El proceso de unidad entre las cinco centrales obreras culminará el 22 de agosto -si todo termina bien-, pero ésa será sólo una etapa, un rudimento si quedan afuera de las negociaciones una larga serie de importantes gremios industriales y de servicios.
No sólo eso, sino que antes de que comience el congreso ya están afuera de él ambas ramas de la CTA, quizás por decisión propia o quizás porque hubo cierta culpable indiferencia de parte de la dirigencia sindical.
El otro tema es un clásico de todos los procesos de unidad y de disgregación -en el mundo sindical suelen ser simultáneos y paralelos-: la unidad jamás incluye a todos. El problema es, en esta ocasión, que demasiados sectores gremiales quedaron al margen.
El Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), que lidera Omar Viviani; la Corriente Sindical Federal, que propone a Sergio Palazzo como uno de sus referentes y el Movimiento de Unidad Sindical que lidera Gerónimo “Momo” Venegas reúnen a más de 120 sindicatos y no formarán parte de “los cuerpos orgánicos” de la nueva CGT.
Las ausencias, como se puede ver, son demasiadas. Inclusive, para profundizar el despropósito, estos sectores suman muchos gremios más, por ejemplo, que la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo, que sí tendría un reporesentante en el triunvirato que conduciría la CGT unificada. Como muestra, baste decir que el MASA tiene 58 sindicatos, más del doble que la CGT Azul y Blanca.
El otro problema es grave. Un triunvirato suena a salida de emergencia, más que a una solución de fondo. Ubicar en la conducción sólo a los representantes de las CGT preexistentes, es elegir a dirigentes facciosos, sin representación mayoritaria -las tres centrales reúnen, entre todas, a 204 sindicatos-, ya que en Argentina unos 1.500 gremios tienen personería sindical, aunque existen otros tantos que sólo tienen “simple inscripción”, a los que sólo les falta un paso para conseguir la personería.
Los cuerpos orgánicos, que suelen ser el basamento sobre el que se edifican los organismos gremiales, serán elegidos en el Congreso del 22 de agosto, repitiendo la fallida experiencia de 2002, cuando el triunvirato que conformaron Hugo Moyano, Susana Rueda y José Luis Lingeri duró un año, hasta que Hugo Moyano quedó en soledad como secretario general de la CGT hasta 2008.
En los días que corren, división suena a derrota, como siempre. Si la CGT es la entidad que representa a los trabajadores, deberá hacer honor a esa función. Una CGT con tantos gremios que no se integran será una cáscara vacía.