Fue un debate largo y, por momentos, un poco tenso el que se dio el jueves en la Legislatura porteña por la reforma del Código Contravencional. Apenas comenzó la sesión hubo un desfile de legisladores por el pasillo que bordea el recinto, dado que nadie quería dejar pasar la oportunidad de salir en los medios, lo que obligó a un incesante trabajo de los asesores de prensa.
Pero todo cambió cuando promediaba la discusión en particular de los primeros 50 artículos del nuevo Código y dado que solo quedaban en el recinto pocos opositores a la reforma de la Ley 10, el clima se distendió un poco más y el hambre comenzó a ganarle a la razón.
Fue así que las tres docenas de empanadas que compró la diputada Sandra Bergenfeld no alcanzaron ni para comenzar a alimentar a los diputados macristas, que tuvieron que pedir tres docenas más. Las seis docenas fueron devoradas en instantes por legisladores del Interbloque de Compromiso para el Cambio, como así también por algún aliado lopezmurphista y del Partido de la Ciudad.
Lo más gracioso fue que el Salón Eva Perón se había convertido en un comedor, donde entraban y salían diputados famélicos y sedientos. La desesperación se ganó a dos legisladores macristas, uno del grupo Nogaró (ahora Bloque Juntos por Buenos Aires) y el otro del grupo Festilindo (ahora Bloque Compromiso para el Cambio), que fueron al mismo tiempo a agarrar una botella de gaseosa. Finalmente, Ricardo Busacca -quien luce últimamente un prendedor con la bandera argentina y una cinta negra porque "murió la seguridad en nuestro país"- demostró su caballerosidad y buenos modales y le sirvió un vaso de gaseosa también para Marcos Peña.
Pero no sólo se comieron empanadas en el Eva Perón, sino que un par de diputados llevaron alguna que otra al recinto para aquellos que debían quedarse en sus bancas para que el debate siguiera adelante. Fue así que más de un presidente/a de bloque comió a hurtadillas para que ninguna cámara registrara el momento.
La sesión se desarrolló normalmente excepto cuando la diputada de Izquierda Unida, Vilma Ripoll, entraba en cólera y comenzaba a gritar desde su banca, denunciando casi siempre algún "acuerdo espurio" entre el macrismo y el kirchnerismo, o bien criticando al vicepresidente primero, Santiago de Estrada, por su aplicación del reglamento.
En medio de uno de estos ataques de Ripoll, se pudo escuchar a un legislador macrista ironizar: "Para mí que le dieron algo de fumar en Venezuela y por eso se pone así. O bien fue mucho lo que bailó con las negras, que se le revolvieron las ideas". El comentario está ligado al reciente viaje de Ripoll a Venezuela, donde fiscalizó -al igual que la macrista Paula Bertol- el referéndum sobre el gobierno de Hugo Chávez.
Uno los legisladores que sacó de quicio a más de un colega fue Ariel Schifrin (Confluencia). Es que su constante participación en la sesión, sumada a su inquietud en la banca, no sólo dispersaba sino también fastidiaba a varios de los diputados que se sientan cerca. Lo mismo suele suceder, pero en el otro sector del recinto, con la macrista María Florencia Polimeni, ya que cuando desde su bloque no la dejan hacer uso de la palabra, suele comenzar a pulular por las bancas.
Hablando de gente inquieta, hay que mencionar al legislador del ARI Fernando Cantero, que cada media hora aproximadamente suele salir del recinto a dar una vuelta por los alrededores. Según cuentan sus colegas esta costumbre no se debe a que es inquieto, sino a que su compañero de bancada, Fernando Melillo, está tratando de dejar de fumar y por eso suele prender una pipa. Si bien sólo Cantero hace abandono de banca, parece que el hábito de Melillo molesta a más de uno.
Si bien la sesión fue bastante dinámica, pese a los largos discursos de algunos legisladores, se tuvo que interrumpir unos minutos porque un fotógrafo se tropezó en la sección de prensa y se pegó un golpe terrible. Inmediatamente se acercaron diputados de todos los bloques, e incluso el vicepresidente primero, Santiago de Estrada, para fiscalizar que tuviera atención médica. La asistencia llegó, pero varios minutos después.
Otra de las características que tuvo la sesión fue estirar los discursos. En varios momentos, y cuando circunstancialmente no había en el recinto la cantidad de votos necesarios para la aprobación de los artículos, los legisladores recurrían a la verborragia para hacer tiempo. Por ejemplo, cuando se discutía la incorporación de la reincidencia, se tuvo que estirar el tiempo hasta que llegó al recinto Diego Santilli, quien estuvo marcado de cerca por su esposa, la periodista Nancy Pazos.
En una de estas extensas manifestaciones, el diputado Jorge Enríquez hizo gala de todos los argumentos posibles para defender la reforma al Código e incluso el accionar de la Policía al labrar las actas contravencionales, aunque le valió que una compañera de bancada lo tildara de antiguo cuando mencionó que "los policías labran las actas a la luz del farol".
Lo más llamativo tal vez fue ver a los diputados sentándose en bancas diferentes, a tal punto que se pudo ver a Busacca sentado junto a la ibarrista Laura Moresi y al kirchnerista Diego Kravetz. Es decir, la sesión dio para todo.