Por primera vez en su larga historia, se inauguró este lunes en Sudamérica el Congreso Mundial de Bibliotecas e Información con la presencia de más de 2.500 representantes de 200 países. El lugar elegido para la sesión de apertura fue el Teatro Colón y los primeros discursos estuvieron a cargo de Ana María Peruchena Zimmermann, presidenta de Asociación de Bibliotecarios de la República Argentina (Abgra); el presidente de la Federación Internacional de Bibliotecas y Asociaciones de Bibliotecarios (IFLA), la botsuaniana Kay Raseroka; el escritor Tomás Eloy Martínez; el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra; y el ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus, entre otros.
Entre las delegaciones más numerosas se encuentran, además de la de Argentina, la de China, Estados Unidos, Federación Rusa, Brasil, Canadá, Alemania, Gran Bretaña, Colombia, República Democrática Popular de Corea, Dinamarca, España, Francia, Noruega y Suecia. En tanto, entre otros oradores están la psicopedagoga Emilia Ferreiro; el director de la Biblioteca de Alejandría, Ismail Serageldin; el escritor Mempo Giardinelli; la presidenta del Comité Regional para América Latina del programa "Memoria del Mundo", la nicaragüense; y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.
El debate continuará hasta el 27 de agosto en los hoteles Hilton y Sheraton, en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca del Congreso.
Durante la jornada apertura, en la que no faltaron problemas de sonido, Aníbal Ibarra manifestó: "El sostenimiento de las bibliotecas como medio democratizador del saber es fundamental para la construcción de una sociedad más justa y más equitativa. Desde el Gobierno de la Ciudad sostenemos a las bibliotecas populares como un espacio que estimula, incentiva y fomenta el conocimiento. Y también como un espacio de convivencia, de diálogo, de encuentro y disfrute".
"Las políticas culturales son un aspecto estratégico en nuestro proyecto de construir entre todos, no meramente desde el Estado, una Ciudad integrada, dinámica, que potencie al máximo su creatividad y su diversidad. Dentro de esta concepción política, las bibliotecas ocupan un lugar central", agregó el jefe de Gobierno.
En este sentido, el legislador kirchnerista Milcíades Peña presentó un proyecto de ley para que se cree un Sistema Integrado de Bibliotecas de la Ciudad de Buenos Aires (SIBCBA). La iniciativa busca fortalecer la conectividad de las distintas instituciones porteñas, tanto públicas como privadas.
Para ello propone la formación de núcleos por zonas en los que se coordinen las políticas diagramadas a través de un consejo asesor ad honorem. Así se busca "la normalización, integración y estímulo con el propósito de hacer un uso racional y eficiente de los recursos humanos y materiales disponibles en el ámbito de las bibliotecas de la Ciudad para favorecer la extensión y calidad de los servicios".
Las bibliotecas adheridas deberán tener material bibliográfico seleccionado en función de los objetivos del sistema y en número proporcional al radio de acción o barrio a la que sirve; propender un servicio de prestación a domicilio; poseer una sala de lectura abierta al público no menos de veinte horas semanales y no menos de diez meses al año; y asimilar las colecciones de material bibliográficos y especialidades debidamente depuradas, a la organización técnica del SIBCBA en el término que establezca la reglamentación para cada caso.
Las bibliotecas que cumplan estos requisitos podrán acceder al asesoramiento técnico necesario, que se dictará a través de cursos; a prestamos interbibliotecarios y a subsidios o contribuciones por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En tanto, en el caso de las bibliotecas populares, éstas recibirán un subsidio mensual para garantizar su funcionamiento, que equivaldrá a tres sueldos mínimos de empleados de planta permanente de la Secretaría de Cultura; serán integradas a los programas culturales barriales del gobierno; tendrán garantizado el acceso a internet; y obtendrán becas para estudios y perfeccionamiento de personal.
Por último, la iniciativa de Peña deja planteada la necesidad de crear una Biblioteca Central de la Ciudad en la que se concentre el material de investigación que lleven a cabo las distintas instituciones barriales, para funcionar luego como centro de editor.