CFK juega su apuesta más difícil

CFK juega su apuesta más difícil

Cristina volvió a las arenas electorales con la apuesta más arriesgada de su larga carrera: seis años (y mucha agua debajo del puente) después de su última incursión en las urnas.


Cristina Fernández de Kirchner volvió a las arenas electorales con la apuesta más arriesgada de su larga carrera: seis años (y mucha agua debajo del puente) después de su última incursión en las urnas, cuando obtuvo la reelección por márgenes históricos. Decidió poner en juego su todavía considerable capital político en las elecciones legislativas de medio término en la provincia de Buenos Aires. Sin garantías de un triunfo, decidió jugar fuerte en el cierre de listas, resignó el sello del PJ y sus recursos y puso su nombre a la cabeza de una boleta que tiene un destino incierto.

Si gana, volverá a encolumnar al peronismo detrás de ella, encabezará sin escoltas la oposición desde el Congreso y se preparará para ser candidata o kingmaker en la próxima elección presidencial. Si se queda sin nada, su proyecto penderá de un hilo bastante delicado. Según la mayoría de los expertos, la diferencia entre el primer y el tercer lugar en esta elección puede ser de pocos puntos. El futuro político de la expresidenta se juega en ese margen.

Sus compañeros en las boletas de Unidad Ciudadana, tanto a nivel nacional como provincial y local, dan una pauta de que haber reemplazado al Frente para la Victoria significa, además del cambio cosmético, una nueva estrategia de construcción política que se diferencia de la que había llevado a ese espacio a la derrota en 2013 y en 2015. La elección de Jorge Taiana como compañero de boleta no solamente es una jugada para meter una cuña en el Movimiento Evita y tender un puente hacia todos los militantes de base de esa organización que, puestos a elegir entre CFK y Randazzo, preferían hacer campaña y votar por la ex primera mandataria. También es una señal de que no hay espacios excluidos en su esquema, sino algunos dirigentes, y suma a su fórmula a un peronista con sello DOC, insospechado de corrupción y con antecedentes para ser, de resultar electo, un excelente senador.

Además, la presencia del excanciller marca la primera reconciliación de la expresidenta con uno de los tantos exfuncionarios y dirigentes que se distanciaron en malos términos de ella durante su gobierno. Graciela Ocaña, Martín Lousteau, Sergio Massa, Florencio Randazzo: todos protagonistas de esta elección que fueron funcionarios de CFK y hoy la enfrentan. Eso habla de su centralidad pero también de lo expulsivo que resultó el kirchnerismo en su última etapa, a veces con figuras, como Taiana, que podrían haber encontrado su lugar adentro.

La lista de diputados nacionales reparte con equilibrio lugares entre los aliados mientras muestra la cara más amable de su espacio: economistas, científicos, sindicalistas, dirigentes políticos y representantes de distritos clave en el armado que reemplazarán, sin excepciones, a los legisladores salientes. Ni siquiera el jefe del bloque, Héctor Recalde, reelegirá. Fernando Espinoza fue bien pagado por articular el armado territorial de Unidad Ciudadana; Daniel Scioli, contra lo que repitieron la mayoría de los medios, tuvo un premio por su lealtad en la banca de diputado que con seguridad asumirá en diciembre. Excepto esos dos nombres, el resto son figuras novedosas que responden directamente a CFK.

La Cámpora tuvo solo tres lugares en la boleta nacional (uno con mucha expectativa de entrar, uno en el borde y otro casi con certeza afuera) pero se hizo fuerte en las listas de candidatos a las dos cámaras de la Legislatura provincial, donde la prioridad es romper el esquema de gobernabilidad que el massismo le asegura a María Eugenia Vidal. En los municipios, cada intendente pudo tallar en su propia lista de concejales y casi todos los distritos tendrán lista de unidad, lo que ayuda evitar que se pierdan votos por abajo.

Con esta estructura, CFK busca recuperar para el peronismo el distrito más importante del país. Cristina cuenta con que Randazzo, cuando llegue el momento de la verdad, le reste más votos a Massa que a ella. También cree que el ajuste económico astillará las chances del oficialismo de repetir la performance que tuvo en la provincia en 2015. Y que el discurso de todos los otros candidatos apuntará contra su figura y no contra el Gobierno, lo que permitiría que, en contraste, su voz opositora se recorte entre todas las otras opciones electorales.

El resultado de esta apuesta recién se conocerá la noche del 22 de octubre, cuando se cuenten los votos. Todo el país, y no solamente la provincia de Buenos Aires, estará pendiente de ese escrutinio, que sentará las bases de la política argentina por los próximos dos años, al menos. Lo cierto es que el sábado pasado se acabaron las especulaciones y comenzó, otra vez, la campaña. Una vez más, como en 2005, 2007 y 2011, la protagonista es la misma. El que no es el mismo, a esta altura, es el país.

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