“Yo soy un cura de pueblo… No tengo un mango para ir a ver a Francisco, la verdad.” Un poco en broma y otro poco con timidez, la frase del padre Carlos Bouzón refleja el contexto en el que trabaja en el Bajo Flores, una zona en la que, asegura, la inseguridad y la violencia “recrudecieron desde el año pasado”.
En diálogo con Noticias Urbanas en vísperas de la Semana Santa, Bouzón revalorizó la figura del papa Francisco, que como argentino “busca la reconciliación nacional”.
El padre Bouzón habla de “reconciliación” justo cuando estas Pascuas coinciden con el Día de la Memoria, una fecha en la que la Iglesia tomó partida doble: por un lado, a través de un documento llamó a que “nunca más” haya un golpe de Estado en la Argentina, y, por otro, confirmó que el Vaticano está trabajando en la desclasificación de sus archivos durante la dictadura.
“Es importante esto de sanar las heridas”, dice el párroco, y en ese marco se refiere también a la última visita del presidente Mauricio Macri a Roma, donde fue recibido con cierta distancia por Francisco: “No hay que buscar diferencias donde ni siquiera las hay. El Papa quiere que empecemos a trabajar unidos”.
–Esta Semana Santa coincide con el 24 de Marzo. En ese marco, en los últimos días la Iglesia pidió en un documento “sanar sin olvidar”. ¿Qué lectura hace usted sobre esta fecha emblemática?
–Uno en la Pascua hace memoria del sacrificio de Jesús en la cruz, que vino a dar su vida por todos y cada uno de nosotros. Por eso, es importante esto de sanar las heridas que se fueron abriendo en distintos procesos históricos en el país. En esta fecha especial estamos todos los que creemos en eso. Yo creo que hay que buscar las cosas que nos unan positivamente, los puentes de diálogo, sanar las brechas y reconocer los errores.
–El documento de la Iglesia se conoció en paralelo a un reconocimiento del Vaticano sobre que se está trabajando en la desclasificación de su archivo durante la dictadura.
–Aclarar la memoria sin buscar que eso genere odios y divisiones es también tarea de la Iglesia. Como dice Jesús en el Evangelio, solo con la verdad nos hacemos libres verdaderamente. Sacar la verdad a la luz sirve para que nos reconciliemos en esta brecha que está abierta.
–¿Cree que esta nueva postura de la Iglesia tiene que ver con que el Papa es argentino?
–Yo pienso que lo que el Papa quiere es que nos reconciliemos entre nosotros. Él salió de acá y sabe las dificultades que tenemos como hermanos. De alguna manera, me parece que también es hora de que como argentinos maduremos ciertas cosas y busquemos la verdad y la sinceridad.
–¿Los argentinos tenemos que reconciliarnos por lo vivido en los últimos años?
–Lo digo por la historia en general. Siempre hubo dos bandos entre los argentinos, ¿no? Entonces, tenemos que empezar a vernos como una misma unidad, como un solo cuerpo. Hay que aprender a vivir en consenso, en diálogo. Y eso nos cuesta un poco porque acá todos somos técnicos, a los argentinos nos gusta opinar de todo y siempre pensamos que tenemos la verdad. Y no es así. Hay que aprender a escuchar también. Ese sería un lindo regalo de Pascuas, la verdad.
–¿Cómo vio usted el primer encuentro entre Francisco y Macri? ¿Fue frío?
–Desde el punto vista diplomático me parece positivo. Hay quienes pretenden desencuadrarlo de lo diplomático y buscan el antagonismo, el pelo al huevo. Nosotros, los porteños, lo queremos y conocemos al Papa y sabemos muy bien que él no es un hombre de tener muchas sonrisas.
–Claro, pero es inevitable la comparación con los encuentros que tuvo con Cristina Kirchner.
