Macri fue el primero en entrar al estudio y por unos minutos los numerosos fotógrafos se concentraron en él. Luego llegaron- en este orden- Patricia Bullrich y Aníbal Ibarra. Zamora llegó último y remoloneó hasta que al final se unió a los otros tres para posar frente a los fotógrafos, arrancándole a Macri un comentario jocoso: "Lo logramos -dijo el presidente de Boca- Zamora se sacó una foto con nosotros". Como respuesta, un descortés Zamora se negó a darle la mano.
Finalmente, los candidatos se ubicaron frente a las cámaras de acuerdo a sus tendencias ideológicas. A la izquierda de todos, Luis Zamora, a su derecha, Ibarra, luego Patricia Bullrich y, a la derecha de todos, Mauricio Macri.
Los conductores sortearon los turnos en los que hablaría cada candidato en cada bloque e incluso las posiciones en las que se pararon frente a las cámaras. También estuvieron rígidamente pautadas las intervenciones. En cada bloque, menos en el primero y en el último, cada uno tuvo dos minutos para desarrollar su tema, luego un minuto para las réplicas de sus rivales y, finalmente, ocho minutos de polémica, en los que todos lucharon al vale todo, ya que se permitían incluso las interrupciones.
Entre los periodistas que lo presenciaron, parecía predominar la opinión de que los más favorecidos por el debate eran Patricia Bullrich y Aníbal Ibarra, en tanto que los más perjudicados eran Luis Zamora y Mauricio Macri. A este último se lo vio tenso e incómodo en la primera mitad del programa, aunque repuntó después, cuando se relajó un poco y aceptó -por momentos con una sonrisa- las críticas que le dispararon Bullrich e Ibarra. Pero al principio -quizás presa de su inexperiencia política- sintió la presión que significó el constante ataque que recibió por parte de sus contrincantes.
Ibarra y Bullrich se movieron, en cambio, en un ambiente que les es familiar. El comentario oportuno, la respuesta veloz y su capacidad para seguir hablando aún cuando las voces de sus oponentes se superpusieran con la suya, hablan de personas duchas en el difícil intercambio de opiniones, una gimnasia que se adquiere en las legislaturas y en las asambleas.
Zamora merece un párrafo aparte. Se lo vio simpático, por momentos gracioso e irónico. Seguramente a muchos les parecerá un candidato de lo más potable. Pero se vio en problemas cuando tuvo que presentar sus proyectos. En esos momentos surgió su vulnerabilidad. Con pocas ideas -volvió una y otra vez sobre la Ley de Comunas, como si no tuviera otra propuesta-, todas ellas planteando "mayores posibilidades de decisión para la gente", dedicó casi todo su espacio a cargar sobre Ibarra -y algo menos sobre Macri-, eludiendo definirse en los temas sobre los que debió hablar.
De todos modos, algunas personas que lo observaron por televisión vieron a Zamora ganador por el criterio de que logró el cien por ciento de lo que fue a buscar, algo que ninguno de sus contendientes pudo ni siquiera arrimarse, ayudado porque nadie se ocupó de pegarle y por un Ibarra "sacado" por los constantes ataques del diputado de Autodeterminación y Libertad. Mauricio Macri, aunque en la primera mitad del programa se lo vio muy tenso fue repuntando de menor a mayor.
Durante todo el debate hubo sabrosos cruces entre todos. Los únicos que casi nunca se atacaron fueron los dos "pesos mosca": Zamora y Bullrich. Pero estos dos últimos no se privaron de atacar constantemente a los "pesos pesados", a los que a menudo martirizaron con sus continuas interrupciones. Incluso se repartieron los roles: Bullrich fue principalmente sobre Macri, en tanto que Zamora eligió como blanco a Ibarra.
Macri planteó en un momento que "Boca me cambió la cabeza", una frase en la que se puede intuir la mano de "Polito", es decir, el periodista Claudio Polosecki, uno de los asesores que más escucha. Luego planteó, extrañamente, su preocupación por la desaparición del Estado. En otro pasaje de su exposición prometió que iba a crear 200 mil empleos, lo que motivó la réplica de Ibarra.
Ibarra, por su parte, alentó a sus enemigos, al relatar que anda por la calle sin custodia. En un momento, cuando Macri hablaba del Código de Convivencia, le espetó: "usted les tiene fobia a los homosexuales".
Bullrich planteó su ya conocido discurso acerca de cómo se plantó frente a "los gordos de la CGT" y cómo cerró la cárcel de Caseros. Luego desenfundó una foto en la que se veía a Macri acompañado por un ex sindicalista llamado David Ferrari, que está procesado por una estafa contra algunos empleados del gobierno. Bullrich "peló" la foto en un par de ocasiones más, ante la desesperación del presidente de Boca. En dos o tres ocasiones, la candidata comenzó su discurso diciendo que "Ibarra no sabe nada de seguridad. Eso ya lo sabemos".
Zamora se esperanzó en que "el que pega primero pega dos veces" cuando le tocó hablar primero, y lo hizo a conciencia durante todo el programa. En los primeros bloques planteó como solución para todos los males a la creación de las comunas, llegando a arrancar las risas de los presentes en el estudio. En otro momento se cruzó con Ibarra cuando dijo que la educación no alienta el pensamiento crítico en los jóvenes, a lo que el jefe de Gobierno le replicó que "no vamos a enseñar las ventajas de la revolución permanente". Zamora, temiendo quizás un mordisco "tysoniano" de Ibarra, le pidió que "no sea caníbal". Después acusó de que había aliento para Ibarra desde detrás de las cámaras porque "no se lo ve muy bien".
En un momento, cuando los dos "pesos pesados" se peleaban, Zamora los cortó con una apelación: "Déjennos hablar, ustedes ya tienen bastabte publicidad en televisión". De repente, en otro momento el ex trotskista acusó a Ibarra de "autoritario", planteándole que este defecto lo adquirió de La Porta, "que estaba con la dictadura". Éste, rojo como un tomate, le replicó desde las gradas que eso era mentira, pero su grito no llegó a escucharse. Repentinamente, Zamora acusó a Ibarra de permitir que el Banco Ciudad prestara dinero a una empresa que quebró, arrancándole a Roberto Feletti -presidente de la institución- una preocupada respuesta: ¿cuál?, que no tuvo respuesta.
LA ARMADA BRANCALEONE ATACA SIN PIEDAD
Cuando todo terminó y los asistentes se iban por la calle Lima, unos volantes tirados en el suelo delataban una sorda lucha que se produjo en el transcurso de la mañana, cuando los asesores de Ibarra vetaron la participación en el debate de Cristian Caram (UCR) y Vilma Ripoll (Izquierda Unida). "Ibarra cagón, debatí con Caram", decían los papelitos. De la Armada Brancaleone que los arrojó allí, ni rastros.