“Asistimos al mismo escenario, pero el final de la obra es abierto”

“Asistimos al mismo escenario, pero el final de la obra es abierto”

Las claves de esta elección son el tercer senador y el voto útil, la división opositora, y el "clima" de agosto y octubre.


La elección porteña de octubre, con parada en las primarias de agosto, servirá en lo formal para renovar tres bancas de senadores (dos K y una opositora) y 13 de diputados (12 opositoras y solo una K). Salvo imponderables, ese reparto de cargos se dará entre nombres conocidos. Sin embargo, eso no le quita interés e incertidumbre a un comicio en expectativa solo superado por la emblemática provincia de Buenos Aires. Se trata de una obra con actores repetidos, mismo escenario, pero final abierto

¿Cuáles son las claves de esta elección?

El tercer senador y el voto útil. Con las encuestas favoreciendo largamente al Pro, con Gabriela Michetti cortada sola arriba, el macrismo se encamina a llevarse los dos senadores por la mayoría. La incógnita es qué pasará con el de la minoría. La alianza de los exrrivales Pino Solanas y Elisa Carrió, con el líder de Proyecto Sur al frente para el Senado y la líder de la Coalición para la Cámara baja, apunta a conseguir ese segundo lugar. En caso de concretarse este escenario, los K perderán sus dos senadores porteños (uno propio y uno aliado). Un golpe muy duro para la idea de avanzar en una reforma constitucional, donde necesitan dos tercios en el Senado. Por eso, los opositores que mejor se ubiquen debajo del Pro en las internas enfocarán su campaña para conseguir ese “voto útil” y hacer causa común contra la re-re de Cristina. El oficialismo intentará resistir seguramente con el inoxidable Daniel Filmus, que ya perdió dos elecciones a jefe de Gobierno pero aun así es el menos malo.

La división opositora. Con el Pro muy fuerte, el mejor camino para la oposición, sobre todo para arrebatar el tercer senador, será consolidar un segundo polo. Hoy ese lugar lo ocupa el frente electoral Unen, que aglutina a los principales partidos y nombres autodenominados progresistas (Pino, Carrió, la UCR, el socialismo). Difícil saber cuánto podrán llevarse las otras ofertas electorales anti-K, como la izquierda de Jorge Altamira, los ex socios del FAP y Proyecto Sur, que irían por separado, o alguna sorpresa que espere al cierre de candidaturas (el 22 de junio) para presentarse. ¿Solo se repartirán votos opositores o alguno le puede “morder” a la boleta K? El resultado de la elección porteña, un distrito habitualmente esquivo a los K, tendrá una lectura que irá más allá de la pérdida (o no) de ese tercer senador. En el cimbronazo de 2009, el cuarto puesto de la lista de Carlos Heller, con poco más de 10 puntos, fue una de las pruebas más explícitas del desgaste.

El “clima” en agosto y octubre. Las sensaciones de la calle y el bolsillo de los vecinos de la Ciudad suelen adelantar oleadas electorales. Históricamente, con su voto, la Capital anticipó tendencias que luego se replicaron a nivel nacional (el menemismo ganó inesperadamente aquí dos años antes de la reelección de Carlos Menem) o al menos formaron parte en ese momento de un fenómeno más amplio (el voto anti-K en las grandes ciudades en 2007). De cara a las primarias y a las legislativas de octubre, ¿los porteños estarán más cerca del aval que le dieron a Cristina hace menos de dos años o de la furia de las marchas al Obelisco pocos meses después? Esa volatilidad también le agrega incertidumbre al final de la obra. Aunque los actores sean repetidos y el escenario, el mismo.

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