Probablemente en el día de hoy Rusia sea expulsado de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, a pesar que desde ese organismo mundial se hayan negado a hacer una investigación independiente acerca de lo sucedido en Bucha, Ucrania. Y la Unión Europea decida este jueves –al igual que hizo Estados Unidos- saturar de armas letales a Ucrania para extender el combate al infinito y continuar aplicando sanciones en una escalada que dista mucho de la intención declarada de alcanzar la paz en dicho país, más bien alienta el conflicto y multiplica las muertes, para una situación que tendrá la misma resolución de todos modos. Más temprano que tarde. Si optaran por una visión más honesta, constructiva y solidaria con dicho país podrían haber disminuido notoriamente el sufrimiento de la población ucraniana, pero es algo que nunca estuvo dentro de los objetivos de la OTAN, y sin embargo apoyó por ignorancia, incapacidad o negligencia el propio Volodimir Zelenski con sus asociados esvásticos.
La Federación de Rusia anunció el 24 de febrero una Operación Militar con objetivos que fueron públicos ante el genocidio que estaba sufriendo la población de las repúblicas separatistas del Donbass, curiosamente nunca observado en 8 años por los mismos países y cadenas de medios de comunicación que hoy se horrorizan por ese mismo tipo de escenas a escasos kilómetros de allí. Y lo peor es que en algunos casos son los mismos batallones neonazis del Ejército ucraniano los protagonistas de las matanzas. Batallones que fueron entrenados y armados tal como reconoció públicamente ayer el Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, por la OTAN desde el golpe de Estado del 2014 hasta estos días. Mientras perpetraban el asedio militar permanente en Donbass, durante este lapso las tropas ucranias aumentaban significativamente, se profesionalizaban con instructores de comandos de USA y Reino Unido, se armaban con equipos modernos de última generación. Tenían como objetivo arrasar los territorios prorusos del este y “limpiar” el camino para el avance de la OTAN hasta la frontera rusa. Como moneda de pago, obviamente Ucrania pasaría a formar parte de la organización -para defenderse luego- y sin tanta urgencia de la UE que acompañaría más suavemente que ahora. Con más inteligencia y menos cobardía.
Pero el diablo metió la cola. Vladimir Putin los anticipó, y cambió los planes. La OTAN ya no llegará tan fácilmente a la frontera rusa y quizás no lo haga nunca. Y seguramente pasará mucho tiempo antes que Crimea y Donbass tengan otra referencia política.
Tácticas y estrategias de la OTAN y de Rusia
La OTAN en su conjunto, y con más ahínco el AUKUS (Australia, Reino Unido y Estado Unidos) entienden perfectamente como reconfigurar los objetivos y si se puede y la coyuntura lo permite ir por todo. Más de lo que estaban dispuestos en un primer momento. La increíble batería de sanciones (miles si se cuentan por países y personas sancionadas) parecen insuficientes para quebrar al Oso ruso que encuentra solidaridad entre sus gigantes vecinos y entonces la presión militar está puesta en marcha máxima dentro de la Alianza Atlántica que está de hecho comandando la guerra desde fuera de Ucrania, no solo en armas y ayuda de todo tipo como dicen, con radares geolocalizadores, inteligencia de todo nivel, sino también con comandos desplegados en zonas seguras y con la batuta de las decisiones tanto en el campo militar, el mediático como en las negociaciones. El Presidente Zelenski es el protagonista -en su rol de héroe- de una película en la cual el guion no le pertenece, la producción ejecutiva y artística tampoco y solo pone los actores de reparto y los extras que caen a la par de las instalaciones críticas que Rusia ya les hizo pedazos. El mayor desgaste posible de Rusia, tanto en lo bélico como en lo económico y su debilitamiento interno y externo, es el objetivo central que persigue la OTAN, por eso necesita alargar el conflicto, más allá de los intereses de Ucrania y la retirada de Rusia de las zonas que nunca le interesaron tomar. Literalmente no quieren que el conflicto se acabe más allá de las consecuencias humanitarias, tampoco negociar ahora nada ni que las tropas rusas salgan del país, es la realidad por estos días y para eso mueven la maquinaria de organismos y países que controlan. El broche de oro con que sueñan en Estados Unidos es que se involucre China, y tener al eje junto enfrente, para forzar eso provocan permanentemente con la OTAN, pero el milenario país sabe esperar su momento que no es este y desarrolla su propia estrategia, que es cierto que es más funcional a Moscú.
