“Año Nuevo en Rusia: un cuento de nieve”

“Año Nuevo en Rusia: un cuento de nieve”

Por el embajador de Rusia en Argentina, Dmitry Feoktistov/Especial para Noticias Urbanas.


Argentina se prepara para celebrar la Navidad, una de las fiestas más amadas por niños y adultos. Viene la época de descanso, escolares y estudiantes se van de vacaciones, hay la oportunidad de pasar tiempo con familiares y amigos o de viajar. Muchos irán a la playa, ya que en el Hemisferio Sur es verano. Mientras tanto en Rusia, donde el invierno frío está en pleno apogeo, todo el mundo espera celebrar primero el Año Nuevo y solo después – la Navidad ortodoxa que, debido a las peculiaridades de nuestro calendario (en 1918, el país sustituyó al calendario juliano usado anteriormente con el gregoriano), es el 7 de enero.

La nieve crujiente bajo los pies y las tradicionales decoraciones luminosas en casas y a lo largo de las calles crean una atmósfera especial de cuento de hadas invernal. Esta época está asociada no solo con el árbol de Año Nuevo y los regalos, sino también con diversos tipos de recreación al aire libre. A los niños les encanta jugar con la nieve, hacer muñecos de la misma, deslizarse por toboganes de hielo en trineos. Todo el mundo está esquiando y patinando. Solo en Moscú hay más de 150 pistas de patinaje y la principal está ubicada en el corazón del país, la Plaza Roja. Probablemente no hace falta explicar por qué entre los atletas rusos hay muchos campeones olímpicos en deportes de invierno.

La principal personificación del Año Nuevo es Ded Moroz (análogo a Papá Noel) quién trae regalos y participa en eventos festivos. La historia de este héroe de cuento de hadas tiene su origen en la antigua mitología eslava. Según la leyenda popular, existe un espíritu de frío conocido como Moroz o Treskún. Originalmente percibido como un formidable dueño del invierno, misericordioso o cruel con los humanos dependiendo de sus acciones, hoy goza de reputación de un buen mago que concede deseos. Ded Moroz viene de visita acompañado por su nieta, la hermosa Snegúrochka (Doncella de las Nieves).

Decorar los arbolitos con juguetes, guirnaldas y copos de nieve artificiales es otra ceremonia obligatoria. Es costumbre montarlos en casas, escuelas, instituciones gubernamentales y plazas de las ciudades. Por supuesto, nuestra Embajada en Buenos Aires no es una excepción. El árbol conífera en Rusia no es solo el principal atributo del Año Nuevo, sino también un símbolo del bosque invernal.

Nos estamos preparando cuidadosamente para la noche más favorita del invierno: del 31 de diciembre al 1 de enero. Después de todo, antes de celebrar la ocasión, hay que servir una cena festiva y despedirse del año que se va. El menú no es solo comida, sino una parte importante de la velada, imbuida de la calidez de las tradiciones familiares. La mesa está decorada con una variedad de platos que reflejan la riqueza de la cocina rusa. Invariablemente contiene ensalada Olivier (el prototipo de la “ensalada rusa”), arenque bajo un abrigo de piel (pescado salado con remolacha hervida) y jolodiéts (gelatina de carne hecha de un rico caldo que se endurece enfriándose). También sirven encurtidos, pescado ahumado, sándwiches con caviar, verduras y hierbas. Así como mandarinas, que simbolizan el sol cuya luz falta tanto en diciembre. Por supuesto, no se puede prescindir del producto ruso ancestral: el vodka, cuya historia se remonta al lejano siglo XV. Por cierto, en aquel entonces esta bebida se llamaba “vino de pan”. Mientras amas de casa cocinan siguiendo las recetas transmitidas de generación en generación, en la televisión se proyectan buenas películas antiguas que nos hacen llorar y reír.

Unos minutos antes del Año Nuevo, nos reunimos para escuchar el discurso del mandatario de Estado – él resume los resultados, enumera los logros clave y desea a los rusos todo lo mejor. Se elevan campanadas del enorme reloj de la Torre Spasskaya del Kremlin. Mientras de las doce, hay que lograr abrir el vino espumante y pedir deseos. Después del primer brindis, todos toman sus celulares para felicitar rápidamente a familiares y amigos. Antes, en la época de la comunicación alámbrica, llamar al destinatario en Nochevieja era muy difícil. Ahora puedes enviar un mensaje de texto.

Las festividades no terminan ahí. Mucha gente sale a la calle con vino espumante, enciende bengalas y lanza fuegos artificiales.

En la mañana del 1 de enero, las calles están inusualmente tranquilas. No hay coches ni peatones. Una preparación meticulosa y celebraciones que duran toda la noche requieren recuperación. Pero muy pronto volveremos a reunirnos a la mesa festiva: la Nochebuena llegará el 6 de enero. Y en la noche del 13 al 14 de enero se celebra la fiesta más popular: el “Viejo Año Nuevo”, que se estableció en relación con la transición antes mencionada al calendario gregoriano y el deseo de celebrar el Año Nuevo tanto en el estilo antiguo, como en el nuevo.

La ciudad de Moscú en los días de invierno es uno de los lugares más populares. La feria principal tiene lugar cerca de las murallas del Kremlin, lo que convierte la Plaza Roja en una aldea mágica donde puedes comprar suvenires artesanales y probar delicias tradicionales: panqueques y empanadas. El legendario ballet “El Cascanueces” de Petr Tchaikovsky en el Teatro Bolshoi sigue siendo una perla cultural. Presentada por primera vez hace más de 130 años, la producción aún asombra la imaginación.

Desde 2018 se implementa en Rusia el proyecto “El árbol de los deseos”, una iniciativa benéfica creada para ayudar a niños en situaciones de vida difíciles. Cualquiera persona puede convertirse en un “mago”: solamente hay que tomar una nota del árbol con el deseo de un niño y hacer realidad su sueño.

La fiesta del Año Nuevo en nuestro país es un tejido de costumbres que se han desarrollado a lo largo de los siglos, llenando corazones de calidez en la época fría. Espero que una breve excursión a las tradiciones del Año Nuevo ruso sea de interés para nuestros amigos argentinos, porque a través del conocimiento de las características culturales de otros países yace la carretera hacia un mejor entendimiento mutuo entre los pueblos.

Confíemos en un cuento de hadas al menos por un día y pidamos a Ded Moroz las cosas más íntimas. ¡Deseemos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos buena salud y felicidad, y a nuestros países – bienestar y prosperidad, a todos los pueblos del planeta – igualdad y paz!

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