Después de una larga serie de escaramuzas verbales, los gobiernos porteño y bonaerense acordaron, por fin, una propuesta de trabajo para reducir el envío de los residuos generados en la Ciudad para ser enterrados en territorio provincial.
Es necesario aclarar en este punto que el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, le viene reclamando al Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, que reduzca el volumen de residuos, lo que de todos modos este debería haber hecho por sí mismo debido a la existencia desde 2005 de una ley, que lleva el número 1.854, conocida popularmente como Ley de Basura Cero.
Esta ley toma los parámetros del volumen enterrado en 2004 en los rellenos bonaerenses –ubicados en ese entonces en Villa Dominico, Ensenada y González Catán–, que fue de 1.500.000 toneladas.
Luego, la Ley 1.854 establecía un cronograma de disminución que debía culminar en 2012, por el que se autorizaba a la administración porteña a enviar al territorio bonaerense solo 750 mil toneladas.
A partir de la asunción de Macri, la generación de basura creció de manera exponencial, tanto que en el año en curso se enterraron 2.150.000 toneladas hasta el 30 de noviembre, una cifra que roza el triple de lo que postulaba la Ley de Basura Cero. Hay que recordar que en el año 2011 se enviaron a la provincia 2.277.772 toneladas.
En la reunión del miércoles, los porteños propusieron una serie de acciones que teóricamente dan el problema por solucionado, pero la verdad es que la propuesta no lleva a ningún lado porque deja de lado el factor militante fundamental en el tema de la generación de basura, que son los propios porteños.
Se habló –y está bien– de contenedores, de plantas de separación y de procesos de tratamiento de los residuos. Se habló de que antes del 1 de marzo del año próximo se enterrará un 29 por ciento menos del tonelaje de basura que hoy viaja hacia la planta Norte III, ubicada a la vera de Camino del Buen Ayre. Se habló de que en un año y medio la Ciudad habrá reducido en un 78 por ciento la generación de residuos sólidos urbanos que hoy se entierran en Norte III. Todo eso está muy bien, y el camino elegido es, técnica y metodológicamente, el correcto, y muy pocas salvedades se le podrían hacer.
En uno de sus mejores libros, el escritor uruguayo Eduardo Galeano relata el caso de un sabio cacique guaraní del chaco paraguayo que recibió a unos misioneros cristianos que trataban de convertirlo, a los que les contestó, luego de escuchar la propaganda religiosa: “Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien”. Pero luego, ante la desilusión de los pastores protestantes, completó su frase con una sentencia lapidaria: “Pero rasca donde no pica”.
En el plan de manejo que presentaron las autoridades faltan los únicos aliados que garantizan que la propuesta funcione y que debieran haber sido convocados hace mucho tiempo ya: los porteños.
¿Alguna vez aprovechó el Gobierno porteño el acceso de que dispone a las escuelas que están bajo su control para concienciar a los chicos –se sabe que ellos son los multiplicadores de la propuesta– sobre la necesidad de encarar las tres erres: reciclar, reutilizar y reducir? ¿Alguna vez se aprovechó la distribución de las facturas de ABL, patentes e Ingresos Brutos para adjuntar los folletos explicativos acerca de la manera de utilizar los contenedores que se instalaron en los barrios, en los que la gente tira cualquier cosa, ya que desconoce para qué sirven? ¿Existe el diseño de una campaña gráfica de concientización que vaya más allá de la inútil y costosa “Jugá limpio”, que no se sabe para qué servía? ¿Existe el diseño de una campaña para concienciar a los porteños sobre el uso de los contenedores y la separación en el hogar de los residuos reutilizables, como papel, cartón, metales, plásticos, latas y pilas descartables, entre otros?
Además, se les podría agregar a todos estos ítems la educación a la población para enseñarle las desventajas sobre ensuciar las calles y los lugares públicos, una gran deuda que los desaprensivos porteños tienen con su propio medio ambiente y que hasta ahora ningún gobierno encaró.
La propuesta de Macri
En la reunión entre las conducciones de ambas jurisdicciones, los porteños propusieron reducir la generación de residuos con base en varios sistemas de trabajo.
El primero es la puesta en marcha de una planta de tratamiento en el propio relleno Norte III, que reduciría en 600 toneladas diarias el enterramiento de residuos. Como la Ciudad entierra 6.000 toneladas diarias, aproximadamente, significaría una disminución de un 10 por ciento.
Además, Macri pondría en marcha la planta de tratamiento de áridos que se sumaría a la doble contenerización implementada en algunos puntos de la Ciudad. Ambos sistemas permitirían una reducción de 1.120 toneladas más cada día. Sumado al punto anterior, significaría una disminución del 29 por ciento y sería posible, según el ministro de Espacio Público y Medio Ambiente porteño, Diego Santilli, alcanzar esta meta el 1 de marzo.
Con la ampliación del sistema de doble contenedor, según Santilli, para el 1 de junio del año próximo se podrían reducir 130 toneladas más. Al 1 de noviembre de 2013, con la ampliación del tratamiento de los áridos –800 toneladas más– se arribaría a la meta de reducir el 44 por ciento de los residuos que hoy se generan en el distrito porteño.
Si se alcanzara positivamente la meta de lograr el tratamiento de 2.000 toneladas más de residuos hogareños y comerciales, el Gobierno porteño se propone llegar el 1 de junio de 2014 a disminuir el 78 por ciento del volumen de residuos sólidos urbanos que hoy se entierra en la provincia.
Un final anunciado
Hacia el fin del gobierno de Aníbal Ibarra, el intendente de Avellaneda, Oscar Laborde, encabezó algunas marchas de vecinos que exigían el cierre del relleno de Villa Dominico, que se concretó un tiempo después.
En estos días existe un fuerte conflicto con los vecinos de Norte III, que exigen lo mismo, alegando que la presencia de millones de toneladas de residuos en las proximidades de sus hogares genera cientos de problemas de salud y de malos olores en sus vecindarios. En este contexto, el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, echó –como lo hace habitualmente el macrismo– las culpas por sus propias responsabilidades hacia el Gobierno nacional, al que responsabilizó por no haber autorizado la extensión del relleno Norte III hacia un terreno cercano, situado en Campo de Mayo.
La pregunta es: ¿en qué contexto plantea responsabilidades ajenas el señor jefe de Gabinete de la Ciudad de Buenos Aires? ¿En el de su propia incapacidad para reducir el volumen de residuos, que desde su asunción creció desde aproximadamente 1.600.000 toneladas hasta las casi 2.200.000 actuales, lo que significa casi un 40 por ciento de incremento?
¿Por qué debería la Presidenta de la Nación pagar un costo político más o menos grave para tapar no solo la incapacidad de otros sino también el incumplimiento por parte de estos de la Ley 1.854, de Basura Cero?
Es el momento en que los discursos mordaces y las palabras hirientes deben dejar paso al trabajo y la aplicación estricta de la Ley 1.854, de una vez por todas.