La situación que se desarrolla por estos días en la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales S.A. (ARSAT) se asemeja a la definición que Diego Latorre acuñó en abril de 1998, ésta en referencia al vestuario de Boca Juniors: un cabaret.
Los problemas poseen múltiples vías. El presidente Mauricio Macri designó en 2017 a Raúl Martínez, un antiguo colaborador suyo en Sevel, que antes fue secretario de Infraestructura Tecnológica y País Digital de Andrés Ibarra en el Ministerio de Modernización. En noviembre de 2018, Martínez se convirtió en el gerente general y vicepresidente de ARSAT, hasta que en julio del año pasado asumió finalmente como presidente de la sociedad anónima estatal.
Martínez trabajó en SOCMA por 30 años e incluso sufrió distintos problemas judiciales por el contrabando de autopartes, un conflicto que afectó al propio Macri, que debió ser beneficiado por una resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Nación para salvarse de un juicio en el que había sido condenado en primera y segunda instancia.
Cuando llegó el último día de la gestión de Cambiemos en el poder, el travieso Martínez se negó a renunciar y ahora, en un desborde de ansiedad, hasta estaría exigiendo la doble indemnización para abandonar su poltrona. Para desistir de su demanda, el exdirectivo de Sevel exige, desea, suplica y solicita que se le permita continuar en el cargo de gerente general, del que disfrutaba antes de asumir como presidente de la empresa.
Para no dejarlo solo a Martínez, en una ejemplar actitud de solidaridad gremial, otros siete gerentes y tres subgerentes decidieron reclamar también la doble indemnización, a no ser que se les permita continuar en sus cargos en la empresa radicada en General Pacheco, que enamora a sus trabajadores, indudablemente. Entretanto, fuentes ligadas a los nostálgicos adujeron que ellos sólo defienden su derecho a que se indemnice a todos, ya que trabajan para una empresa pública que tiene superávit económico.
La Asamblea General Unánime de Accionistas de ARSAT oficializará en pocos días el nombramiento del físico Pablo Tognetti como presidente de la empresa y lo mismo deberá hacer con los directores Guillermo Rus y Facundo Leal, que fueron designados por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza por medio de la Resolución 4/2020.
Tognetti, que ya ejerció la misma responsabilidad actual entre 2008 y 2013, se mostró sorprendido y molesto por la actitud de Martínez. “El Gobierno de Mauricio Macri ha terminado su gestión y tienen que dejar a disposición todos los cargos a la nueva gestión. La ciudadanía votó, hubo un cambio de gobierno y los funcionarios tienen que comprender esta situación. Es insólito y es una piedra más que se pone en el camino a una gestión a la que le dejaron un muy complicado escenario económico”, declaró.
El físico que presidirá ARSAT, se desempeñó en los últimos años como director de la empresa de tecnología aplicada Invap. Ahora deberá fijar un nuevo precio mayorista para la tarifa que cobra ARSAT para su servicio de Internet, que la administración anterior había establecido en $447 (equivalentes hoy a u$s 7,4) por mega.
Además deberá reformular la política satelital del país, porque Macri había reducido a cero el proyecto ARSAT 3, que incluía el lanzamiento del tercer satélite propio de Argentina. Tognetti, por si esto fuera poco, además deberá ocuparse de seguir el desarrollo de la Red Federal de Fibra Óptica (Refefo), que tiene 30 mil kilómetros.
ARSAT es una sociedad anónima estatal que posee cuatro segmentos de actividad, que son el satelital, que tiene dos satélites geoestacionarios; una red de fibra óptica de 31 mil kilómetros; una red de Televisión Digital Terrestre y un data center que se encuentra entre los más desarrollados de América Latina.
Para el final queda la perla negra. En 2015, el recién designado vicepresidente de ARSAT, Guillermo Rus, era su presidente. Cuando llegó al poder Mauricio Macri, también ejerció su derecho al atrincheramiento y exigió una indemnización para retirarse a cuarteles de invierno, que le fue concedida. Hay voceros oficiosos que por estos días sostienen que, como mínimo, Rus debería devolver la indemnización si deseara legitimarse en su puesto.
Para terminar, otra perla negra, ésta de Martínez. Fue acusado de generar numerosos gastos irregulares que no fueron autorizados por el directorio, entre los cuales se cuenta la construcción de un helipuerto que se mantuvo invicto, léase sin ser utilizado, hasta el diez de diciembre pasado, que se suponía que era su último día de mandato. Hace pocos días, de repente apareció un helicóptero de la Policía haciendo maniobras en el hasta entonces inútil helipuerto, que nadie supo cómo llegó allí.