Conmoción en los intendentes del PJ ante el escándalo de Insaurralde

Conmoción en los intendentes del PJ ante el escándalo de Insaurralde

Los jefes comunales del Conurbano temen por el impacto político.


La “Liga de intendentes” peronistas del Gran Buenos Aires la integran los jefes municipales del Partido Justicialista (PJ) más poderosos de la mayoría de los 24 partidos del Conurbano. Suelen tener dos debilidades: la rosca 24×7 y un pánico constante a quedar afuera de la cocina de las decisiones o a que los traicionen.

Hace al menos un lustro que el “líder de esos líderes” peronistas es Martín Insaurralde, un tipo afable, de sonrisa fácil y buenos modales. Compinche, inteligente y calculador. Seductor y tan mujeriego como inestable y ciclotímico. Cholulo y compulsivo cuando se trata de dinero y los lujos, una característica compartida por varios de sus tantos amigos de la política peronista y kirchnerista.

Desde el sábado, apenas vieron las fotografías y los videos exuberantes de la modelo Sofía Clerici en el mar Mediterráneo, un fantasma comenzó a recorrer las entrañas del peronismo.

“Lo de Martín Insaurralde es nuestro cajón de Herminio”, fue la frase que más se repitió en los mensajes de whatsapp. A los dirigentes Sub 35 hubo que explicárselo. Lo del yate “Bandido”, la cartera Louis Vuitton y el Rolex de 7.000 euros lo entendieron rápido. Es parte de la cultura de estos tiempos y de la dinámica de TikTok. Pero la parábola de este Herminio Iglesias 2.0 necesitó de algunas lecciones de historia peronista. Todos las entendieron a la perfección. El escándalo bonaerense se los llevaba puestos.

Uno de los mejores amigos de Insaurralde en la política es Máximo Kirchner. No comparten, por cierto, el gusto por los lujos y menos por la vestimenta. Pero si comparten el gusto por la plata. Creen, como muchos otros, que la acumulación de dinero es acumulación de poder.

Todos recuerdan que Máximo siempre llamaba “mi socio” a Insaurralde. Bromeaban juntos en las reuniones del PJ bonaerense.

La sociedad entre Insaurralde y Máximo fue a raíz de un resultado que los beneficio a los dos. El líder de La Cámpora nunca pudo congeniar con los jefes comunales del PJ. Insaurralde le resolvió ese problema. Y los alineó a casi todos a la construcción del poder que a Máximo (como a su papá Néstor), siempre lo desveló: controlar los resortes de poder del Conurbano.

En ese marco, Sergio Massa, Cristina Kirchner y Axel Kicillof triangularon las llamadas y pusieron en marcha un cordón sanitario que los dejara a salvo del virus Insaurralde. No se trataba de cualquier dirigente. Era el interventor que la Vicepresidenta le había puesto al Gobernador después de la derrota en las elecciones legislativas de 2021. Lo había hecho viajar a Kicillof al Calafate y, a los gritos durante cuatro horas, le trasladó sus opiniones sobre la gestión en la Provincia. Como extra, le filtró esos detalles a la prensa.

Insaurralde había sido hasta ahora el mensajero de Cristina, y de Máximo Kirchner, en la gestión Kicillof. El Gobernador había tenido que entregar la cabeza de uno de sus hombres de confianza, Carlos (Carli) Bianco. Y en la estrategia electoral de Máximo para estas elecciones, Kicillof debía ser el candidato presidencial (¿para que perdiera?), e Insaurralde el candidato a gobernador (para que ganara y conservara la Provincia).

Pero la negociación que terminaron cerrando Sergio Massa y Kicillof desbarató aquella jugada ultrakirchnerista que incluía a Insaurralde. El exintendente de Lomas de Zamora tenía buenas relaciones con los candidatos por lo que se convirtió en un hombre clave de la campaña electoral en la Provincia.

Toda esa arquitectura se derrumbó en el fin de semana. Las copas de cava mallorquí, la cama extra king size del yate alquilado y los videos íntimos lanzados a la autopista informática en medio del país que está quebrando el récord de los veinte millones de pobres fueron demasiado para este peronismo en estado de emergencia.

La aparición de Martín Insaurralde y sus aventuras en las islas Baleares no pudieron surgir en peor momento. “Le estamos tirando al cajón de Herminio con un extinguidor, pero no creo que podamos salvarnos del incendio”, dice uno de los estrategas de la campaña de Unión por la Patria (UP).

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