todos alrededor.
–¿Cómo describe el trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo?
–El trabajo de las Abuelas no necesita que yo lo describa. Un trabajo en derechos humanos vale por su finalidad, su ética, su método y su resultado. En los cuatro rubros no ha habido claudicación ni desvío. Estela recibió muchas críticas en diversas oportunidades, de las que no vale la pena hablar. Nunca se dedicó a la refutación innecesaria ni a la victimización. Siguió el camino trazado y ahora recibe el premio mayor, que es la recuperación del nieto.
–¿Qué análisis hace de la política en materia de derechos humanos que se ha llevado adelante en los últimos años en el país? ¿Se ha avanzado lo suficiente o aún hay aspectos por mejorar?
–No voy a hacer ese análisis en esta ocasión. Hoy estamos de fiesta. Pero sí creo que es bueno decir que siempre hay que pensar que en materia de política de DD.HH. siempre se está en un escalón al que se llegó subiendo muchos escalones previos. Y que por delante hay también muchos escalones más, que hay que ir construyendo y subiendo uno por uno. Como una escalera continua, porque hasta que no se reparen todos los daños causados y se construyan todos los espacios de dignidad, equidad y justicia para la totalidad de los derechos humanos, que son los que sostienen y nutren la democracia, y además se pacte políticamente la no regresividad de lo bien logrado, no puede haber descanso. Y mientras se piense el presente con memoria pero mirando a las futuras generaciones, el movimiento de derechos humanos seguirá existiendo y creciendo según el signo de los tiempos y de los contextos.
