Fabián Medina describe un crudo panorama. “Estanflación” e “hiperinflación”, palabras malditas para la economía, saldrán de su boca para detallar el momento que vive nuestro país. En esta entrevista con Noticias Urbanas, el economista, especialista en tributación y docente de la UBA explica por qué, a su entender, estamos frente a una crisis financiera y no una simple turbulencia. Pronostica qué pasará con el dólar, analiza cómo salir de la encerrona de las Lebac y da su opinión sobre los cambios realizados por el Gobierno nacional en la estructura económica. “Es mentira que Nicolás Dujovne haya concentrado poder por la fusión de los ministerios. El que concentró el poder es Luis Caputo”, asegura.
–¿Por qué el Gobierno no puede calmar a los mercados y frenar la subida del dólar?
–El tema con el Gobierno es que ya no genera la confianza necesaria en su área económica ni brinda señales políticas claras en los temas que preocupan tanto a los inversores locales y extranjeros como a los ciudadanos en general. Por eso, los mercados no se calman. Durante abril, la corrida comenzó con la activación del impuesto a las rentas financieras, y la semana pasada se dio el mismo caso cuando comenzaron a salir versiones sobre la creación de un impuesto a las acciones y bonos. Con la diferencia de que hoy se encuentra vigente el acuerdo con el FMI.
–¿Estamos frente a una crisis o una “turbulencia”, como dice el Gobierno?
–Como consecuencia de las marchas y contramarchas del Gobierno en materia de políticas económicas, lo que empezó como una simple y normal corrida cambiaria pasó a ser una crisis financiera, que se sumó a la crisis inflacionaria que nuestro país sufre ya desde principios de 2014, con la devaluación del 24 por ciento de enero de ese año, y que culminó en el pedido de auxilio al FMI.
–¿Por qué la subida del dólar se traduce automáticamente en inflación?
–Como corolario de la crisis inflacionaria que, como expresé recién, comenzó en 2014, y por la memoria sobre el tema inflacionario, todo esquema devaluatorio del peso con la consiguiente suba del dólar se traduce, más temprano que tarde, en suba de precios e inflación. Hoy, en la Argentina, estamos ante un caso de estanflación, o sea, de recesión por la caída del consumo desde 2016 hasta la fecha pero con alta inflación, aunque la diferencia con otros contextos es que el nivel de inflación es de aproximadamente diez veces la media mundial. Por lo tanto, estaríamos, como a finales de los 80, en un escenario de hiperinflación, ya que todos los países, salvo contadas excepciones, poseen un tres por ciento anual de inflación, mientras que nosotros tenemos un 33 por ciento anual como base.
–¿El préstamo solicitado al FMI blindó al Estado argentino ante la posibilidad de una corrida cambiaria desenfrenada o el peligro subsiste?
–Lo que llegó a generar el préstamo de alto acceso acordado con el FMI es una gota de tranquilidad en un mar de inestabilidad, porque la tranquilidad que trajo duró apenas cuatro días hábiles y ya el jueves 28 comenzaron los grandes movimientos cambiarios. El Gobierno pasó de subastar 100 millones de dólares a 450 millones de dólares, a pesar de aceptar la libre flotación de la moneda que promueve el acuerdo con el FMI. Por lo tanto, podríamos decir, sin miedo a que nos tiemble el pulso, que aquellos que efectivamente mueven ese mercado nunca dejaron de generar peligro.
–¿A cuánto estima que estará el dólar a fin de año?
–El dólar en el corto plazo llegará a su nivel de equilibrio, que es de 31 pesos, tomando en cuenta para ello el viejo cálculo del valor técnico modificado por las situaciones imperantes. El valor técnico modificado es el resultante de sumar a la base monetaria (pesos en bolsillos, más cuentas corrientes, más cajas de ahorros) el total de las Lebac (a pesar de que muchos de mis colegas expresen lo contrario, porque son transformables en efectivo en lo inmediato y su plazo final es menor a 12 meses) y dividirlo por el total de las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA). En cuanto a fin de año, podríamos llegar a tener un dólar con un valor de 34 a 36 pesos, lo que significaría la debacle total, puesto que a principio de año esa moneda estaba en 19 pesos y eso conllevaría una devaluación de casi el 100 por ciento.
–¿Y la inflación anual de 2018 a cuánto llegará?
–La inflación anual, con todos los datos anteriores, estaría rondando el 40 por ciento. La base anual, como lo expresé antes, es de 33 o 34 por ciento. Aparte, consideremos que la inflación del trimestre junio-julio-agosto puede estar cercana al diez por ciento, con un promedio aproximado de 3,5 por ciento mensual.
–¿Considera correctas las medidas que tomó el Gobierno para empezar a desactivar la bomba que implica el alto volumen de Lebac que hay en el mercado financiero?
–La única medida que mostró el Gobierno para eliminar el alto volumen de Lebac es la recompra de algunas de ellas, y hoy eso no solo no está alcanzando sino que tampoco se cumple con la misma intensidad que en los primeros días de su aplicación. Típico de nosotros, los argentinos, que actuamos como corresponde solo cuando estamos con el agua al nivel de nuestras narices, pero cuando notamos que podemos respirar más holgados bajamos los niveles.
–¿Está de acuerdo con que el Ministerio de Hacienda haya absorbido al de Finanzas y se haya concentrado el poder en Dujovne?
–Esta respuesta la voy a desdoblar en dos. La primera, que está bien que el Ministerio de Finanzas sea absorbido por Hacienda porque, como consecuencia del comienzo de la gestión actual, en 2015 pasamos de 15 a 23 ministerios, y eso es una barbaridad, sobre todo en términos de gasto, por la cantidad de cargos políticos creados. En cuanto a la segunda parte, es mentira que Nicolás Dujovne haya concentrado poder por la fusión de los ministerios. El que concentró el poder es Luis Caputo al asumir como presidente en comisión del BCRA, ya que no solo posee la agenda que posibilitó la venta de bonos y letras de nuestro país sino que también ahora tiene acceso a los dólares que ingresan en su totalidad en la Argentina por todos los medios posibles (préstamos, bonos, letras, liquidación de exportaciones cuando se realizan, etcétera).
–Mencionó a Caputo. ¿Qué opina de la reciente salida de Federico Sturzenegger del Banco Central?
–En lo personal, creo que fue la medida más desacertada del Gobierno nacional en el último año, ya que él no fue el culpable de la corrida cambiaria de abril, que se transformó en crisis financiera, sino que fue el bombero que procuró apagar el incendio generado desde la conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017, en la que tanto el jefe de Gabinete de Ministros como los ministros de Hacienda y de Finanzas se entrometieron en las funciones propias del BCRA. En cuanto al reemplazo, creo que es lo que necesitaba la gestión para garantizarles a los tomadores de instrumentos financieros del Estado nacional que seguirán a resguardo de todo intento de regulación en ese mercado. Algo que con Sturzenegger no hubiera podido asegurarse.
–¿Cómo se puede recobrar la tranquilidad financiera?
–La tranquilidad financiera se recobraría en el plano local e internacional si el Gobierno realizara políticas claras e inamovibles en adelante y el stock de Lebac se eliminara con una tasa adecuada del 15 por ciento anual a un promedio de cinco a diez años, y no con una del 47 por ciento anual que se encuentra en el mercado primario, y del 70 por ciento en el secundario, con lo cual es seguro que nadie realizará inversiones productivas ni financieras, a pesar de que la Argentina sea declarada, a partir de mayo de 2019, mercado emergente para las acciones que cotizan como ADR en el exterior.