La reprimenda pública que hizo Cristina Fernández de Kirchner sobre la inseguridad que azota al conurbano bonaerense tuvo una derivación en la interna oficialista: colocó en situación de inestabilidad política al ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni.
A tal punto, que arrecian las versiones sobre la próxima salida de Berni del gabinete provincial. “La seguridad es día a día”, deslizó una fuente oficial, al tiempo que ponderó al ministro de Justicia, Julio Alak. “Está haciendo un trabajo enorme”, sostuvo un colaborador del gobernador Axel Kicillof.
El exintendente de La Plata se convirtió así en el principal candidato a suceder a Berni en la cartera más caliente. Los trascendidos de las últimas 48 horas -el nombre de Alak daba vueltas desde hace al menos un par de semanas- especularon con la posibilidad de la fusión de Justicia con Seguridad, de que la exministra Cecilia Rodríguez ocupe un casillero y de que el comisario general Jorge Oscar Figini se posicione como el nuevo jefe de la Policía bonaerense. Figini responde a Hugo Matzkin, el exjefe de la fuerza. Es decir, al intendente de Ezeiza Alejandro Granados, un peso pesado del rubro.
Los intendentes objetan a Berni su negativa a coordinar el trabajo entre la Policía bonaerense y las fuerzas federales, como la Gendarmería, cuya presencia en una dotación más numerosa reclamó Cristina, lo que puso al presidente Alberto Fernández y a su ministro Aníbal Fernández a estudiar esa posibilidad.
El Gobierno nacional conoce de sobra la postura de los intendentes peronistas del Gran Buenos Aires. Dos días antes de que Cristina dijera lo que dijo en el estadio único, Aníbal Fernández recibió a Martín Insaurralde, el jefe de Gabinete de la provincia y primus inter pares de los jefes comunales del PJ.
En el Conurbano subrayan que cualquier excusa es válida para ir contra Berni. “Los intendentes no quieren hacer nada con él”, explicaron desde un municipio del sur.
Dicen que es por su estilo y por no consensuar con los jefes comunales. Que no es personal, solo político. Pero lo cierto es que la permanencia del ministro de Seguridad ya no es digerible para buena parte del sistema político bonaerense.