Mueven las blancas, pero las negras también juegan.
Para Rusia en líneas generales la operación militar está prácticamente finalizada, sobre todo en las zonas que no pertenecen al Donbass, por ello el repliegue. Jamás pensaron en tomar Kiev ni el Oeste ucraniano, con 150.000 soldados, sería faltarles el respeto a los comandantes rusos. Los analistas serios occidentales y expertos en intervenciones militares, estiman que el que “quiere entrar” necesita entre tres y cuatro veces la cantidad de efectivos que el que defiende, algo que no sucedió jamás en esta operación. Los cercos sobre las zonas del norte y cercanas a Kiev fueron más para cumplir la amenaza, distracción, cortar suministros y comunicaciones, y garantizar los objetivos en otros lugares del país. Además, no hay que olvidar que buen aparte de las tropas rusas entraron y están saliendo por allí. Y la salida es siempre una de las cuestiones complicadas cuando el enemigo no se rinde ni se aniquiló. Y no fue ese el objetivo de las fuerzas rusas. Sí el de proteger y consolidar las Repúblicas del Donbass y destruir todas las instalaciones militares de Ucrania y disminuir al máximo su potencial bélico, algo que han logrado largamente con miles de objetivos destruidos, más allá del apoyo incondicional y permanente de la OTAN.
Economía, dólar y nuevo orden
En la parte económica luego de una devaluación fuerte en los primeros días el rublo ya está nuevamente en los valores previos a la operación militar (83 rublos por dólar). Las medidas tomadas internamente por el Gobierno, y el pago en rublos de la energía (rebajada) por parte de India y China, han ayudado a sostener la moneda en esta coyuntura. La asociación estratégica con China le permite a Putin ampliar su ya amplio radio de acuerdos a otros países estratégicos como Arabia Saudita e Israel, quienes han tenido una posición virtuosa en estos tiempos difíciles. No hicieron seguidismo inútil de lo que no les sirve, mantuvieron soberanamente sus pies en la tierra. Una postura similar, sin romper la UE, pero diferenciándose para no hacerse daño, han tomado Serbia y Hungría, justamente los dos recientemente plebiscitados y triunfantes. Un dato para tener en cuenta, pensando en lo que vendrá.
Empiezan a circular otras monedas más allá del dólar, sobre todo en Eurasia para algunas enormes transacciones comerciales, energéticas o de cualquier otro rubro (yuanes, rupias, riales). Los países involucrados no son precisamente los pequeños y poco influyentes en la economía mundial, y eso también hace ruido en resto del planeta que ve como la inflación especialmente y el desabastecimiento, empiezan a erosionar sus bases de apoyo y sostén. Y eso que son los países que sancionan, no los sancionados. Algo anda mal ahí.
Quizás el gran reseteo del dólar que propone buena parte del establishment republicano norteamericano para eliminar la plata negra de narcos, terroristas y otros (un 40 % del total), y aprovechar para quitarse –blanqueando- buena parte de la deuda externa de encima (impagable, 1.3 del PBI USA) sea una solución inteligente para la primera potencia mundial. Pero siguiendo el consejo de las distintas Agencias (CIA, DEA, etc) como hace Biden en su gestión, seguirá en estas aventuras tribuneras de bajo rédito, únicamente para un par de sectores (armas, energía) que ven además como la creciente inflación igual les recorta la ganancia. Pronto vendrán las elecciones y allí se verá cómo está el americano común y la popularidad del viejo “guerrero” demócrata y su hijo, el laboratorista ucraniano Hunter.