El Gobierno porteño lanzó este miércoles a sus inspectores sobre los cinco bingos y dos agencias hípicas para evitar la proliferación de las tragamonedas en la Ciudad de Buenos Aires, que no tributan un solo peso a las arcas de la capital argentina. En el mediodía del jueves, mientras tanto, las agencias hípicas restantes estaban siendo examinadas por los atentos sabuesos porteños.
En esta ocasión los inspectores estuvieron en los bingos de Belgrano -Cabildo 3200-, Flores -San Pedrito 55-, Caballito -Rosario y Centenera-, Lavalle -Lavalle 842- y Congreso -Rivadavia al 2200-. Para matar dos pájaros de un tiro, los inspectores también se hicieron presentes en las agencias hípicas de Rivadavia 2234 y de Cabildo 3241, situadas justo frente a dos de los bingos inspeccionados. Sólo en la última de las agencias mencionadas fue imposible el allanamiento porque estaba cerrada.
Cuando los inspectores llegaron, las empresas ya habían retirado -ante el temor de perder los juegos a manos de la justicia- todas las tragamonedas, por lo que los funcionarios se limitaron a consignar en sus informes esta circunstancia.
Este despliegue sirvió para ocultar -a la vez que mostrar- la morosidad de los funcionarios y de los legisladores para crear un Instituto del Juego, que no fue el complemento de la Ley de Juego, como hubiera debido serlo si se hubiera legislado con sensatez, una virtud poco difundida entre los legisladores porteños.