Cuando el padre Carlos Bouzón cuenta que fue al secundario industrial de varones Cuba, en pleno barrio de Belgrano, recién entonces se deja ver que, antes de ser sacerdote, tuvo una vida común y corriente, con novia incluida y también un paso por la universidad. “Es un requisito en el Seminario que antes de decidir ordenarte hayas ido a la universidad o hayas tenido un trabajo. Es decir, que conozcas un poco de la vida común antes de tomar una decisión tan importante”, revela el párroco del Bajo Flores.
En la contratapa de NU, y en vísperas de la Pascua, a la que define como el corazón de la vida cristina, el cura párroco de San Judas Tadeo, iglesia lindera a las villas del Bajo Flores, habló del paco, de la preocupación e intervención de la Iglesia en el tema narco y de la influencia del papado de Francisco en la vida política y cotidiana de los argentinos, a un año de su asunción.
Bouzón conoce al papa Francisco desde hace más de 20 años. Fue Bergoglio quien lo ordenó diácono y luego sacerdote cuando era arzobispo de Buenos Aires. “Si Bergoglio te ordenaba era porque estaba completamente seguro de que tenías vocación para ser sacerdote; es muy estricto en esas cosas”, cuenta. Sin embargo, en su formación eclesiástica también influyó, en sus inicios, monseñor Osvaldo Musto, que en su momento fue presidente de Cáritas y estuvo muy ligado a sectores políticos y sindicales. Dice que de él aprendió a tender puentes entre lo social, lo religioso y lo cotidiano.
Es sacerdote desde hace 12 años, luego de resolver, en su interior, “una tensión en su corazón” que lo convenció de que en verdad tenía vocación para la Iglesia. Tenía 21 años cuando resolvió que sería cura y para entonces ya había probado la vida de un joven común. Sin embargo, la fe pudo más.
–Pasó un año desde la asunción de Francisco, ¿qué cambió en la Argentina y en la política?
–Después del impacto emocional inicial, en principio lo que tuvimos fue mucha más gente en la Iglesia. Este Domingo de Ramos, por ejemplo, todas las misas estuvieron a pleno. Hay mucho orgullo aquí [NdR: Se refiere al Bajo Flores] por tener un papa argentino. En cuanto a los cambios políticos, lo que veo es que el Papa está interpelando a los dirigentes para que amplíen su conciencia moral; para volver a conectarlos con que la política es un acto de servicio y no la oportunidad de servirse de la gente. Es un honor ser elegidos para representar a la gente, no se puede pervertir con la corrupción. Y también creo que Francisco va a ayudar a acelerar temas que la Iglesia debe abordar. Todavía no nos dimos cuenta de lo que significa tener un papa argentino.
–¿Y qué significa?
–Bueno, el Papa es un actor mundial y, en algún sentido, es la conciencia del mundo. De hecho, cuando hay guerras o conflictos, se le pide al Papa que medie. Francisco pondrá la viveza criolla al servicio del bien. Fue una inyección de adrenalina para la Iglesia, sobre todo en temas sociales.
–Cuando dice que el Papa acelerará que la Iglesia hable de temáticas postergadas, ¿se refiere también a los casos de pedofilia que ensombrecen a la institución?
–Bueno, eso ya es un delito inadmisible y un pecado mortal. Más que hablar del tema, lo que hay que hacer es denunciarlo. Cuando hablaba de temáticas postergadas me refería, por ejemplo, al tema de los divorciados; a estas familias que quieren participar de la vida de la Iglesia y hoy no pueden hacerlo. También a los chicos, a los viejos y a los temas sociales en general. Las adicciones, por ejemplo. Francisco puede ayudar a que las adicciones empiecen a verse como el fruto del desamparo social.
–¿Se hace una evaluación psicológica previa al ingreso del seminario que forma sacerdotes?
–Sí, eso se implementó hace un par de décadas atrás en Buenos Aires y te diría que esta ciudad es de avanzada en esa evaluación: hay diversos tests rigurosos y todo un proceso de evaluación. La motivación es importante. De manera que estas pruebas previas tratan de averiguar si realmente hay una vocación genuina u otros intereses, además del estado de salud mental del aspirante. Hay quienes pueden querer entrar en la Iglesia después de una relación amorosa que no funcionó o, sin son muy jovencitos, porque se quieren ir de la casa. Bueno, esto es necesario esclarecerlo. Bergoglio es experto para detectar estas cosas y es muy estricto.
–¿Qué le parece la designación de un sacerdote en la Sedronar y el hecho de que la Iglesia se haya hecho cargo, en parte, de cuestiones vinculadas con el paco en las villas?
–Del narcotráfico tiene que encargarse, claramente, el Estado. Nosotros podemos ayudar, podemos colaborar, pero no tenemos la infraestructura necesaria para llevar adelante una tarea de rehabilitación. Ahora, en la parroquia y junto con el párroco de la Villa 1-11-14, Gustavo Carrara, queremos hacer una casa de atención primaria para chicos que consumen paco.
–¿De rehabilitación?
–No, no tenemos la infraestructura para eso. A duras penas llevamos adelante el Hogar Madre Teresa, que es un comedor donde contenemos a los chicos como podemos. El tema con el paco es que es una adicción que mata en muy poco tiempo y es producto del desamparo de los pibes. A mí me entristece muchísimo porque muchas veces veo chicos que empiezan a consumir y, a los meses, no están más y es porque fallecieron o cayeron presos. El desamparo es muy grande. Muchos cuando empiezan a consumir andan deambulando por la calle; no tienen hogar. Entonces, la idea es darles una infraestructura mínima: una ducha caliente y un plato de comida. Que sepan que aquí pueden tener un lugar.
–No parece poco. Antes hablábamos del padre Molina en la Sedronar, ¿cómo evalúa esa designación?
–Le hace honor a su congregación, los salesianos. Gracias a Juan Bosco –una especie de Bergoglio de su tiempo– tenían como opción preferencial a los niños y jóvenes en riesgo. Así que, desde ese punto de vista, tiene todo a favor para ponerlo en práctica.
–Ha contado aquí su vocación de servicio, como sacerdote, orientada a lo social. ¿Nunca pensó en canalizarla hacia la política?
–La verdad es que no. Además, cuando yo hice esta opción eran los años 90. La política dejaba mucho que desear en términos éticos. Y lo que siento hoy, cada mañana cuando me levanto, son dos cosas: primero me hago mala sangre por los problemas y todo lo que falta, pero casi enseguida vuelvo a reafirmar mi vocación. El amor a Dios se elige todos los días.
Punto por punto
Edad: 40 años.
• Estado civil: Soltero.
• Barrio porteño: Colegiales.
• Esquina porteña: Cabildo y Juramento.
• Un libro: El Quijote y Jesús de Nazaret, de Benedicto XVI.
• Una película: Gladiador, de Ridley Scott.
• Personaje histórico: Manuel Belgrano.
• Restaurante: La Parolaccia (aunque aclara que hace “años” que no va).
• Perfume: El que le regalen, no recuerda y no le importa.