La pata judicial de la política por supuesto que no es uniforme respecto de sus terminales de poder, para aquellos que sí las tienen y que obviamente no son la totalidad de la plantilla. Incluso hay patrullas perdidas -con la sirena oculta- en los pasillos de las múltiples sedes de las que goza este Poder. Y los que tienen la cobertura mediática asegurada son aquellos que tienen algún tipo de acuerdo con los dueños de las corporaciones de medios o simplemente coincidencias de intereses, o sea lo mismo, dicho de otro modo. Algo parecido al lawfare, pudiendo no ser idéntico. Jueces y fiscales hay muchos, tantos como comunicadores.
El ex K, Diego Luciani no especuló. Se mandó a fondo ante la oportunidad, de esas que se dan una vez en la vida, de enfrentar a una contraparte que está “mucho más alto que él en la altura del conflicto”. Y cuando muchos especulaban que la oposición seguía dormida y no lograba capturar ningún rédito, mientras se acentuaba al máximo la centralidad de Cristina en el Frente de Todos, Rodríguez Larreta logró transformar un episodio por lo menos polémico en algo positivo y casi decisivo en la feroz interna que libra el PRO en Juntos por el Cambio. Por la acción intensa, tanto de los descamisados peronistas en CABA como la de sus propios competidores internos, tal el caso de Patricia Bullrich, Larreta quedó fuertemente instalado en el otro rincón del ring montado (¿a propósito?) en Juncal y Montevideo, dentro de una ciudad en la que históricamente manda –desde su autonomía y como en todos lados- el que maneja los fierros.
Cristina sigue ampliando a partir de ello el listado de los temas en conflicto, y cada vez que ella o alguien en su nombre inserta un tema más en la pulseada el conflicto escala casi a tono de campaña y siempre en el plano urbano, el terreno enemigo, lo que consolida aún más la respuesta de quien lidera por estos lares esa tribu amarilla. La vicepresidenta ya trascendió largamente -por estos momentos- el problema de la acusación y el plano judicial propio, pasó rápidamente a la acumulación y concentración del poder del peronismo, al que nombró más en esta última semana que en sus ocho años de gobierno. Ayer martes el PJ Nacional, que cuando alguien se planta a conducirlo suelen ser muy pocos los que desafían esa línea, reafirmó que a su máxima líder no la van a entregar en una causa que de meterle “tanta calle y lealtad” ya se presenta en el escenario electoral como algo floja de papeles. Nada de lo que suceda será proscriptivo -al menos inmediatamente-, y mucho menos hablar de cárcel o prisión domiciliaria. No es destino para “los elegidos” algo que sostiene hasta Miguel Pichetto. La mayoría de los gobernadores del PJ está sintiendo que, si algo le faltaba al poco tiempo que tenía el pujante Sergio Massa en este gobierno para enderezar el rumbo inflacionario y de descontento social, este episodio terminó de arruinar cualquier intento de despegue este año con miras al 2023 para ellos. Y probablemente siga así hasta el final, será muy difícil sacarle la cuerda en la curva a la ex Presidenta, y mucho más, la lapicera.
Mientras tanto Larreta bancó la parada ante propios y extraños. Se lo vio absolutamente convencido de su accionar en el almuerzo de Puerto Madero y lo que es raro en él, muy contrariado con la actitud de Bullrich. Le molestó la ruptura del acuerdo con “la Pato” y más por la falta de reglas: “Yo te defendía cuando muchos te puteaban y ahora actuás así” le espetó en la cara. “No es lo mismo gobernar que opinar” finalizó. El ex presidente Mauricio Macri entendió que no era oportunidad de laudar para ningún lado, pero también sabe que el que calla otorga. Y que con los fierros es más fácil llegar. Y la dejó defenderse sola a su ex ministra de Seguridad ante la mayoría de los presentes (y ausentes) que respaldaron, algunos de manera más visibles que otros, al Lord Mayor de la City.
Hablando de Macri, al ex Presidente no se lo ve jugando estratégicamente para ser él quien confronte con el peronismo, formateado como sea. Por más que le tiene ganas a Cristina, apoyado en la debilidad del actual gobierno, parecería que el influencer le va a ganar la partida al jugador, influenciado por su mujer y su poco apego a las obligaciones.
Si bien nadie duda que Cristina contra Macri sería un clásico casi de Champions para sus fans y seguidores, algo así como un 50 o 60 por ciento de los votantes, sería también una muestra de cómo este país no puede generar nuevos liderazgos que lo saquen adelante y asistir a esa elección sería casi una tortura para el resto de los mortales.
El conflicto de Macri y Larreta será en la Ciudad en donde el primo Jorge viene con serias intenciones de retener la Ciudad para el submarino amarillo que la retiene hace cuatro períodos. Pero reciclar la propuesta es la opción elegida de Larreta, y en ese campo Martin Lousteau tiene además del compromiso del jefe de Gobierno, una ficha puesta de todos aquéllos que no desean ver más un Macri en la Ciudad de Buenos Aires. Final abierto, PASO y después…