Dice la izquierda –parte de la izquierda– que en 2015 irá por los votos de los desencantados con el kirchnerismo y también por los potenciales sufragios que pueda perder el Frente Amplio Unen, que hoy se encuentra en crisis, ya sea porque Lilita Carrió se tira de bomba cada dos por tres, ya sea por los coqueteos de ciertos sectores con el macrismo y el massismo, o por lo de siempre, que todos quieren ser presidenciables. Pero antes, claro, la izquierda deberá subsanar sus crecientes fisuras, si pretende optimizar la histórica performance de 2013, en la que consiguió varias bancas de diputados provinciales, como Christian Castillo, en representación de la provincia de Buenos Aires, y escaños nacionales: Néstor Pitrola, Pablo López y Nicolás del Caño, como diputados por las provincias de Buenos Aires, Salta y Mendoza, respectivamente. La crisis del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) ya es, con todo lo que falta hasta las elecciones, inocultable. Y la tensión reside, básicamente, entre el Partido Obrero (PO) y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), sin contar al tercer aliado en la coalición, Izquierda Socialista, cuyo referente es el economista y docente universitario José Castillo.
La tensión pasa, justamente, porque el espacio tiene dos candidatos –¿o precandidatos?– a presidente: Jorge Altamira, del PO, y Nicolás del Caño, del PTS. Discusión aparte es la participación en el mecanismo de selección de postulantes –cuando no de exclusión– de la política hegemónica como son, al decir de la izquierda, las PASO. Y otro tanto “la contienda electoral burguesa”. La tirantez se evidenció estos días. Y hasta la izquierda que está por fuera de esta alianza, como el MST y el Nuevo MAS, salió a pedir que haya paz: que haya unidad, que haya candidato. Uno solo.
“Rechazo con énfasis la declaración del Partido Obrero que considera una ‘usurpación’ mía y de mi partido el haber presentado mi precandidatura a presidente, la de Christian Castillo a gobernador bonaerense y la de Myriam Bregman a jefa de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires”, dice Del Caño. “Más allá de las opiniones discutibles sobre la utilidad de las PASO para dirimir las candidaturas de la izquierda, considero una desmesura el lenguaje utilizado y el contenido de la acusación, ya que nosotros nos hemos presentado solamente como precandidatos para una discusión fraternal dentro del frente, sin descartar las PASO como último recurso de no haber acuerdo, como reflejó en forma unánime la prensa que cubrió el evento en el hotel Castelar (4 de noviembre)”. Y continúa: “Creo que lo que atenta, de persistir, contra la unidad y el fortalecimiento del frente son acusaciones como esta, mientras el compañero Jorge Altamira firma, en un programa de cable, un compromiso público a debatir en 2015 como candidato presidencial del conjunto del FIT, atribuyéndose una representatividad que no es tal, ya que ni esa ni ninguna candidatura ha sido consensuada entre las fuerzas que conformamos el frente”.
Del Caño habla de la edición del 5 de noviembre de A dos voces, el programa de los miércoles a la noche en TN, cuando los (pre)candidatos presidenciales se comprometieron, mediante la firma de un acta televisiva, a discutir el año próximo propuestas con sus pares. Altamira estuvo allí, se dijo candidato como Massa, como Pino en la edición del 12 y como, incluso, Daniel Scioli, quien confirmó su asistencia de palabra, porque qué importancia puede tener el gancho cuando siempre se está dispuesto a comparecer en la contienda televisada. Ese gesto le sumó un papelón a Víctor Hugo Morales, quien creyó, casi de memoria, en la mañana de Continental, que el gobernador no había asistido al envío del Grupo Clarín. Pocos, eso sí, repararon en la actitud de Altamira. Menos la izquierda.
