A pocos días de la pateada de tablero de Darío Giustozzi todavía siguen los coletazos. Es que el ex jefe del bloque de diputados massistas representaba una cuña para el Frente Renovador de la Tercera Sección, por un lado, y ostentaba la única perla ajena al kirchnerismo el conurbano sur, por otro.
Operadores de Mariano Cascallares, el candidato a intendente que aglutina a todas las vertientes kirchneristas en Almirante Brown (desde el sciolismo hasta el cristinismo duro), informaron a Noticias Urbanas que ellos no tienen problema de competir con el giustozzista y actual intendente Daniel Bolettieri en las PASO de agosto.
“Si hay acuerdo, no nos molesta competir. Vamos a ir a las PASO y le vamos a ganar. La gestión municipal tiene cada vez mayor imagen negativa y Giustozzi lo sabe, por eso se fue del massismo”, relataron a NU. Cabe recordar que Cascallares es presidente del Instituto de Previsión Social bonaerense -lo que le otorga una fuerte capacidad de acción de campaña- y es del riñón del jefe de gabinete provincial, Alberto Pérez.
Aunque no descartan dar un paso al costado si desde la cúpula del kirchnerismo lo requieren, la tropa de Cascallares no desea otro escenario que no sea ganarle las PASO a Bolettieri, quien, si todo sigue como está, informará el mes que viene que competirá por la reelección en las primarias en la boleta del Frente para la Victoria.
Por otra parte, Sergio Massa ya planea un intento de contragolpe en Almirante Brown y ayer se mostró en Avellaneda con Mario Serrano, ungido precandidato a intendente por el Frente Renovador ahora que el giustozzismo cruzó de vereda.
Serrano es un hombre de Mónica López y viene trabajando en el distrito desde antes que Giustozzi se aliara con Massa. Si no hay oposiciones internas, en dos semanas se presentará formalmente su postulación en alguna localidad de Almirante Brown.
Ayer Massa se reunió con dirigentes de la Tercera Sección (la propia López, Diego Molea, José Luis Pallares, Carlos Acuña y Alberto Roberti, entre otros) y buscó reagrupar la tropa de cara a la batalla electoral en una región que no le es tan afín y que aglutina casi 4 millones de votantes.
Desde la Tercera reconocen que la salida de Giustozzi “unificó” a la militancia y los dirigentes porque el diputado nacional dividía las aguas y tenía un porcentaje de ellos que le jugaba directamente en contra. Aunque llenar el bache que dejó no será tan fácil.
