Se dice que el “cercano del jefe” lo tenía en la mira hace tiempo, pero no podía despedirlo porque no tenía reemplazo. Se dice también que “sólo un clavo saca a otro clavo”, pero para eso son necesarios dos clavos y él tenía uno solo.
Finalmente, Marcos Peña, un cultor de la “blitzkrieg”, encontró al reemplazante de Emilio Monzó, el armador del Pro en territorio bonaerense desde 2013, con quien lo unía sólo una relación de “necesidad y urgencia”. En realidad, a Cristina Ritondo no lo “encontró” Peña, se lo trajo a la mesa chica la gobernadora María Eugenia Vidal, que lo tiene como uno de sus hombres de confianza más cercanos, junto a Federico Salvai.
De esta manera, Ritondo fue incorporado a la mesa chica de campaña, de la que forman parte también Mauricio Macri, Jaime Durán Barba, Peña, Vidal, Salvai, Eduardo Costa, Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli.
La carrera de Ritondo -un joven veterano- comenzó en los tiempos de Carlos Grosso, que lo designó como subsecretario de la Juventud en 1990. en aquellos tiempos se lo consideraba como una espada de Miguel Ángel Toma, uno de los hombres de confianza de Grosso. Luego, ya en el Pro, fue legislador porteño, presidente del bloque oficialista y, finalmente, vicepresidente segundo de la Legislatura porteña, desde donde saltó con Vidal al Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
En el ministerio, si bien lo tocó debutar con la mediática y conflictiva fuga de los hermanos Lanatta, sobrevivió en ese mar tormentoso con cierta holgura, habituado como está a nadar con tiburones, como cuando fue subsecretario del Interior entre 2001 y 2003, cuando Eduardo Duhalde se convirtió en el presidente provisional argentino por decisión del plenario legislativo.
Esta nueva promoción significa que se enviará a Ritondo a “patear” la provincia como cabeza de la lista de Diputados. También es un manifiesto de la intención del Gobierno de quitar a la economía de la agenda electoral de 2019 y la inclusión del ministro de Seguridad obligará de alguna manera a poner en primer plano uno de los temas que más califican para ocultarla.
Hace dos semanas, en un día jueves, Ritondo fue convocado a la Casa Rosada por Peña, que lo recibió junto al secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, otro de los hombres de íntima confianza de Macri. La razón del encuentro fue la decisión de ofrecerle al hombre de Mataderos y confeso hincha de Nueva Chicago la cabeza de la lista de diputados, desde donde saltaría a la presidencia de la cámara baja para reemplazar a Monzó, que si Macri continuara en el poder partiría a consumir el dorado caviar del exilio en la embajada argentina en España.
El actual ministro de Seguridad sería además el reemplazo de Monzó en el difícil arte del armado territorial, para desazón de los radicales, que ambicionaban ubicar a uno de sus hombres en esa función. Desde 2015, esa tarea la desarrolló primero el actual presidente de la cámara baja y luego lo reemplazó Salvai.