El sábado 8 de noviembre, el Luna Park fue escenario del Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda. Hubo 10 mil militantes. Y hubo, también, candidatura de Jorge Altamira. La Izquierda Socialista, por su parte, expresó su apoyo. Sus principales dirigentes leyeron una declaración en tal sentido. “Cualquier intento de dirimir las candidaturas del FIT en esas internas tramposas significaría un grave retroceso”, señalaron, por caso, Carlos Giordano y Rubén “Pollo” Sobrero. De todos modos, pese a la discordia, en la izquierda –esta izquierda– creen que llegarán a las PASO con una lista única. De lo contrario, el espacio se vería muy debilitado, y lo obtenido en 2013 se reencarnaría en un franco retroceso dos años después. Una suerte de juego de la oca: se avanza un casillero, se retroceden dos. Cuando no se pierde un turno en el juego.
Néstor Pitrola, dirigente del PO y diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, entiende que el ascenso de la izquierda “se potencia por el fracaso de una nueva tentativa de recomposición del peronismo que ha sido el fracaso del kirchnerismo”. A su vez, comenta: “El objetivo que hemos definido es ir por esa base social del kirchnerismo, que está, desde el punto de vista de su perspectiva histórica, cada vez más agarrada con alfileres. Estamos interviniendo cada día y luchando por esa base de la juventud del kirchnerismo que lo sigue desde el punto de vista de la recuperación del discurso del primer peronismo, pero en absoluto de ninguna realización de esas banderas. Y han puesto un candidato como Taiana para contener por izquierda, pero es un cuatro de copas”.
Ascenso o no, vaya si se habló de Pitrola, en compañía de Gabriel Solano, Pablo Rabey y Daniel Mecca, a principios de mes, cuando fueron a participar al programa Los 8 escalones, de Guido Kaczka, por Canal 13. En el octavo escalón, precisamente, cuando se enfrentaron a Iván de Pineda, no pudieron hacerse del premio mayor, unos 100 mil pesos, pero sí de 20 mil, que donaron a “la lucha de los trabajadores de Lear”. Ese día, el hashtag #LosTroskoEscalones fue trending topic en la red social Twitter. Hay quienes, dentro de la izquierda, vieron la participación como un acto de mendicidad de migajas del capitalismo. Otros, como una apertura que barre el sectarismo que siempre se le endilgó a la izquierda. Sea como sea, se habló de esa opción política y eso, para muchos, ya es mucho.
En el discurso de cierre del congreso del sábado, en el que hicieron suya la palabra dirigentes de Lear, de Fate, petroleros de Santa Cruz, de Aluar de Puerto Madryn, de ATE Mendoza, Sutebas y también Alberto Lebbos (padre de la joven asesinada en Tucumán, Paulina Lebbos, quien coordinó la comisión de lucha contra la impunidad), Altamira manifestó: “En el final menemista del gobierno nacional y popular, la izquierda se enfrenta a la posibilidad –pero nada más que a la posibilidad, no a la certeza–, por la que tenemos que luchar, de que la reestructuración de la clase obrera argentina como clase autónoma se haga bajo la bandera del socialismo revolucionario y del gobierno de los trabajadores. Los nacionales y populares les van a decir a los trabajadores ‘votá al antiimperialista Scioli para que no suba Macri’”.
Y se refirió, además, a la interna con el PTS: “Necesitamos un frente de izquierda que actúe como frente único. ¿Qué significa frente único? Que cuando estamos en el comité discutimos; cuando vamos a tomar el puente, no discutimos más: somos una masa única contra el enemigo. Ponernos a discutir en una interna armada por el Estado capitalista es bastante peor que la acusación que se nos hace de que participamos de las elecciones burguesas. En un enfrentamiento con los capitalistas, ¿vale poner el centro en un enfrentamiento entre nosotros?”.
Marcelo Ramal, legislador porteño del FIT, parece darle la razón. Cree que la batalla debe darse contra los candidatos capitalistas, con un candidato único. Que el congreso del 8 de noviembre apoyó la candidatura de Jorge Altamira, de alguna manera ya consagrada por la opinión pública. Que alcanza con ver las encuestas. Que, respecto a la acusación de Del Caño, en el FIT no hubo nunca un debate para conocer el candidato del espacio. Que Izquierda Socialista avaló la postulación del viejo dirigente. Y que se perjudica, sin más, quien lleve adelante cualquier planteo rupturista.