Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta de la Nación Argentina y Mauricio Macri, actual mandatario, tendrán finalmente el duelo electoral que desearon, a pesar de la lenta agonía de las múltiples causas judiciales y el clima inflacionario con dólar movidito y con el riesgo país pasando los 800 puntos.
La razón que va generando la consolidación final del escenario soñado por algo más de la mitad de los argentinos, es que, a pesar de que todavía falta tiempo para poder concretar frentes, alianzas y cualquier tipo de alquimia política, los números-en todo sentido- no favorecen a todos aquellos que siguen apostando a una tercera vía, el espacio libre que deja la grieta.
Roberto Lavagna –que cuenta con el apoyo de socialistas y radicales-, Juan Manuel Urtubey y Sergio Massa –estos dos, más pejotistas-, son los únicos “presidenciables” que se manejan por fuera del eje binario y no está claro qué harán y qué proponen. Aunque hay múltiples operaciones desde casi todo el peronismo e incluso desde la CGT, para motorizar una PASO ordenadora, ésta es -a priori- imposible de cerrar y mucho menos lograría un esquema de consenso para unificar una sola propuesta contra Cambiemos.
Como dato -no tan anecdótico-, analistas y empresarios consultados por este medio cuantificaron entre 150 y 200 millones de dólares el costo de la PASO y la campaña nacional para las fuerzas políticas que pretendan ganarla (significan hoy 9.000 millones de pesos). Esto incluye gasto de fiscales, boletas, comida, traslados, publicidad en todas las plataformas y los imprevistos que suelen suceder en cada elección.
Desde esta perspectiva es que la polarización también alcanzaría a las fuerzas desde el plano económico, ya que sólo Cristina y Macri pueden acceder a esas sumas en el mapa político de nuestro país. Lo que no está claro es si podrán justificarla. Y su recompensa.
El pésimo momento por el que atraviesa la imagen del Presidente puede generar -de continuar esta caída libre-, su renuncia a la reelección (con candidato/a incierto/a) o de morir con las botas puestas, y que su fuerza política no entre al ballotage. Mientras tanto en la Rosada hay quienes aún alientan la posibilidad de ganar en primera vuelta. Argentinidad al palo.