“Si un extrapartidario mejora nuestras chances electorales en la lista de legisladores, bienvenido sea”, lanza Carmen Polledo, una de las activistas de la sociedad civil que Mauricio Macri –un “hombre duro por fuera, pero tierno por dentro”, como lo describe– sumó hace algunos años al Pro. Otra celebrity del mundo de las ONG es, por supuesto, Laura Alonso. Pero el valor agregado de Polledo es que, por estos días, su nombre suena para presidir el bloque macrista en la Legislatura. No parece una magra cosecha, teniendo en cuenta que ingresó en la política hace pocos años (lo que se dice una escalada en tiempo récord que solo puede darse en partidos nuevos), después de haber presidido COAS durante 30 años.
Sin embargo, ella intenta bajar todo lo que puede la euforia y la expectativa. Y vislumbra, en cambio, una futura Legislatura difícil, en una elección también difícil por el inesperado éxito de la coalición de centroizquierda Unen en el territorio porteño. Una estocada que, sin duda, la gente de Pro no esperaba. O no, al menos, en esa magnitud.
“Paso a paso; lo primero es integrar la lista de legisladores y acceder a una banca –desliza, medida–. Y después se verá. Lo demás son rumores. Solo rumores.”
Polledo, que no se recibió de licenciada en Letras por unas pocas materias, empezó a colaborar con la ONG creada para impulsar el equipamiento de aparatología de última generación en los hospitales porteños después de una tragedia personal. Fue cuando falleció su segundo hijo. Entonces, eligió una transacción alquímica y transformó su propio dolor en servicio. Quizá fue su manera de repararse.
Como fuere, lo cierto fue que Macri la eligió por su tarea al frente de COAS, puesto que dejó cuando pasó a integrar las filas de la política. “Y hoy podría decirte que le tomé el gustito. Me apasiona.”
Con sello macrista, la propuesta a Polledo de pasar del tercer sector a la silla eléctrica de la política partidaria no fue hecha en el Palacio de la Papa Frita ni en una cantina de La Boca. No. Nada de eso. El jefe porteño la invitó a Pro –o mejor, a la política– en medio de un viaje a la China. Todo muy cool.
“No puedo quejarme, a pesar de todo la vida ha sido generosa conmigo”, dice Polledo.
–Circula que la lista de legisladores podría encabezarla un extrapartidario, más marketinero, digamos, para lograr una mejor performance. ¿Esperaban que Michetti y el rabino Bergman ganaran más holgadamente en Capital?
–Bueno, a mí mucho la palabra marketinero no me gusta, pero entiendo lo que decís. Yo confío en la evaluación que hagan quienes en Pro se dedican a pensar estas cosas. Desde ya que si un extrapartidario mejora nuestras chances electorales, será bienvenido.
–¿Se viene una Legislatura más difícil?
–Yo creo que sí. Porque es una Legislatura que se arma de cara a 2015, donde se disputa el liderazgo de las presidenciales y también se va a disputar la Ciudad. Pero, bueno, tendremos que conocer a los nuevos compañeros [“compañeros”, esa es la palabra que usa].
–¿Se lleva bien con el kirchnerismo?
–Tengo una buena relación diaria con ellos, sí. He podido conversar normalmente con Alegre, Amor, el Canca Gullo. Más allá de que luego no coincidamos sobre el final. Bueno, a veces sí. Pero me llevo bien con ellos. Más allá de que voy a extrañar muchísimo a Fernando Sánchez o a Julio Raffo, que se van como diputados nacionales. Vendrán otros e, insisto, tendremos que conocernos.
–¿Ya habla como jefa de bloque o me parece?
–¡Nooooo! Son rumores que, supongo, tendrán que ver con la lealtad y la capacidad de trabajo. Viste que las mujeres lo único que sabemos hacer es trabajar… Pero por ahora yo estoy enfocada en integrar la lista.
–¿Cómo lo define a Macri?
–Como un hombre con una extraña combinación que me hace admirarlo muchísimo. Es un ingeniero, con cabeza de ingeniero, y por otro lado, muy sensible. Yo personalmente lo he visto conmoverse hasta las lágrimas.
–¿Cuándo?
–Bueno, ante determinados episodios… Es un duro-tierno. Y ha entregado su vida a un sueño. No es poco.
–¿Y qué proyectos tiene en mente para la nueva Legislatura?
–Muchos recordarán que el año último hubo un acto vandálico en el hospital Santojanni, donde se rompieron objetos valiosos, maquinarias y elementos para las tareas médicas. Supuestamente había sido en venganza porque no le habían dado la atención adecuada a un paciente. El hospital estuvo tomado, literalmente, por 60 personas durante una hora. Como respuesta a eso, decidí impulsar un proyecto para modificar el Código Contravencional, que apunta a profundizar las penas y elevar las multas a quien cometa actos vandálicos en lugares donde se brinda un servicio a la comunidad.
–Ya que hablamos de actos vandálicos, ¿cómo califica la represión en el Borda?
–No, no, no… Eso no fue un acto vandálico.
–Pero convendrá que hubo una represión brutal, una reacción totalmente desproporcionada. ¿No debilitó eso al gobierno de Macri?
–Es que es fácil hablar con el diario de ayer. No me gusta hablar de error. Fue un episodio poco feliz, una violencia espantosa que desearíamos que no se repitiera nunca más. Además, hay que contextualizar los hechos. Nosotros queríamos mejorar el Taller 19 [NdR: Por eso empezaron los forcejeos], que estaba muy deteriorado, y ATE se venía oponiendo hasta que llegó el día donde empezaron las obras. Mi impresión es que se subestimó la capacidad de reacción de los trabajadores, y la Metropolitana se vio sobrepasada por los acontecimientos. Fue algo brutal. Pero también hubo infiltrados en esa protesta, de eso no me cabe ninguna duda.
–¿Qué cualidades debería tener un jefe de bloque?
–Capacidad de diálogo y de construir buenos vínculos con todas las fuerzas. Y mucha paciencia.
Los gustos de Carmen
Un perfume. Romance, de Ralph Lauren.
¿Auto o bicicleta? Auto.
Un restaurante. Oviedo (le gustan los pescados).
Un barrio porteño. San Telmo.
Libros. La hoguera de encinas, de André Malreaux, y La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa.
Una película. Babel.