Los K y el escenario complejo de una política

Los K y el escenario complejo de una política

En la medida que algunas de las vertientes de lo que parece haber sido el kirchnerismo, se reagrupen en una suerte de poskirchnerismo, el peronismo volverá a mirar a la Ciudad con el ojo de quien no espera la anunciada -e imaginaria- llegada de los bárbaros.


Quién iba a pensar, cuando Néstor Kirchner decidió abandonar esa transversalidad declamada pero no construida con la que había encarado el principio de su gestión, para refugiarse ya ex presidente en lo que entendió más confiable, el Partido Justicialista, qué iba a pasar lo que pasó, algo nunca visto en el peronismo? Claro, la necesidad de darle institucionalidad a sus órdenes, desde el atril mayor de la calle Matheu, que en realidad no es tal sino una gran mesa, en la cual ahora a veces hasta se aceptan preguntas, hizo que Néstor optara por un terreno donde un caudillo provincial devenido Presidente -como tantos otros- se mueva como un pez en el agua. Pero el agua estaba podrida.

Esa institucionalidad partidaria pensada para que no quedara tan expuesto el doble comando que ejercía desde Puerto Madero, finalmente no resultó. Fue el propio Néstor el que -quizá sin intención- se llevó puesta a su esposa apenas asumió con las primeras reuniones de mayor densidad política y hasta con la aventura selvática que encaró por tierras colombianas en busca de Ingrid Betancourt. Cristina, entretanto, vestía protocolo, más para afuera que para adentro.

Como en una pista de autos, después de tocar a su mujer y mandarla a la banquina en la primera curva, a Néstor no le quedó otro recurso que ponerse al frente del conflicto con el sector agropecuario, arengando como podía desde "el pejotismo", mientras se sumaban fisuras internas: gobernadores, intendentes, legisladores, las innecesarias cadenas nacionales y actos de desagravio hacia la presidente. Fue a partir de ese momento que empezaron a salir de escena los comunicadores Fernández y ya pasados los cien días de escaramuzas (con una parálisis de aquellas) y con la pelota en el Congreso, Luis D?Elía, Hebe de Bonafini, Emilio Pérsico y Juan Cabandié, junto a la omnipresencia de Hugo Moyano, pasaron a ser los voceros de la Patria Liberada, en cualquier escenario y a cualquier precio. Olvidó Kirchner que esta etapa del Gobierno es formalmente democrática, en nada parecida a un Estado revolucionario. Las voces fueron insuficientes, sin evaluar el fondo de la cuestión, pero no la hipoteca que iban a dejarle a sus jefes políticos (padres de la criatura) con tantas acciones y dichos en la mayor vidriera del país.

Las carpas y las llamadas a tomar los medios del Estado como si estos no estuvieran manejados por el establishment mediático K, quedarán en la memoria colectiva como un debate que más allá de sus resultados en términos económicos, políticamente, para el kirchnerismo, el saldo ha sido decidididamente negativo.

Nada es tan peligroso (hablamos de poder) que ver alinearse en contra de uno a los gobernadores de las provincias más importantes de la Argentina (peor todavía si son peronistas), quedando del lado del gobierno únicamente las "asistidas" económicamente, sin lo cual no podrían ni pagar los sueldos provinciales, más un Daniel Scioli firme pero descendiendo junto a CFK y con sutiles -y cada vez más- toques de diferenciación. De Mauricio Macri a Mario das Neves, hay en un desorden obligado por la magnitud de la pulseada, una masa crítica que asusta a cualquiera y que se puede denominar como poskirchnerismo, a pesar de su heterogeneidad. Y Eduardo Duhalde dejó de ser fantasma. Ahí está, el hombre sucedía.

LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES

Un primer concepto se lo lleva quien recorre por estos días la República Popular China en busca de inversiones para los anhelados Centro Cívico y Polo Tecnológico, el jefe de Gobierno, Mauricio Macri. Su jefe de Gabinete, Rodríguez Larreta pasó este lunes por la Legislatura a brindar su informe bianual: lo único que quedó claro es que la imagen de Macri está blindada. Como pasa tantas veces en política, lidera una gestión que a pesar de interminables errores y retrasos, aún no le entran balas.

