En el marco de las reformas impulsadas por el Gobierno nacional, anunciadas en sus grandes líneas por el Presidente Macri hace 15 días, se desató una serie de debates respecto de los efectos, las motivaciones del Ejecutivo Nacional y la relación política con aliados y opositores.
El rol de las economías regionales se situó en el centro de escena. Comenzaron a escucharse voces de preocupación desde provincias del interior que ya descartaban el surgimiento de conflictos, fruto principalmente, de las modificaciones en impuestos internos presentados por el Ministro Dujovne.
Particular relevancia tomaron las señales de alarma del poderoso sector vitivinícola argentino, comandado por las cámaras empresariales y con base en la Provincia de Mendoza, sede de más del 70% de la producción vitícola nacional.
De este modo, se ponía en aprietos a un aliado político clave para el macrismo, el Gobernador Alfredo Cornejo, que venía de cosechar una gran adhesión en las elecciones de octubre (superando el 45% de los votos, con más de 20 puntos de ventaja sobre el PJ y el Kirchnerismo).
Cornejo ha sido señalado en reiteradas oportunidades como un “gran Gobernador”, no sólo por el Presidente, sino por miembros del Gabinete Nacional, que destacan cómo el mendocino logró avanzar en sólo dos años de gestión con cambios estructurales más avanzados que los alcanzados a nivel nacional.
Por ello, el anuncio del impuesto cayó como un baldazo de agua fría en el corazón productivo y político de Mendoza. ¿Nuevamente volvían los tiempos de las imposiciones y las puñaladas para las economías regionales? Fue el interrogante de aquellas tensas horas.
“Si no se revisa, esto va camino a ser peor que la 125, no nos vamos a quedar de brazos cruzados, es la estocada final para nuestra economía” bramó un encumbrado bodeguero, en las horas inmediatas posteriores al anuncio.
Hábil gestor de conflictos y preparado para la batalla, el Gobernador echó mano a la figura ascendente de su Gobierno y de extrema confianza, el Ministro de Economía, Infraestructura y Energía, Martín Kerchner, para que atajase al sector, los convocase y trazara la estrategia para enfrentar esta injusticia y evitar que la bomba le explotase en las manos.
Kerchner, convocó a los popes del sector y les encomendó que, una vez despejada la bronca inicial, se pusieran a trabajar codo a codo, porque “de esta situación se sale con argumentos, datos científicos y articulación política, y cuando se tocan los intereses de Mendoza, todos tiramos para el mismo lado”.
No había poca cosa en juego, la industria vitivinícola genera más de 300.000 puestos de trabajo directos e indirectos, exporta por más de u$d 1000 millones anuales, es patrimonio cultural y gastronómico del país y el vino ha sido declarado Bebida Nacional.
El Gobierno Nacional se ha caracterizado por tomar medidas abruptamente, que muchas veces le han significado un alto costo político. En muchos casos ha revisado las medidas y vuelto a la situación anterior.
En este caso, las primeras señales de un Ejecutivo Nacional dispuesto al diálogo provinieron del Jefe de Gabinete Marcos Peña. Luego de febriles gestiones entre el Ministro Kerchner y el sector vitivinícola, y encabezados por Cornejo, una nutrida comitiva acudió al diálogo con el equipo de Dujovne (que no participó) y el ministro Cabrera, donde se expuso de forma contundente que la industria Vitivinícola presenta características especiales que hay que fomentar, contrastando con los efectos nocivos de la aplicación del gravamen anunciado.
Horas después, y luego de una reunión bilateral, Cornejo anunciaba la marcha atrás del Gobierno Nacional, despertando el alivio en su tierra, y al mismo tiempo desembarcando con fuerza en la agenda nacional.
Cornejo puso en juego su caudal político e hizo valer su posición, fortaleciendo su figura política y emergiendo como una pieza clave de cara al 2019 en la estrategia del oficialismo. Asimismo, en Mendoza, la noticia fue como un bálsamo. Con una sociedad acostumbrada a resolver sus conflictos en calma, un fantasma como el de la 125, con los bodegueros, productores y viñateros en pie de guerra, parecía una pesadilla.
En los corrillos empresariales y políticos, se destaca, a su vez, el rol de gestor del conflicto y hombre de confianza del Gobernador que cumplió Martín Kerchner. Parte fundamental del equipo de Cornejo, Kerchner es señalado como el puntal sobre el que el mandatario se apoya para dar orden y previsibilidad en la gestión provincial. Y como en la política los tiempos se aceleran hay quienes ya comentan que “el triunfo en lo del impuesto al vino es el trampolín definitivo para Kerchner”. Si es cierto o no, como en tantas otras situaciones, sólo el tiempo lo sabrá.