L a economía es la política por otros medios, se podría decir, parafraseando a Carl von Clausewitz, que evaluó en 1832 que “la guerra es la política por otros medios” en su tratado “De la Guerra” (Vom Kriege).
El presidente argentino es economista, pero la economía es su punto más débil, precisamente por su absoluta prescindencia de la política en su disruptiva manera de gobernar. A pesar de la sanción de la ley que creó el Régimen de Incentivos para las Grandes Inversiones (RIGI), los únicos dólares que ingresaron al país son los dólares de ahorro de la clase media argentina, que fueron apropiados de manera ruin por el Gobierno, que congeló su precio y luego generó una tremenda inflación en moneda norteamericana, obligando a los ahorristas a deshacerse de ellos para hacer frente a gastos corrientes.
Paralelamente, ante la apreciación del peso, el turismo extrafronterizo -una de las principales fuentes de llegada de dólares al país- está dejando de funcionar, ante la creciente ausencia de viajeros. En 2025 habrá además vencimientos de deuda externa por 20.000 millones de dólares, en un contexto de caída de las exportaciones agrarias, a cuyos actores ahora se les extendieron los plazos para que ingresen los dólares por exportaciones. Justo a ellos, que son los grandes ganadores del modelo económico que pergeñó el gobierno libertariador, junto con los productores de petróleo, la industria pesquera, la actividad financiera y los servicios basados en el conocimiento.
¿Se puede gobernar un país cuyo mercado interno ha sido tan agredido que tiende a la extinción? Los grandes perdedores de esta etapa son los industriales, es decir, los protagonistas de la economía real, los que generan empleo y riqueza. Algunos analistas de los mercados -todos ellos fervorosos cultores del liberalismo-, auguran que los salarios seguirán deprimidos, porque si hubiera recuperación en los ingresos, habría que gastar dólares en insumos externos de distinto tipo y lo que falta en la Argentina son dólares.
Tomando en cuenta el tan publicitado RIGI, es necesario destacar que sólo favorece a la extracción de riqueza agraria, minera y petrolera. No sirve al sector industrial. Por esta razón, los inversores externos que fueron convocados con promesas de relaciones más que carnales, nunca llegaron a estas costas y no muestran ningún apuro por hacerlo. Primero, esperarán a ver si Milei consolida su poder en las legislativas del año próximo y luego especularán con más concesiones, en vista de la extrema necesidad de dólares que tiene el Estado argentino. Los fondos zopilotes (coragys atraptus) practican la usura con cierto morboso deleite, por lo que esperarán hasta que la situación llegue al límite. La piedad no es una virtud que suelan ejercer.
Las desesperadas ofertas que lanzó Milei sólo florecieron en una ínfima respuesta. El Banco Central termina de informar que en el segundo trimestre se produjeron ingresos por 2.385 millones de dólares en inversiones, equivalentes a un 55,9% menos que los que llegaron al país durante el mismo período del año 2023, que totalizaron 5.406 millones. Inclusive, de los 2.385 millones ingresados este año, 1.179 millones fueron en concepto de transacciones relacionadas con la deuda, al mismo tiempo que la reinversión de utilidades fue la más baja desde la pandemia.
No sólo eso, sino que en 2023, nuestro país fue el más favorecido como receptor de Inversión Extranjera Directa (IED), con el foco puesto en la generación de valor agregado industrial. Y, como se puede deducir en el párrafo anterior, la mayor parte de los escasos dólares que ingresaron en 2024 fueron a parar a la timba financiera. Peor aún, las mayores inversiones llegaron desde Brasil, en los mismos días en que Milei amenaza de manera antojadiza con romper el Mercosur porque no le permiten destruirlo por medio de acuerdos bilaterales. Casi un intento de suicidio, ya que en estos tiempos, los países comercian en bloques o en regiones. El mejor ejemplo es la intención de Francia de sabotear el Acuerdo Mercosur-Unión Europea a causa de la rebelión de sus agraristas.
Como para muestra basta un botón, basta saber que el principal flujo de fondos de IED provino de Brasil (839 millones de dólares) y de China (324 millones de la misma moneda). Todos “países comunistas”.
Civilización y Barbarie en el tercer milenio
En los albores del Siglo 21, en medio de este contexto caótico y líquido, volvió a discutirse una materia que se suponía que estaba ya perimida. Volvieron a la palestra -siempre alguien las trae, no nacen solas- la contradicción entre Civilización y Barbarie, que en el Siglo 19 sirvió lo mismo para un barrido -corporizado en el asesinato y la persecución de los líderes políticos de diversas provincias- como para un fregado -que consistió en la entronización del proyecto del “granero del mundo” que desvelaba a la Generación del ’80, con el liberalismo pro-inglés como fachada ideológica.
En estos tiempos, la dicotomía se basa en la globalización, que propone el abandono de las particularidades regionales y nacionales, en aras de introducir al país “en los mercados del mundo”. El anzuelo para sonsos es que por el sólo hecho de que existen cadenas globales de televisión (CNN-BBC-ESPN-FOX-Disney), de comercialización (Amazon-Mercado Libre-eBay-Shopify-Flipkart) y de plataformas de video (Netflix-HBO-Apple TV-Rakuten) genera la ilusión de que todos los países comparten en igualdad de condiciones los beneficios de la globalización. Nada más lejos de la realidad. La “civilización”, como hace 150 años, se quedará con los beneficios y para la “barbarie” sólo quedarán las migajas. Así se construyó la Argentina en el Siglo 19.
En la Argentina de 1910 vivían unas nueve millones de personnas, de las cuales el 80 por ciento no tenía un ingreso decoroso. Mientras los hijos de la clase alta viajaban a Europa en barco, con sus propia vacas en la bodega, en Buenos Aires se gestaba una huelga de inquilinos a causa del excesivo precio de los alquileres y en 1919, en la que se conoció como La Semana Trágica, una serie de cargas de la policía dejaba un saldo de alrededor de 800 muertos. Las cifras son vagas, puesto que los gobiernos son reacios a informar sobre sus asesinatos.
En la Argentina de 2024, el proyecto neoliberal intenta volver a sumir al Pueblo en los mismos niveles de miseria que hace 100 años atrás. Como si el radicalismo y el peronismo no hubieran existido jamás o, en su defecto, sólo hubieran sido un mal recuerdo que fuera necesario extirpar de la memoria colectiva.
Este objetivo sólo se consigue con la generación de mucho desempleo, con mucha Guardia de Infantería y, si fuera necesario, con botas claveteadas resonando en el pavimento. La historia vuelve a repetirse sólo hasta que los Pueblos decidan tomar su propio destino en sus manos.