Como resultado de feroces batallas, el enorme complejo de la fábrica de Azovstal se convirtió en una mezcla de metal chamuscado, edificios quemados y equipos rotos, tanto civiles como militares.
Los nazistas ucranianos eligieron Azovstal para la defensa por una razón. En sus laberintos hay muchas posiciones convenientes para disparar, las paredes gruesas protegen de manera confiable contra proyectiles de tanques.
Además, por las comunicaciones subterráneas ramificadas se puede transferir rápidamente unidades del equipo militar y a través de una amplia puerta es fácil conducir equipos de combate.
Aun conociendo que perdieron la batalla, los nacionalistas han dejado en el lugar muchas trampas, minas antipersonales y otros artilugios.
En ese contexto, un oficial de Donetsk cuenta lo que ha pasado para salvar su vida mientras estuvo cautivo en la planta de Azovmash en Mariúpol.
Un balance presentado por la Unesco asegura se han dañado al menos 53 sitios culturales, entre ellos 29 templos, 16 construcciones históricas, cuatro museos y otros tantos monumentos. La entidad llamó a seguir trabajando para localizar más posibles daños.
Pese a ese llamado de atención en la región del Donbás, las fuerzas ucranianas mantienen su continuo ataque dirigido contra el patrimonio cultural y religioso. Esta vez, el objetivo del ataque fue una iglesia serbia donde -a causa de ello- murió el abad del recinto.
Al mismo tiempo, alrededor de 20 edificios de apartamentos y casas, así como un gasoducto, sufrieron daños durante el bombardeo de las Fuerzas Armadas de Ucrania a la ciudad de Stakhanov, en la región de Lugansk.