Fue, claramente, un crimen por encargo. La hipótesis de que Pablo Guelman, ex presidente del casino flotante de Puerto Madero, fue muerto por un ladrón, no resiste el menor análisis. Fue lanzada por la policía con el único propósito de ganar tiempo y poder reunir evidencias que permitan identificar tanto al sicario como a su contratante.
Guelman, de 45 años y más de 220 kilos de peso, fue asesinado de un solo y certero balazo el lunes por la noche a metros de de la esquina de John F. Kennedy (la antigua Darragueira) y Demaría, a una cuadra de la embajada de los Estados Unidos, uno de los lugares más vigilados de la Ciudad.
El asesino aguardó pacientemente a que Guelman terminara de cenar en casa de un viejo amigo. Lo hizo en compañía de un perro en la aledaña Plaza Martín Álzaga, cruzando la calle, de modo de no llamar la atención de los policías que custodian aquella legación diplomática, confirmaron fuentes próximas a la investigación, que es conducida por el fiscal Andrés Pérez.
INTENTO FALLIDO
Todo indica que el criminal intentó matar a Guelman una semana atrás, el lunes 12, cuando el asesinado había cenado en el mismo lugar. Entonces, al marcharse en su Volkswagen Passat ?que una semana después volvería a estacionar sobre la calle Kennedy? sorpresivamente un hombre se acercó a su ventanilla, por lo que Guelman se asustó y aceleró.
En dicha ocasión, apenas hubo puesto una distancia prudencial, Guelman llamó desde su celular a anfitrión, Juan Carlos Vissio, quien bajó a la calle e interrogó a unos cartoneros, que lo tranquilizaron al decirle que el hombre que se había acercado al coche de Guelman paseaba a un perro, narró en la comisaría 23 uno de los comensales de aquella cena.
Guelman no olvidó el incidente y el pasado lunes 19 le pidió a Vissio que bajara a la calle con él y aguardara hasta que se hubiera ido. Ya había entrado a su automóvil cuando otra vez sorpresivamente apareció un hombre con un perro y los encañonó con un arma de puño, exigiéndole a Guelman que bajara del vehículo y le entregara las llaves del mismo y todo el dinero que llevaran encima, orden que también le dio a Vissio.
ENTRAR A MATAR
Guelman le dio 800 pesos y Vissio mil. El malhechor los tomó, pero en ese momento el dinero resbaló de sus manos, por lo que le ordenó a Guelman que lo recogiera. Cuando Guelman se agachó y estiró el brazo hacia los billetes, le descerrajó un solo balazo en la axila. Como un torero da el estoque final. Luego, con pasmosa tranquilidad y ante los aterrados ojos de Vissio (un señor mayor, fabricante y exportador, entre otros alimentos, de unas deliciosas almendras recubiertas de chocolate) recogió el dinero y las llaves del auto y subió al mismo luego de que lo hiciera su perro.
Sin embargo, ese Passat tiene caja automática y el sicario no supo ponerlo en marcha, por lo que bajó y, siempre en compañía del can, se fue del lugar caminando.
Guelman fue llevado consciente al Hospital Fernández, donde expiró aproximadamente una hora y media después de haber sido herido, a las 12.20.
CRISTÓBAL Y LA NAVE DE LAS TRAGAPERRAS
El occiso era contador, y aunque argentino, desarrolló la mayor parte de su vida profesional en España, donde conoció a los hermanos Lao, gallegos radicados en Tarragona (Cataluña) donde su empresa, Cirsa, tiene su casa central.
Fue presidente de la filial local de la empresa en reemplazo de Andrés Morell entre 2004 y fines de 2007. Durante su mandato, Cirsa, que ya regenteaba el buque-casino Missisipi River en la Dársena Sur (en su límite con Puerto Madero) se asoció con Casino Club, del empresario kirchnerista Cristóbal López, y agregó un segundo buque ?dedicado exclusivamente a las máquinas tragamonedas? que está unido al primero por una planchada.
Guelman, un hombre con grandes dotes para las relaciones públicas pero con alguna inestabilidad emocional, se habría retirado de Cirsa en buenos términos. Hasta el punto de haber analizado en los últimos días con directivos de la empresa la posibilidad de volver a contar con una custodia.
ANTECEDENTES
Hace medio año, Guelman fue a buscar a su esposa al Rosedal de Palermo. Esperaba en su Passat a que ella terminara su acostumbrada caminata gimnástica practicando uno de sus pasatiempos favoritos, el sudoku (especie de crucigrama numérico, de origen japonés) cuando dos hombres lo encañonaron desde ambos costados. Luego de amenazarlo de muerte, subieron al auto, le quitaron todo el dinero que tenía encima y lo llevaron a recorrer cajeros. Por fin, lo abandonaron en Villa Martelli. El Passat apareció días después a escasos metros de la Unidad Regional de Tigre.
Desde entonces, escaldado, Guelman y su esposa se habían radicado en Barcelona. Dinero no les faltaba, pues Guelman podía darse el lujo de vivir de rentas. Sin embargo, acaso extrañando Buenos Aires, en los últimos tiempos ella había regresado al espléndido piso conyugal en Barrancas de Belgrano. Guelman, pudo averiguarse, tenía planeado regresar a Barcelona en los próximos días. Sin ella.
Los investigadores siguen varias pistas. Una de ellas se centra en el asesino, un profesional que, conjeturan, ama a su perro ?un perro cualunque, mestizo? hasta el punto de llevarlo consigo aún, como en éste caso, a la hora de ejecutar algunos trabajos.