A lo mejor no fue el mejor año para la costa bonaerense, en términos turísticos, pero hay un público cautivo que verano tras verano encara hacia las playas atlánticas, repitiendo un ritual con iguales partes de placer y obligación. Hablamos de los dirigentes del peronismo de la provincia de Buenos Aires, fieles habitués de Mar del Plata, Pinamar, Cariló, Mar de las Pampas y otros balnearios donde se alterna el descanso con reuniones en las que se discurre sobre el porvenir del justicialismo en tiempos aciagos. Algunos de estos encuentros salen a la luz, cuidadosamente fotografiados. La mayoría transcurre discretamente, si no en secreto. Algunos son improvisados, acordados de imprevisto en la playa o a través de un mensaje telefónico. Otros, cuidadosamente planificados por la flamante cúpula del PJ de la provincia de Buenos Aires, con un solo objetivo en mente: apurar la unidad para ser competitivos en octubre de 2019.
“Lo que no se hable ahora, que estamos todos tranquilos, no va a poder hablarse diez días antes del cierre de listas, imaginate.” Ese razonamiento, en boca de un intendente que no sale en las fotos pero ayuda a facilitar las reuniones, explica la estrategia pública para esta temporada, cuyos principales intérpretes son el flamante presidente del PJ provincial, Gustavo Menéndez, y el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Durante la primera semana del año, Menéndez se tomó una foto con Sergio Massa, e Insaurralde hizo público un asado con Máximo Kirchner. Luego, ambos dieron entrevistas en las que marcaron el sendero: “Veo posible una reunión entre Cristina y Massa”, dijo el titular partidario. “No podemos discutir el liderazgo de Cristina. Podemos contribuir para que Cristina y todos construyamos una fuerza que sea mayoría”, agregó, en tándem, el lomense.
La tarea no será sencilla. En principio, ni Massa ni CFK han dado, todavía, su palabra sobre el tema. La expresidenta viene pregonando unidad desde abril de 2016 (¿remember Frente Ciudadano?) aunque en las últimas elecciones eligió romper antes que dar las PASO. Massa, que hasta ahora se mostraba renuente a negociar con el kirchnerismo, habló en estos días de diferencias que “se diluyen” ante las políticas que aplica el Gobierno, aunque luego relativizó esos dichos y dijo que con Fernández de Kirchner los separa “un océano”. Hay un problema extra para el tigrense: no está en condiciones de garantizar la cohesión de su armado. Si se arrima al Frente para la Victoria, sangrará por derecha; si decide quedarse fuera de un acuerdo peronista amplio que incluya al kirchnerismo, corre el riesgo de perder cuadros clave, como Felipe Solá y Graciela Camaño.
Aunque saben todo eso, los impulsores del armado son optimistas: sin hacer mucha alharaca, la unidad de la oposición volteó los intentos del Gobierno de aprobar, en sesiones extraordinarias durante el mes de febrero, la reforma laboral y la nueva ley de Ministerio Público Fiscal. Ninguna de las dos tiene, por ahora, una nueva fecha en la hoja de ruta oficial y a lo mejor ni siquiera se traten. La conformación de la comisión bilateral investigadora del hundimiento del ARA San Juan será otro logro del trabajo parlamentario conjunto. Sabiendo esto, el Gobierno intentará mover el Congreso lo menos posible este bienio. El decreto que firmó el Presidente la semana pasada fue el primero de varios que se preparan en la Casa Rosada.
La situación es propicia para que la oposición tonifique sus músculos de hacer política y llegue en forma al verano del año que viene, cuando se empiecen a discutir, en las mismas carpas de los mismos balnearios atlánticos de todos los años, las estrategias electorales.