Le dicen “La Voz” y tiene resto para sostener semejante apodo. Y no nos estamos refiriendo a Frank Sinatra, sino al cantante cubano Argelio Rojas, conocido como Argel, que el jueves pasado presentó su disco debut “Sin fin al fin”, en Cuba Mía (Salta 508, esquina Venezuela).
Argel se hizo conocido en nuestro país al llegar a la final del programa televisivo “Soñando por cantar”. El intérprete tenía experiencia en la materia: en Miami, donde estuvo radicado once años, ya había participado en numerosos concursos de canto y obtenido varios primeros y segundos puestos. En su Cuba natal, además, había logrado la segunda posición en el Festival Internacional de la Canción Mariana De Goniche In Memorian, con el tema “América, América”, de Nino Bravo.
Acompañado por su banda y un grupo de bailarines, Argel combinó, en su show del último jueves, una primera parte de intensas canciones melódicas con una segunda de salsa que invitó a entrar en movimiento, paseándose sobre las composiciones que integran su placa debut.
Pero es en sus interpretaciones más melódicas donde Argel luce a pleno su sensibilidad y su registro de tenor. Temas como “Quiero” (de Omar Crapanzano), con el que abrió el recital, o “Voló, Voló” (de Roly Dclaro) fueron puntos muy altos de su show.
Argel es un cantante que hace un aporte particular al género melódico, alternando reminiscencias estilísticas de intérpretes que brillaron en décadas pasadas, como Raphael o José Vélez, con la potencia vocal y el color extremadamente brillante que su voz toma al atacar las notas más agudas de su registro y que, por momentos, recuerda a los mejores cantantes de bandas metaleras. Un género que, a primera vista, parece ubicado en las antípodas de los incursionados por Argel, pero al que el artista podría, si quisiera, acceder sin problemas.
En definitiva, estamos en presencia de un gran intérprete al que hay que estarle atento y seguirle detenidamente los pasos.