–Es inevitable, pero eso forma parte de esto de buscar diferencias donde ni siquiera las hay. Lo que busca el Papa en su misión universal es el bien de todos los pueblos, y, como argentino, busca la reconciliación nacional. Lo que él realmente quiere es que los argentinos empecemos a trabajar unidos.
–¿Se imagina la visita de Francisco al país? ¿Para cuándo la espera?
–En 2017 es lo más seguro, por lo que estuve escuchando. Hoy el Papa es el argentino que más trascendencia tiene en el mundo, y él vendrá como mensajero de la paz.
–¿Ha podido visitar a Francisco alguna vez?
–Yo soy un cura de pueblo, no tengo un mango… (risas). Nos escribimos un par de veces y de vez en cuando le mando algún mensaje con algún sacerdote que viaja.
–Dice que es un “cura de pueblo”, ¿no se considera un cura villero?
–Yo no soy villero ni de Barrio Norte. Soy un simple cura de pueblo. Jesús vino para todos. Es verdad que estamos en una zona periférica y acá hay una postergación desde todo punto de vista. Cuesta mucho que el barrio se integre a la Ciudad como realmente debería ser.
–¿Y cuál es la principal preocupación en su “pueblo”, en su barrio? ¿El narcotráfico, la inseguridad?
–En ese orden que lo planteás. El narcotráfico y la inseguridad acá en el barrio cada día son mayores. Hubo un recrudecimiento de la inseguridad del año pasado para acá. En estos últimos días tuvimos incidentes casi todos los días. Las parroquias son como una caja de resonancia, y acá también a la gente la asaltan. Entonces la situación te va encerrando como en una especie de gueto y tenés que pensar a qué hora salís o volvés.
–¿Incluso usted tiene miedo?
–Tal vez por ser sacerdote la gente me conoce más. Yo no diría que me respetan, pero alguna vez zafo. Pero lo que uno busca es que las personas que delinquen no lo hagan más, ¿no? Uno trata a todas las personas como iguales. Y las generales de la ley nosotros también las padecemos. Hace poco hasta se nos metió uno acá, en medio de una misa, con un cuchillo.
–Ahora que hubo un cambio de gobierno, ¿tuvo contacto con autoridades por la inseguridad? ¿Tiene esperanza de que la situación mejore?
–Este es un barrio pobre, de ge
nte laburadora, y los motochorros te terminan robando lo mínimo. Las personas que están para protegernos nos dicen que están con las manos atadas o que no pueden. Sé que es difícil conciliar políticas y tengo esperanza de que las nuevas autoridades de gobierno encuentren alguna estrategia para brindar seguridad en estos barrios. Pero hasta ahora no vemos mucho cambio.
–Esta semana, Obama visitó Cuba por primera vez. En el deshielo entre los Estados Unidos y la isla fue protagonista Francisco. ¿Cree que su pontificado ya es una revolución?
–Bueno, es un logro de la Iglesia en esto de ser un puente de diálogo y acercamiento para terminar con una división que era ya casi escandalosa. También es mostrar al mundo que se puede vivir con un criterio de mayor amplitud y libertad para que Cuba se abra al mundo y sus habitantes sean libres y vivan una vida lo más normal posible.
–¿Desde que está Francisco se acercó más gente a la Iglesia?
–El primer año se acercó más gente, pero después las cosas siguieron como siempre. En algunas personas generó un acercamiento y una inquietud mayor, pero yo no veo un cambio tan grande.
–Días atrás, Francisco abrió una cuenta en Instagram, y usted es un cura que tiene presencia en Twitter. ¿El Papa también está cambiando la Iglesia en el sentido de la comunicación?
–(Risas) Que lo haga el Papa me parece fundamental. Yo en algunas cosas lo sigo a Francisco, pero después te asociás a la cuenta y no lo mirás nunca. Uno se va metiendo en las redes sociales porque son el nuevo lugar donde predicar el Evangelio. Y mucha gente se acerca por allí, por Facebook también.