Cambiemos ya piensa en el día después

Cambiemos ya piensa en el día después

El cuadro de situación es difícil y se vive cierta resignación ante lo inevitable. La buena performance nacional de la coalición Cambiemos no iría acompañada de un triunfo en la Provincia.


Los números no son buenos para el oficialismo en la Provincia. El cuadro de situación es difícil y se vive cierta resignación ante lo inevitable. La buena performance nacional de la coalición Cambiemos no iría acompañada de un triunfo en Buenos Aires, según los sondeos que maneja el comando de campaña y que muestran, vale remarcar, la misma tendencia de todas las encuestas que se publican.

“Yo creo que perdemos, pero por poco”, confiesa un funcionario nacional de buena llegada a la gobernadora María Eugenia Vidal. “Los números que tenemos nos dan empate técnico”, dicen desde la jefatura de campaña, más cuidadosos. En La Plata creen que en la última semana puede revertirse la tendencia por la multiplicidad de factores: concientización de lo que implica la elección, temor a un gobierno débil y pánico a una Cristina que pueda volver.

Pero fuera de micrófono y con operadores más crudos, que pisan el conurbano hostil al macrismo, no hay mucho lugar para el optimismo floreado que se oye por radio y TV: “La preocupación que tenemos es que Cristina crece. De hecho, muchos no pueden creer cómo ella logró manejar su ego y hacer una campaña sin mostrarse, lo que le terminó sirviendo mucho”.

La exreina de las cadenas nacionales entendió que el bajo perfil ayuda a mantener controlado el nivel de crispación del voto más furiosamente antikirchnerista. Su versión dócil, como la de esta semana, cuando en un acto rodeada de científicos aseguró no querer “que al Gobierno de Cambiemos le vaya mal”, descoloca a sus competidores, que la necesitan enojada y agresiva. Pero no les da el gusto.

“Algunos piensan si en el conurbano no es mejor sacar al Presidente de la foto”, agrega el funcionario, confesando un debate interno en el oficialismo de la Provincia. Es que en el conurbano la imagen de Mauricio Macri no logra remontar, más allá de las ayudas de los grandes medios y las incipientes buenas noticias económicas. La poca potencia del binomio Esteban Bullrich-Gladys González no ayuda (y menos que menos las criticadas declaraciones mediáticas del exministro).

Por ejemplo, en un distrito con notable proporción de clase media del noroeste del conurbano, en la Primera Sección, la imagen negativa del Presidente alcanza el 58 por ciento. Con respecto a Vidal y a Elisa Carrió (candidata en Capital Federal), las dos figuras de Cambiemos que más miden en Provincia, Macri va ensanchando peligrosamente la diferencia.

Igualmente, el Presidente tiene previsto al menos dos visitas a territorio bonaerense antes del cierre de campaña: Bahía Blanca y Azul. La primera es uno de los distritos clave del interior provincial en donde el oficialismo necesita descollar para balancear la paliza en la Tercera Sección.

Justamente, la sorpresa en el equipo del vidalismo pasa por las dos secciones que suman ocho millones y medio de votos: “En los números se emparejaron la Primera y la Tercera. La idea era empatar con el kirchnerismo en la Primera para balancear con la Tercera, pero no se está dando eso sino que los números están parecidos en todo el conurbano”. Es decir, una expresidenta encabezando.

Pese a todo, en Cambiemos no hay pesimismo. A diferencia de 2015, cuando en las PASO necesitaban hacer diferencia con Massa para demostrar que el rival competitivo al kirchnerismo era Macri, ahora los ojos apuntan con mucho más interés a octubre. Claro, son oficialismo tanto en la Nación como en la Provincia y ansían engordar los bloques legislativos.

“Creo que va a venir bien un triunfo por dos o tres puntos de Cristina. Va a ser un cimbronazo y una llamada de atención que terminará ayudando en octubre”, opina el funcionario. Esa opinión es compartida por muchos que suponen un clima de balotaje a finales de octubre, en el que se jugarán todas las fichas (hasta ahora las campañas de todas las agrupaciones vienen siendo austeras) con una economía –suponen– que ya esté derramando mayores beneficios, para que Cambiemos logre un triunfo pírrico asfixiando a las terceras opciones acumulando el voto antikirchnerista.

Otro elemento nada desdeñable es el cambio en la correlación de fuerzas territorial y su impacto a la hora de la fiscalización. Cambiemos no solo es oficialismo sino que gobierna 69 de los 135 municipios bonaerenses. La capacidad del Pro de controlar la elección nunca fue mejor ni mayor y cuentan, además, con la expertise del pasado y la capacidad organizativa más sofisticada de la Provincia en tecnología.

Según el think tank Cippec, que realizó un pormenorizado estudio electoral en 2015, Cambiemos y el kirchnerismo lograron fiscalizar el 95 por ciento de las mesas de votación, mientras que el massismo lo logró en un 70 por ciento. Es probable que, dada la situación actual, el oficialismo esté en un 100 por ciento y los opositores bajen algún peldaño. Esto explica, como se dijo en esta columna el año pasado, por qué sectores del vidalismo y el monzonismo chocaban con el resto de Cambiemos a la hora de impulsar la puesta en práctica en forma inmediata y universal de la boleta electrónica.

La recta final promete subir la temperatura de la campaña, que Vidal concluirá en el Club Asturiano de Vicente López, distrito emblemático para el Pro por ser el primero que gobernó fuera de la Ciudad. Irán al compás de una rival que aguarda agazapada con la tranquilidad que brinda liderar encuestas siendo oposición, mientras que en la vereda oficialista seguirán avivando la llama del temor a su regreso y esperando que prenda el fuego de los ejemplos de Venezuela y Santa Cruz. Porque para octubre todavía falta demasiado.

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