No existen dudas en las mediciones de las empresas de monitoreo, análisis y estadísticas acerca del ascenso casi meteórico, de la imagen del Presidente, Alberto Fernández, y sobre todo en el ítem del manejo de la crisis del coronavirus en nuestro país. Tres de ellas aseguran que entre un 60 y un 80 por ciento de los votantes de Cambiemos aprueba tanto las medidas tomadas por el Presidente como el modo de consensuar las mismas con la oposición a pesar de ser todos DNU, que saldrían solo con su firma y la de alguno de sus ministros.
La foto de Sergio Massa en Olivos con todos los líderes de los diferentes bloques, seguida de las continuas reuniones con Rodríguez Larreta y Kiciloff, la conferencia de prensa en la que sumó a Mario Negri y a Morales, le otorgaron a Fernández un respaldo y una legitimidad política a la fuerza de las decisiones, que resultaron a todas luces exitosas al parecer de la ciudadanía en esas mediciones.
Algo que vinimos marcando en estas líneas desde antes de asumiera su cargo, cuando arreciaban desde muchos medios las teorías del títere en el peor de los casos y del doble comando en los más benévolos, esto que tiene que ver con el estilo de conducción y de construcción de poder que tuvo y tiene el Presidente, y su aplomo y tranquilidad a la hora de manejar la botonera del poder, algo que ya conocía desde el segundo escalón y que le es más fácil desde el primero.
Las columnas de los principales medios, ayer domingo, se rindieron ante esta realidad, con algunas excepciones , pero todas en la línea de la consolidación positiva de la conducción del Presidente. La tranquilidad, la amplitud política y lo incisivo de las medidas, fueron las tres virtudes más destacadas por los analistas.
Pero al mismo tiempo surgió un miedo, del que ahora no se habla demasiado pero que ha empezado a generar ruido, y se refiere a la situación social que va generando -sobre todo en el conurbano y el gran Rosario principalmente , este vuelco económico de los recursos del país hacia la salud. Mientras decían algunos que el gobierno subestimaba o se dormía, éste preparaba medidas en sus tiempos para atender la emergencia sanitaria con el principal objetivo de que no colapse el sistema montado y agrandado la capacidad con mayores recursos, sumatoria de sectores de la comunidad como el ejército, voluntarios y los encargados de edificios, establecimientos edilicios adicionales como los hoteles privados y de los gremios, y sobre todo con la unidad de acción entre la sanidad privada y la pública.
Pero, aunque no se cambie la prioridad, no se descuida en simultáneo las dos cuestiones económicas que desvelan al Presidente. En el plano internacional, que la negociación con los privados y el Fondo llegue a buen término y sin default, de hecho se comunicó con Kristalina Georgieva y el ministro Guzmán agota al Skype en sus rondas de negociación.
Por otra parte crece la preocupación económica vernácula que tiene que ver con que el parate total decretado sumado a la situación heredada, no genere una fuerte alteración social por necesidad elementales que no pueda ser contemplada o frenada por el mix de las organizaciones sociales y fundamentalmente por el Estado.
El tercer tema es cómo será el mundo después que pase el COVID-19, si cambiarán algunas reglas de la economía mundial, si los liderazgos geopolíticos se mantendrán o irán mutando tanto geográficamente como de estilos, si algunos países líderes mundiales o regionales que siempre salen bien parados cuando la cuestión no pasa por la ciencia, ahora la soberbia los castigará con un cachetazo vergonzante (atención Bolsonaro), obviamente como en cualquier transformación mundial a gran escala que genera miles de muertos, habrá vencedores y vencidos en todos los planos.
Cómo y cuándo termina el balance mundial, cómo le fue a cada uno en ello, quien ganó y quien perdió algo además de las vidas que perdimos todos, quien se queda con la vacuna y cómo se la administra al resto, serán estas algunas de las preguntas, y si ésta fue la primera prueba de futuras agresiones o errores inducidos.
La poca solidaridad entre las naciones es una de las características más notable de este fenómeno. El riesgo de agravar la situación propia hace que muchos países se desliguen del problema global, algo que repercutirá sobre ellos seguro, si no en lo sanitario, seguro desde lo económico. Los once aviones rusos con personal especializadoy equipamiento que llegaron hoy a Italia es una de las raras excepciones a lo acá anotado.
El este asiático, China, Corea del Sur y Japón parecen haber tenido una mejor performance que las cómodas democracias europeas (quizás con la excepción alemana, falta todavía), y también falta saber si el país que reina en el mundo hace ya muchos años, por poder económico, comercial y militar, finalmente sostendrá ese rol o demostrará -esta vez de manera global y con las cámaras del mundo encendidas- que no estuvo a la altura de lo que pretende y algo nuevo está naciendo. Veremos, esto recién empieza, estamos con los muertos aún frescos, en plena fase 1.