E l triunfo de Cristina Kirchner y Amado Boudou en la elección general de 2011 ya quedó en la historia. La dupla del entonces Frente para la Victoria alcanzó el porcentaje más alto para una presidencial desde la vuelta de la democracia: 54,11%. Tanto arrasó el oficialismo que consiguió otro hito electoral que quizá no muchos recuerden: por primera (y única vez hasta ahora) el kirchnerismo logró imponerse la provincia de Córdoba. No lo habían conseguido ni la propia Cristina cuatro años antes, ni aún menos su marido, Néstor Kirchner, en el debut de 2003. Tampoco lo harían luego en las legislativas de 2013 ni en las presidenciales 2015 y 2019. Cada vez que pusieron su sello, perdieron.
Esto explica por qué, para la oposición nacional, Córdoba se haya convertido en un botín tan preciado. Se trata, además, del segundo distrito electoral más grande del país, por debajo de la provincia de Buenos Aires y un poco por encima de CABA y Santa Fe.
Y justo allí en Juntos por el Cambio, perfilado como favorito para este año, se desató una interna inédita y de final incierto. ¿Tanto como para que pueda estar en juego la unidad y, quizá también, una victoria que parece asegurada? ¿Por qué se pasaría de los más de 50 puntos que supo conseguir allí Macri en un par de oportunidades, a un comicio con final abierto?
La disputa dentro de la oposición tiene tres componentes centrales, con diferentes pesos, pero todos influyentes pensando en la pelea con el Frente de Todos.
Macri y la carta Santos
Así como en 2015, Córdoba explicó el triunfo presidencial de Macri y en 2019 también mantuvo su crédito en un escenario general de derrota, hoy la influencia del ex presidente está en discusión.
Esto ocurre por un par de razones básicas. La primera, acaso la de mayor peso, es que el líder del PRO ya no ocupa la Casa Rosada, lo que le quita margen de influencia dentro de la alianza local. Un aperitivo de esta situación la vivió incluso cuando estaba aún en el poder y no pudo evitar que los radicales Mario Negri y Ramón Mestre fueran por separado y le dejaran servida la reelección al peronista Juan Schiaretti para gobernador.
Hay quienes hoy dudan todavía de cuánta fuerza hizo Macri para tratar de desbancar a Schiaretti, el gobernador opositor más cercano que tuvo en sus cuatro años de gestión nacional.
En medio de la pandemia, Macri viajó a Córdoba para dejar claras sus preferencias: quiere (lo dijo) que el principal candidato de JxC este año sea Gustavo Santos. Pretende que el ex ministro de Turismo encabece el tramo para senadores, la punta de la boleta. Y más: ya avisó que lo ve con chances de ir por la gobernación en el 2023.
La rebeldía radical
Si con Macri en el poder, los radicales cordobeses resistían algunas de sus propuestas en privado, ahora directamente decidieron desafiarlo en público. Consideran que Santos no tiene conocimiento ni atracción electoral como para encabezar.
Mario Negri, jefe del interbloque de Diputados de Juntos por el Cambio y con mandato hasta el 2023, amaga con plantarse él en la pelea. También suena el nombre de Rodrigo de Loredo, quien en 2019 hizo una gran interna contra Negri y Mestre y quedó posicionado dentro del radicalismo.
Cayó muy mal en la UCR esta última visita de Macri, en la que se sintieron (otra vez) ninguneados. Y por eso avisaron que propondrán una PASO si no hay acuerdo por las candidaturas e incluso mostraron una encuesta en la que muchos cordobeses les sugieren ir separados del PRO o aliarse sólo con el sector moderado de Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.
En medio de la pandemia, Macri viajó a Córdoba para dejar claras sus preferencias: quiere (lo dijo) que el principal candidato de JxC este año sea Gustavo Santos. Pretende que el ex ministro de Turismo encabece el tramo para senadores, la punta de la boleta. Y más: ya avisó que lo ve con chances de ir por la gobernación en el 2023.
El factor Juez
El tercer elemento central es el actual senador y ex embajador en Ecuador, Luis Juez. Adelantó que él también quiere encabezar para el Senado y directamente dijo que podría romper la alianza con Juntos por el Cambio de no haber acuerdo.
Si bien carece de la potencialidad electoral que casi lo convirtió en gobernador en 2007 y lo llevó a triunfar en 2009 en las legislativas, sigue siendo un jugador de peso en la provincia.
Y, para el caso de ir por su lado, se presume que le sacará votos a la oposición nacional y podría aumentar las chances del oficialismo del Frente de Todos o de la variante local Hacemos por Córdoba, que auspicia Schiaretti.
Cómo juegue el peronismo (que la mayoría de las veces para las legislativas va dividido) también incidirá seguramente en los movimiento de Juntos por el Cambio.