Si bien la postura final del macrismo no está del todo blindada, un sector mayoritario quiere dar quorum y discutir el tema el jueves en la sesión que empuja el kirchnerismo para remover al legislador entrerriano, lo cual suma presión al oficialismo y a la vicepresidenta y titular de la Cámara alta, Victoria Villarruel.
Tras la cumbre realizada por el Pro el martes, ahora se esperan señales desde el radicalismo. Las opciones para el recinto incluyen: la expulsión que desea el interbloque cristinista, que comanda José Mayans; la licencia anunciada por Kueider días atrás y pedida de manera formal ayer; y una suspensión, como la que se votó contra el peronista Raúl Ochoa, por un delito electoral, en 2005. Excepto la segunda, que precisa mayoría simple, las otras dos requieren dos tercios.
La reunión del macrismo generó, salvo la decisión mayoritaria de dar quorum el jueves -en una sesión que Villarruel aún no convocó, aunque el recinto es soberano y los legisladores pueden activarlo-, más dudas que certezas. Por caso, de los siete integrantes, al menos dos deslizaron la idea de no aportar al encuentro que pretende el kirchnerismo para pasado mañana. Las miradas apuntaron a senadores que responden a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
El otro problema es qué hacer una vez allí. Esto representa una cuestión más que delicada, en base a episodios anteriores que tuvo que atravesar la Cámara alta. El ejemplo más cercano es la licencia que el cristinismo le prorrogó en varias ocasiones, durante la gestión anterior, al ex senador y ex gobernador tucumano José Alperovich, entonces procesado e imputado -hoy, con nada menos que 16 años de condena- por abuso agravado de su sobrina.
Si bien aún no lo dijeron de manera pública, hay un par de macristas a favor de la expulsión de Kueider. Otros, en cambio, oscilan entre la suspensión y la licencia. Al último punto se le debe agregar la discusión de la situación del entrerriano en la comisión de Asuntos Constitucionales, que el peronista disidente preside.
Mientras todo esto ocurre, el kirchnerismo espera agazapado y busca sortear las tensiones dentro de su propio espacio. La semana pasada, cuando estalló el escándalo, la primera orden fue mantener la calma y ver, con el correr de las horas y días, el estado de situación. Eso duró un suspiro, tras las declaraciones de Oscar Parrilli y un comunicado, junto al pedido de sesión a Villarruel, para echar este jueves a Kueider. De hecho, un puñado de peronistas insinuaron en privado que no quieren ir en contra de su interbloque, pero tampoco bajar al recinto.
El jueves será interesante corroborar si el Frente de Todos logra sentar a sus 33 integrantes, en medio de versiones de viajes y potenciales ausencias, un escenario que se amortiguaría con el quorum que quiere dar el Pro. Los radicales aguardan el retorno del presidente del partido y también senador, Martín Lousteau, que solicitó licencia en la Cámara alta del 2 de diciembre pasado hasta mañana, inclusive.
En la centenaria fuerza se mostraron, hasta esta tarde, proclives a una licencia y el debate en la comisión de Asuntos Constitucionales. Otra dialoguista opinó durante la jornada de hoy fue Mónica Silva (Juntos Somos Río Negro), quien expresó la necesidad de ir al recinto para “desplazar” a Kueider. Después aclaró que se refirió a la suspensión del entrerriano