En los comedores de las escuelas porteñas se entregan diariamente 60 mil almuerzos, 170 mil desayunos, 35 mil refrigerios y 5 mil colaciones con los que se intenta cubrir alrededor del 75 por ciento del valor nutricional que necesitan los chicos para estar bien alimentados, según manifiestan las autoridades del área educativa.
El servicio que entregan los 22 concesionarios -que son controlados por la Dirección de Cooperadores y Comedores Escolares- llega hasta la propia mesa de las escuelas y el precio de cada comida incluye el servicio de camareras y cocineras. De los 60 mil almuerzos que se sirven, 55 mil se cocinan en las propias escuelas, en tanto que 5 mil se sirven por servicio de catering (o vianda), es decir que el concesionario lo prepara en sus propias instalaciones y luego lo transporta hasta la escuela.
Cada uno de los 170 mil desayunos les cuesta a los contribuyentes porteños 36 centavos. Constan de una taza de cacao o mate cocido con leche, acompañadas de un alfajor de maicena o de galletitas. Una vez a la semana se sirve un yoghurt.
Por cada almuerzo, la ciudad paga 2,15 pesos. Se trata de 15 menúes diferentes, que varían con cada estación del año. De esta manera, se asegura que un menú no se repite hasta tres semanas después de haber sido servido. El equipo de nutricionistas decide lo que van a comer los chicos, por lo que cada día se sirve el mismo menú en todas las escuelas de la ciudad. Los almuerzos incluyen ternerita, pollo al horno, bifes de carne o pescado y milanesas, acompañados por ensaladas de papa, zanahoria, choclo y huevo. Los postres son fruta, flan, gelatina o helado.
Cada refrigerio cuesta un peso con dos centavos y se compone de un sandwich, un postre de repostería y una fruta. Cada colación cuesta 50 centavos y se consta solamente de un sandwich. El presupuesto que utiliza el Gobierno porteño para darles de comer a sus escolares, asciende a 220.000 pesos por día, que suman en todo el año alrededor de 58 millones de pesos.
Existe también un servicio para las escuelas especiales, en las que hay chicos que ni siquiera pueden masticar, que comen papillas y otras comidas especiales. Los precios que paga la ciudad para alimentarlos son los mismos que para todos los demás casos.
Un grupo de nutricionistas controla diariamente el servicio que dan los 22 concesionarios que proveen a las escuelas. Las vicedirectoras de cada escuela, en tanto, son las encargadas de los comedores de sus respectivos establecimientos.
En la ciudad hay, de todos modos, nueve escuelas autogesionadas, cuyas cooperadoras se encargan del servicio de comedor, sin mayores problemas. "Es más difícil llevar esto adelante -dice Eduardo Torres, el director general de Cooperadoras y Comedores Escolares-, porque en estos casos debe existir una cooperadora muy fuerte. Deben convertirse casi en empresas, por lo que nosotros, inclusive, les recomendamos que tramiten la personería jurídica, porque deben contratar personal y, en consecuencia pueden tener juicios laborales u otros problemas similares, derivados del hecho de llevar adelante una actividad de este tipo".
