El peronismo –se dice- es una máquina de ganar elecciones. A veces se inclina, tropieza o acepta a duras penas sus pérdidas, pero siempre se yergue para terminar sus lides de pie.
El Luna Park, adonde el Frente para la Victoria convocó al periodismo, a su militancia y a sus dirigentes principales, cambió de ánimo varias veces a lo largo de la tarde.
Al principio, la esperanza de un triunfo contundente movilizó la alegría, las bocinas y los cánticos. Pero los resultados, que no poseyeron la holgura esperada, fue aminorando la euforia y un ánimo sombrío comenzó a teñir los semblantes.
Scioli, pasada la medianoche –la hora en la que se escribe esta crónica- aún no había salido a hablar ante sus seguidores y ante todo el país, quizás a la espera de que hablaran primero sus adversarios y ser él quien cerrara la serie, como estipula la ley no escrita de la política.
A esta hora, Sergio Massa enviaba su mensaje al público desde el bunker de Tigre. Era el único de los competidores que aún no había hablado para evaluar su performance electoral. Antes lo habían hecho Mauricio Macri, Ernesto Sanz y José Manuel de la Sota.
Lo curioso es que el FPV no perdió sino que ganó, por lo que en esta noche londinense, lluviosa y neblinosa, que convoca a la melancolía, no existió derrota. Hay quienes dicen que lo que marca el éxito o el fracaso son las expectativas previas que llevan al campo de batalla los contendientes.
Lo claro es que el FPV conseguía a esta hora un triunfo mucho menos holgado que lo que esperaban sus dirigentes más importantes. De acuerdo a las estimaciones previas, los seis puntos de ventaja –que incluyen una dramáticamente exigua ventaja en la Provincia de Buenos Aires, casi el patio trasero del peronismo- significa la escenificación de un golpe duro para el orgullo peronista. Máxime cuando en la región del Área Metropolitana, algunas encuestas le otorgaban un alto índice de popularidad a la presidenta saliente, Cristina Fernández de Kirchner, hace apenas uno o dos meses.
Lo cierto es que la diferencia obligará a Daniel Scioli a replantear su estrategia desde este mismo momento, es más, desde el momento en el que diga su mensaje hasta el 25 de octubre. Lo que pasa es que si hay segunda vuelta, algo que es casi inevitable con estos guarismos, el triunfo puede ser de sus adversarios, para el caso de que existiera un pacto político que unifique su propuesta para la segunda vuelta.
Paradójicamente, en esta ocasión el peronismo no hizo diferencia en la Provincia de Buenos Aires, sino que la ventaja que obtuvo provino de las demás provincias. En algunas, inclusive, el FPV logró una fuerte diferencia, como en las noroeste (13 puntos en Salta, 55 en Santiago del Estero y 16 en Jujuy) y en algunas otras. Por el contrario, en otras, como en Entre Ríos (por 3,50 puntos), el FPV ganó por márgenes menores a los habituales. Hubo otras provincias en las que la diferencia fue amplia, como San Juan (43 puntos) o Misiones (30 puntos).
Sobre el final de esta crónica, 16 minutos después de la medianoche, Scioli salió a la palestra y le habló al país.
El mandatario bonaerense anunció que le lleva 11 puntos de ventaja a Macri y 20 a Massa, una cuenta parcial que le sirvió para anunciar una ventaja contundente sobre sus adversarios. Claro que Sanz y Carrió, los rivales de Macri en la interna, si éste logra retenerlos el 25 de octubre –algo que no es absolutamente seguro- son los al menos hoy disminuyen la ventaja desde 11 a cinco puntos a favor de Scioli.
Los asesores de prensa del gobernador aseguran que es difícil que los retenga, aunque ese tema es, hoy por hoy, sólo materia de especulación. Inclusive, las cuentas de éstos auguran que el voto en blanco del 3,35 de la izquierda, que se sumará al ganador, que se supone que sería Scioli; el dos por ciento del Adolfo, al que suman casi como propio en su totalidad y parte del voto de UNA (el de de la Sota), que suma mucho más que el Adolfo (alrededor del 8% del padrón), podrían emigrar hacia el FPV. En cuanto al voto propio de Sergio Massa, la opiniones estarían divididas, pero éstos especulaban que muchos regresarían al FPV también. Está por verse.
Lo concreto es que el panorama quedó abierto y que los cómputos finales del 25 de octubre y el 22 de noviembre –ya no hay duda de que habrá segunda vuelta- serán apasionantes.