LA CONDUCCIÓN

Entre los K que debieran ser los primeros críticos de la gestión, se distingue -aún con una merma importante en su comando- la palabra de Alberto Fernández. El hombre viene golpeado (también por Víctor Santa María, uno de los popes porteños), y desautorizado hasta por el propio ex presidente, como en las negociaciones con el campo, donde tiene como directivas para la tropa local, la defensa, en la Ciudad, de los intereses nacionales. Esa variable es el indicador de los conflictos o de los acuerdos con Macri (en la visión albertista de la conducción porteña). Siempre es recomendable, desde la jefatura de Gabinete, simular enfrentamientos. Su hombre en la Legislatura es Diego Kravetz, quien sufre, proporcionalmente, la pérdida de poder de su jefe. Sucede que en la práctica, Juan Manuel Olmos y Kravetz conducen al bloque, el primero desde su militancia y el segundo como delegado del Tío, que en sus años de esplendor, era el factor ordenador. Fernández sufrió una derrota electoral tras otra, al tiempo que volaban por la ventana los ministros que entronaba tras los comicios. Ante la realidad de una conducción bicéfala, es Olmos quien tomó la delantera y sobre sus espaldas probablemente se recueste el distrito para decidir su futuro cuando las consecuencias de las fracturas nacionales y provinciales avancen sobre la Ciudad.

LOS PITUFOS

También están los que defienden a ultranza al gobierno y están en cruzada contra el macrismo. Es el caso de Gabriela Cerruti, de quién algunos dicen que si está o no es lo mismo, mientras que otros, que no confían en sus ideas, se resignan a que esté, aunque "no sabemos hasta cuando".

La legisladora hace alarde de su relación con Alberto y de tener la venia para avanzar en "aventuras políticas más complejas en defensa de su nuevo jefe". Habrá que ver de qué se trata. Otro que cabalga a full con los santacruceños es el joven Juan Cabandié, con una terminal pingüina distinta a la de Cerrutti y con el plus K de tener carpa propia en el Congreso y ser uno de los protagonistas top de la guerra gaucha. La diferencia: mientras algunos dan afuera a Cerruti, a Cabandié le perdonan sus ausencias legislativas y lo suman como como propio. En temas puntuales, Ivana Centanaro, Sebastián Gramajo y Pablo Failde suelen tener visiones propias que no alcanzan consenso, pero su pertenencia al club no es puesta en duda.

LA HIPOTECA

¿Quién levanta esta hipoteca?, se preguntan en diferentes despachos K. la pregunta hace referencia al desgaste del espacio en una Ciudad que nunca le dispensó cariño: la Ciudad que catapultó a Macri. "Ahora resulta que tenemos en Capital nuevos dirigentes como Emilio Pérsico, Damián Barihoff, todas las organizaciones sociales que metieron las carpas, inventos como Héctor Capaccioli, hombre de confianza del Tío y que ocupa la Superintendencia de Salud pretenden conducir el distrito", braman los K que entienden que por cada carpa y por cada palabra de Hebe, los votos huyen de a miles, igual que el apoyo para la etapa que se viene, digamos el 2009.

Entienden que la presidente está discutiendo un proyecto de país, "pero con sus métodos a nosotros -entre otros- nos arruinaron", dispara un legislador en Perú 130. Alberto ya no está para conducir, Cristina y Cía. tienen demasiados problemas; si se ordena un poco, el poskirchnerismo, más temprano que tarde llegará a este lado del Riachuelo y de la avenida General Paz, ?ya que la Ciudad es continental y no la isla Martín García?, dicen. Entonces será el momento de ver si los K, al levantar la cosecha, lamentan haberse peleado con los productores del campo y los "peronistas autoconvocados" y empiezan a ver crecer lo que sembraron silenciosamente en estos eternos 120 días de conflicto.

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