La Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica (CAMIMA) advirtió que, sin resolver previamente problemas endémicos como la alta carga tributaria y un sistema laboral obsoleto y costoso, la industria argentina podría desaparecer.
Desde el inicio del Gobierno de Javier Milei en diciembre del 2024, las medidas económicas, políticas y las vinculadas con el comercio internacional encendieron las alarmas de los sectores productivos, sobre todo las pymes, en el país, a causa del interrogante que presenta la propuesta de la apertura indiscriminada de la economía.
Así, la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica (CAMIMA) expresó que la industria argentina desaparecerá con la apertura indiscriminada, si no se solucionan previamente algunos problemas endémicos, como la alta carga tributaria y un sistema laboral obsoleto y costoso.
Al respecto, el secretario general de CAMIMA, José Luis Ammaturo, expresó en diálogo con Noticias Urbanas que “el sector empezó el 2024 con grandes cambios de precios relativos, que hicieron que el mercado interno se redujera fuertemente” y destacó que “gran parte de la industria metalúrgica trabaja y se dedica al mercado interno, especialmente con la ecuación de costos que había en los últimos años y que hacía imposible poder exportar”.
“Prácticamente nuestra producción se dedicaba al mercado interno y de golpe se redujo fuertemente en los meses de enero, febrero y parte de marzo. Eso pegó fuertemente en nuestra actividad e hizo que la actividad se redujera aproximadamente entre un 15 o 18%”, destacó.
Asimismo, explicó que el rubro metalúrgico es un una industria que trabaja para otras industrias, por lo tanto hay actividades que “están mucho más golpeados y otras que mantuvieron o mejoraron su producción, por ejemplo, todos aquellos metalúrgicos que de alguna manera están ligados con la minería, con el petróleo y con la agroindustria, mantuvieron su actividad durante este primer trimestre, pero no así otras actividades como las que están ligadas a los electrodomésticos, línea blanca y otros elementos, que sí son de uso del mercado interno, que se redujeron”.
En esa línea, destacó que el sector entiende que “estamos en un periodo de transición, en el que se busca atacar fuertemente el gasto público y con eso, consecuentemente, bajar la inflación, que es uno de los flagelos que tiene la Argentina y que es el que más castiga al trabajador, y que es un impuesto inflacionario”, pero opinó que la preocupación radica en que se “haga uso de la apertura para seguir bajando esos precios, porque a medida que ingresen productos desde el extranjero, si no hay igualdad de condiciones, perjudica al futuro porque afecta a toda la cadena de valor”.
El industrial detalló que “están implícitos una cantidad de impuestos, regulaciones y tasas que hacen que los costos terminen encareciendo el producto final, mientras que lo importado no tiene esa cadena de valor llena de impuestos y, a su vez, en muchos casos está la posibilidad de que puedan entrar productos finales con aranceles bajos o reducidos, cuando en nuestra cadena de valor los insumos tienen altos aranceles”.
“Lo que pedimos no es protección, sino igualdad de condiciones. Entendemos que es un periodo de transición, que hay un acomodamiento de precios relativos y por supuesto, los industriales estamos atentos a nuestra actividad, porque si bien puede caer, seguimos trabajando. No se detuvo completamente la industria y no hay despidos masivos. Sí en algunos casos hubo suspensiones en rubros ligados al comercio interior, pero estamos atentos a que se produzcan los cambios necesarios de la economía para tener una economía previsible, que esa incertidumbre que hemos vivido durante muchos años desaparezca y al igual que la inflación, que haya una moneda firme y renazca el crédito, que es el gran motor de la economía”, remarcó Ammaturo.
El sector
Según el secretario son aproximadamente unas 22.000 empresas, con un número de operarios que ronda en los 250.000 trabajadores. Cabe destacar que, por ejemplo, en el año 75, la cantidad de trabajadores metalúrgicos rondaba los 750.000 trabajadores, que equivale a tres veces más que la de hoy. “Hubo una situación de achicamiento de la industria a través de varias décadas, que ojalá se pueda revertir. La industria metalúrgica argentina está latente, pero se necesitan reglas claras y certidumbre para empezar a crecer”, señaló.
En tanto, afirmó que aún no hubo una “comunicación directa desde la cámara con el Gobierno, pero sí a través de la Unión Industrial Argentina y hubo acceso a funcionarios que manifestaron que el Gobierno está enfocado muy fuertemente en bajar los índices inflacionarios y en bajar el gasto público, para dar cabida a reformas más profundas”.
Con respecto a la Ley de Bases, que afirmó que no tiene todo lo que el sector quisiera, pero que la Cámara leyó y profundizó en dos capítulos, uno es el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Ammaturo reconoció que “apoyamos que se contemple la inversión en Argentina, porque se la necesita, pero se hizo una salvedad en cuanto a las condiciones que impone ese régimen, que permite a estos inversores que, al superar los 200 millones de dólares, no paguen impuestos, ni aranceles, y que puedan importar equipamiento usado”.
Lo que pide la industria metalúrgica, aseguró el empresario, es “la posibilidad de vender trabajos argentinos, por lo menos tener un porcentaje de esas inversiones, como ha sucedido en el pasado, cuando se hablaba de posibilidades de baja de impuestos y aranceles, pero teniendo en cuenta que haya un 20% de producción nacional”.
“El otro punto de la ley base que entendemos que es un primer paso para salir de donde estamos, son algunos cambios en la ley laboral. Realmente en Argentina está permitido un sistema obsoleto, con leyes de más de medio siglo, convenios colectivos, como el metalúrgico, que es del año 75, que nos siguen rigiendo. Hay algunos que son convenios muy atrasados y reglamentaciones muy antiguas”, finalizó.
En este marco, se deberá esperar a que el Gobierno preste atención a los señalamientos de la Cámara sobre las necesidades del sector y que el cuarto de millón de trabajadores no vea peligrar su trabajo. Con más de 20 mil empresas funcionando y a la espera de poder colocar sus productos, se destaca la importancia de cuidar la producción nacional y que esas fuentes de trabajo crezcan tanto con inversiones nacionales y extranjeras, para que el trabajo sea productivo y la ganancia quede en el país.