El Conventillo de la Paloma fue declarado este miércoles Área de Protección Histórica en forma provisoria por la Subsecretaría de Planeamiento Urbano del Gobierno de la Ciudad. Así se evitó que el lugar sea demolido, pero esta decisión del Poder Ejecutivo deberá ser refrendada por la Legislatura que, según explicó la diputada porteña Alicia Caruso -autora de un proyecto que busca este objetivo-, intentará hacerlo en la sesión de este jueves.
La cita era el jueves a las 13 en la Asociación de Martilleros -Talcahuano 479- y la base del remate estaba prevista en 235.000 dólares. Las deudas que le achacan al dueño del Conventillo de la Paloma rondarían los 500.000 dólares, pero los vecinos sostienen que "fueron dibujadas" por una abogada que lo acompañó la última vez que los inquilinos del lugar lo vieron con vida, hace más de cuatro años. En aquella oportunidad, el dueño era sostenido por dos personas, debido a que era un octogenario que habría padecido Mal de Alzheimer.
En el conventillo viven 16 familias que deberán ser desalojadas antes de que la magistrada María Sira Beneventano consume el remate. En tanto, la presidenta de la Comisión de Vivienda de la Legislatura, Sandra Bergenfeld (Compromiso para el Cambio), trabaja en iniciativas que contemplen el futuro habitacional de estas personas.
Con una superficie de 1953,25 metros cuadrados de parcela, el predio tiene dos entradas -una sobre la calle Serrano 152, 156, 158, y la otra sobre Thames 145, 147, 149-, entre las calles Murillo y Muñecas. El edificio está en el corazón de Villa Crespo y fue construido a comienzos del siglo XX por pedido de Salvador Benedit, gerente de la "Fábrica Nacional de Calzados" para que los obreros vivieran cerca de la empresa. "La Nacional", que contaba con 112 habitaciones con cocinas, se constituyó en la primera población de familias del barrio, dando lugar a uno de los tantos crisoles de habitantes de distintos orígenes de la Ciudad.
Allí convivían españoles, italianos, judíos, árabes y criollos quienes organizaban tertulias y bailes sin faltar los clásicos dramas de amoríos y peleas que a veces acababan con la muerte de algunos de sus protagonistas. Alberto Vacarezza se inspiró en ese lugar para producir su célebre sainete "El Conventillo de la Paloma", donde convivían en caricaturas lingüísticas y expresivas, extranjeros y compadritos argentinos.
Por sus características de la construcción, que aún conserva las cerámicas y baldosas en su pasillo con dibujos característicos de la época, el Conventillo de la Paloma es uno de los pocos que presentan esta tipología en Buenos Aires.