Cancillería: nuestros tres “aliados” en conflicto y la doble apuesta en USA

Cancillería: nuestros tres “aliados” en conflicto y la doble apuesta en USA

Opinión


La política internacional en un mundo multipolar como el que tenemos hoy es una de las claves a la hora de tomar las decisiones internas y externas de cada Nación. Nunca hay países amigos o enemigos, salvo en los casos en los que existen conflictos bélicos en pleno desarrollo, sino intereses comunes o contradictorios. Y éstos pueden cambiar a la luz de una organización sensata que acomode las intolerancias, reduzca determinadas apetencias y priorice el bienestar de las mayorías. Pero lamentablemente las brechas en términos de desigualdad se agrandan, y eso origina que se sigan reformulando y discutiendo caminos que garanticen una mejor convivencia en la senda de un mundo más justo. La ONU (y sus apéndices) claramente es el organismo clave que falla en este momento. Tema a revisar para que exista un futuro.

La Argentina es un país que nunca se caracterizó por tener una política exterior muy coherente, más bien zigzagueante, lo que la perjudicó a la hora de defender los diversos intereses nacionales. Pero nunca había estado en una posición de tanta intransigencia ideológica y alejada de la discusión global, lo que le quita cierta posibilidad de alineamientos en función de sus objetivos centrales. Y le agrega poco y nada.

El mundo atraviesa por estos tiempos alrededor de 60 conflictos de distinta magnitud y beligerancia, de los cuales sobresalen los que se desarrollan en Gaza y en Ucrania, la situación en Taiwán, aunque no son los únicos que están activos. Incluso esos enfrentamientos se mezclan a veces en el desarrollo de los nuevos alineamientos, generan cambios regionales y, sobre todo, advierten acerca de cuál debería ser la organización mundial más conveniente para las futuras décadas, en temas como comercio, seguridad, antiterrorismo, energía, cuidado del planeta, soberanía territorial y respeto irrestricto por la diversidad cultural que habita en este planeta. No está claro que todos lo deseen.

La Argentina ha tomado partido por el apoyo a los Estados Unidos. Pero lo hizo en una forma errada. La misma se expresó con los “urgentes pedidos de fondos a Biden (vía FMI)” y con los abrazos (entre bambalinas) del Presidente Milei con Donald Trump a escasos 6 meses de las elecciones más cruciales y difíciles de USA que impactarán con fuerza en el resto del planeta. Entre ellos son muy notorias las diferencias de pensar todos los conflictos del presente global y también en la política interna económica y de migrantes. En una palabra, esta vez no se puede estar con los dos, desde un país como el nuestro que carece de relevancia mundial en las grandes decisiones. Es una tontería creerse (y decirlo) que es uno de los presidentes más importantes del mundo, habiendo tenido el primer logro legislativo hace apenas 24 horas luego de 4 meses, y encima con una media sanción que deberá ser ratificada por el Senado de la Nación.

Hay tres escenarios muy peligrosos en el mundo que están siendo administrados con mucha paciencia por las grandes potencias mundiales para que no estalle el planeta antes de tiempo. La Argentina ha tomado partido –sin que nadie le pidiera- sobreactuando en todos ellos. En Israel, yendo al país a reunirse con sus máximas autoridades en plena guerra, algo que no es muy común ni siquiera entre los países que son muy solidarios con el régimen de Netanyaju. Tampoco fue muy feliz la peregrina idea de cambiar la sede diplomática a Jerusalem, algo que la realidad le obligó a abandonar. Y menos nombrar a su rabino personal como embajador, el consuelo de sus llantos en el muro de los lamentos. De Gaza ni una palabra nunca, una miopía que ni Europa ni Estados Unidos tienen a pesar de todo su apoyo logístico y político.

Los dos helicópteros donados a Ucrania, los abrazos con Volodimir Zelensky en su asunción y la posible visita a Ucrania en junio junto a las promesas de ámbitos “por la paz”, lo deja al país en una posición incómoda ante una mayoría mundial que eligió la neutralidad natural en la búsqueda de la paz, pero Milei prefiere combatir -como si fuera Lockheed Martin- hasta el último ucraniano y si la guerra dura eternamente mejor. Hasta Elon Musk se lo dice, es una estupidez. El principio de adhesión a socio global de la OTAN que inició Luis Petri es la frutilla del postre para un país que –a pesar de todos sus defectos- vive en el llamado continente de la paz, donde la última guerra fue Malvinas. Y la perdimos contra nuestros amigos globales o donde estaba la OTAN…

Ningún Presidente argentino viajó nunca a ningún lado para ver al jefe del Comando Sur. En su propio país, Milei hizo 3 mil kilómetros para sonreír junto a la generala Laura Richardson, en una provincia todavía sangrante por la guerra que pasó. Y cercana a las maniobras que ingleses y americanos hacen juntos, para mojarnos la oreja. La base como será ¿compartida?

Para terminar, hicimos varios gestos de apoyo a Taiwán que terminaron siempre en retrocesos contradictorios, porque hay una realidad que exige, ante un voluntarismo que niega – al igual que con Brasil- a los dos principales socios comerciales de la Argentina. Y encima los agravia tildándolos de comunistas, antidemocráticos y delincuentes. Un papelón importante. La salida del BRICS fue también otra decisión errada, ya que si Arabia Saudí e India pueden estar allí se supone que la celeste y blanca también. Doble standard y poco vuelo. No todo se acomoda a lo que definen las madrugadas de Olivos. Más bien todo lo contrario a nivel global. Conan no juega allí, no admiten mascotas.

Veremos cómo nos ayudan nuestros nuevos “súper amigos” y como nos tratan en el futuro todos aquellos a los que supimos agredir. Lo que gane o pierda en este toma y daca la Argentina, marcará la calidad de las elecciones caprichosas de nuestro Presidente, que fueron pocas pero pésimas. Demasiado daño para cuatro meses.

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