Juntos por el Cambio estaba -y quizás siga- veremos los números tras el efecto Massa, primero en todas las encuestas para el 2023, ya fueran estas encargadas por cualquiera de las partes en pugna o por empresas independientes. Con demasiados candidatos en cierta horizontalidad inestable, no todos igual de firmes, la coalición opositora igual no logra unificar opiniones, que se supone (o quizás no) tendrán cuando definan en las PASO esa situación. Un viejo dicho de la política afirma que ordenarse es más fácil cuando “tenés los patitos en fila”. No sucede esto.
Quizás dentro de la revolución de repercusiones que suscitó la intempestiva verborragia televisiva y radial de Elisa Carrió, que involucró de mala manera a gran parte de la dirigencia de la coalición y dejó flotando la idea del “visto bueno” de sus dichos de Mauricio Macri con quien dijo haber charlado antes y después, parece importante rescatar al respecto dos tuits del fiel ladero del ex Presidente, Fernando De Andreis que en un hilo muy pensado y que empieza algo antes con un “con Mauricio creemos” afirmó: “En la situación delicadísima del país, algunas declaraciones podrían no ayudar. Creemos que hay que encontrar formas de marcar nuestras diferencias sin descalificar a terceros. No nos distraigamos del objetivo fundamental de rescatar a la Argentina”.
Y agregó: “También creemos que hay que ser incansables en la defensa de la república y las instituciones. Cuidar que JxC no se contamine con relaciones poco claras con el autodenominado panperonismo”.
El hilo de De Andreis (sobre todo el primero) coincide en lo medular con la rápida respuesta que dio el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, ante el repentino ataque de la chaqueña, que no lo encuadró entre sus víctimas, ya que solo aludió a su amistad -nunca negada- con el actual ministro de Economía. Tuiteó Larreta:
“Es muy saludable que haya discusiones internas, pero el límite son los agravios. Tenemos instancias establecidas como la Mesa Nacional, mecanismos que debemos seguir fortaleciendo e institucionalizando. Más allá de nuestras diferencias, con mucho esfuerzo y convicción, hemos logrado mantener la unidad, que es lo que, además, la gente nos pide. Lo colectivo, por encima de las diferencias individuales. Es mucho más fuerte lo que nos une que lo que nos separa”.
Lilita vaya a saber por qué, ya que razones en su intrincada mente posee muchas, decidió realizar este movimiento. Lejos de impactar sobre Sergio Massa y su complejo devenir desde su ingreso a un gobierno que tiene todos los problemas juntos, el fuego amigo pone en agenda (fuera de tiempo y de mala manera) la necesidad de unificar ya los caminos de la coalición que integra, en una recalcitrante negación de las relaciones en política, poniendo nombres y apellidos a la bartola y en todas las direcciones posibles, con alcance hasta sus ex socios radicales que –como el país todo- ya la conocen en sus arranques.
Quizás con la idea aterradora de un acuerdo con el panperonismo –como lo llamaba el abuelo Antonio del actual Canciller- que además nadie detecta en el actual tablero, donde el tumultuoso Frente de Todos ascendió por necesidad a Sergio Massa a la conducción de la etapa y dejó en segundo plano a Cristina Fernández (huyendo del ajuste) y a Alberto Fernández, que consiguió -casi con seguridad- una posibilidad para entregar el poder con cierta dignidad. A quién, es una buena pregunta por estos días….
María Eugenia Vidal, Rogelio Frigerio, Patricia Bullrich, Emilio Monzó, Gustavo Ferrari, Gerardo Morales y Cristian Ritondo fueron algunos de los principales objetivos de Lilita Carrió, destacando en forma reiterada que era la madre de la criatura, asignándole la paternidad a Macri, como exigiendo a “los traidores filo perucas” el pago de los derechos de autor del triunfo que vislumbra a corto plazo.
El vuelto fue mucho más demoledor y amplio que otras veces en los que la chaqueña se ha desbocado. La bombardearon de todos lados, algunos con algo de respeto y otros (Frigerio) llegaron a las acciones legales. El lío que se armará mañana si se confirma la reunión de mesa será descomunal. Y muchas cosas para aclarar lo imposible con los micrófonos y las cámaras encima.
Elisa Carrió cometió un error no forzado, salvo que esté trabajando con distintas intenciones a sus compañeros de ruta. Veremos, antes del Mundial de Qatar ya nos quedará claro. Coincide con los tiempos de Massa, su enemigo íntimo.