Una oportunidad y varios conflictos por resolver. El peronismo de Alternativa Federal se mueve por estas horas tironeado por dos fuerzas. Por un lado, de modo tenue pero persistente, sigue creciendo la demanda de argentinos que aseguran -en las encuestas- estar dispuestos a votar a un candidato a presidente por afuera de la grieta de Mauricio Macri y Cristina Kirchner. En algunos casos, superan el 50% cuando se les plantea la consulta general. Pero enseguida, aparece el problema: ninguno de los precandidatos del PJ no K logra captar el grueso de esa demanda.
Un ejercicio estadístico refleja parte de esos inconvenientes: cuando se los pone en una PASO a todos juntos, Roberto Lavagna, Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey (en algunas también lo ubican a Miguel Angel Pichetto) suman unos 25 puntos, y quedan en segundo plano frente a los 30 en los que suelen oscilar el actual presidente y la ex. Pero inmediatamente, cuando se mide a uno solo del PJ de Alternativa, baja al menos 10 puntos y se aleja de la pelea mayor y de la posibilidad de acceder a un balotaje.
De las últimas mediciones, quien mejor posicionado figura es Lavagna. Se mueve entre los 11 y los 15 puntos. Massa viene en un escalón más abajo, rondando los 10 y Urtubey cierra la cola, entre el 4 y el 8 por ciento.
Sin embargo, la mejor posición del ex ministro de Economía no alcanza por ahora para forzar su demanda: ser consagrado como candidato de la unidad, sin pasar por las internas. Los propios Massa y Urtubey, pero también varios gobernadores de peso, como el cordobés Juan Schiaretti, mantienen la idea de que “el que quiera ser, debe competir”.
Esa intransigencia es una de las grandes incógnitas del espacio. ¿Cómo lo van a resolver Lavagna y Massa, que llevan años de muy buena convivencia como aliados? El líder del Frente Renovador ya ha dicho en público que desecha la posibilidad de ir a la provincia de Buenos Aires, distrito clave que el PJ de Alternativa sigue sin atender. Como político de raza, se espera que Massa mantenga esa postura hasta el final, aún cuando pudiera tener decidido moverse hacia otro lado.
El caso de Urtubey es distinto: sin una nueva reelección en Salta (allí estuvo tres períodos), unificó el comicio local con el nacional, justamente para apuntalarse a sí mismo como candidato presidencial e impulsar a su postulante a gobernador. No parece dispuesto a ceder. Aunque en su caso, si no despegara, una interna con Lavagna o con Massa hasta podría terminar fortaleciendo a sus rivales ganadores.
Lo de Pichetto, en cambio, pinta para testimonial. Incluso alguno lo menciona como un buen candidato a vice. Si aspira a ese lugar, deberá romper con dos “prejuicios”: que lo que más conviene es un candidato de una provincia grande o una mujer.
La otra variable que irrumpió con fuerza en el espacio es el factor Tinelli. El conductor de Showmatch, que festejará en 2019 sus 30 años con la televisión, fue dando pasos en su proclamada vocación de “ayudar en la política”. Durante meses, lo hizo con un perfil más bien bajo, hasta que empezó a aumentar sus apariciones públicas con declaraciones punzantes. Acaso la más precisa haya sido adjudicarles el “boleto picado”, tanto a Cristina como a Macri.
Desde entonces, el conductor entró en una escalada con el oficialismo de la que será difícil bajarse. La duda es hasta dónde quiere avanzar Tinelli y desde qué lugar. Por conveniencia, Massa lo quiso llevar a una candidatura bonaerense, que en su momento el conductor rechazó. ¿Si la oferta llegara desde un Lavagna con chances de pelear la presidencia, podría cambiar de parecer?