Esta experta en política latinoamericana, dedicada al estudio de los sistemas electorales en América latina, afirma que detrás del #8N hay ?cúmulo de descontentos derivados de fallas de gestión, producto de las consecuencias negativas de la imprevisión?. Y que el Gobierno ?no hizo más que alimentar la protesta al descalificarla? o, como lanzó Aníbal Fernández, conectarla con una ?protesta paga por la ultraderecha?.
?En lugar de imaginar conspiraciones que no existen, el Gobierno debería escuchar por qué una protesta virtual se traslada a las calles y tiene éxito, como sucedió con el 13S. Lo sensato, en lugar de desoírla, sería tratar de averiguar de qué se trata?, sostiene De Riz.
De Riz es doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad de París, y su director de tesis doctoral fue Alain Touraine. Durante su formación sociológica, en los años 60, fue asistente de Gino Germani, uno de los referentes más importantes de las ciencias sociales en la Argentina. Es autora de siete libros y en 1997 ganó el premio Konex en ciencia política.
?¿Qué significa el #8N?
?La gente tiene un cúmulo de descontentos derivados de un gobierno, cuya forma de gobernar genera mucha incertidumbre. La incertidumbre genera bronca, furia. Hay fallas claras de gestión, producto de las consecuencias que genera la imprevisión. Hay cortes de luz y la amenaza de una crisis en el sector porque la Argentina carece de una política energética para el largo plazo; en diez años, el Gobierno no fue capaz de desarrollar una política de transporte, por lo que el paro del Sarmiento tomó a la gente por sorpresa. Viajar todos los días es un infierno. Vivimos en un país que no paga la deuda, no recibe inversiones, carece de crédito internacional y por si fuera poco ahora carece también de dólares. La gente está enojada además por la inflación, la inseguridad, la corrupción, la polarización política o la re-reelección modificando la Constitución. La gente quiere que el Gobierno escuche y resuelva sus problemas. Por todo eso protesta, y no porque tenga una intención destituyente.
?Macri sumó su apoyo al #8N, ¿podrá capitalizarlo?
?La tarea de los políticos es encontrar un hilo conductor de todos estos descontentos, no estar protestando en la calle. No está mal que se manifiesten a favor o en contra de una marcha, pero levantar las banderas en las calles no es la tarea de un líder político. La gente necesita depositar en una coalición de gobierno o electoral sus esperanzas. Para eso están los políticos: para armar esas coaliciones. Y si el descontento es la inflación, la idea es ofrecer un programa alternativo de gobierno que solucione ese problema. Si es la corrupción, elaborar un esquema de controles para el Estado. El trabajo de los políticos opositores es traducir el descontento en un plan de gobierno.
?¿Cuál podría ser el futuro de los cacerolazos?
?Que la movilización se convierta en acción colectiva con un objetivo que perdure dependerá de que haya una conducción política que le dé sentido. Los partidos están para proponer a la sociedad alternativas innovadoras que den respuesta a los problemas que el Gobierno oculta.
?¿Qué puede pasar el 7D?
?El 7D pasó a engrosar el calendario bélico oficial y a ocupar el centro del debate político. Ese día la Presidenta quiere hacer tronar el escarmiento sobre la corporación mediática. Lo que aparece como una gesta por la soberanía mediática y genera un ruido que busca concentrar toda la energía del campo político y neutralizar los cacerolazos enmascara una táctica: la construcción de un proyecto de poder personalísimo. Esconde un proyecto conservador bajo una retórica progresista.
?Algunos en el Gobierno dicen que la Presidenta se juega la reelección en el 7D.
?El 7D alude al día del desembarco en Normandía. Es un concepto bélico, pero además es parte de una forma de hacer política donde se juega a todo o nada. Y gobernar bien no es a todo o nada. No hay dos bandos. Esto no es una guerra. La Presidenta siempre habla, en sus discursos, en tono de tragedia. Y la firmeza de su voz esconde la fragilidad de este modelo. Entre otras cosas, la sociedad también está cansada de un estilo de excesos, de tantas batallas.
?Es evidente que la Presidenta cree que los medios definen la marcha de la política, aunque no hay evidencias al respecto.
?No cabe duda de que Cristina Kirchner considera a los medios como un instrumento clave en la construcción de poder y les atribuye una enorme influencia sobre la sociedad. En la interpretación de sus funcionarios, los cacerolazos son instrumentos dóciles de las corporaciones mediáticas porque a través de ellos supuestamente la gente recibe una visión distorsionada de las maravillas de este gobierno. La realidad, en una democracia, es que si Clarín miente, como dice el Gobierno, la gente no lo comprará más. Pero lo que no puede suceder es que los diarios digan lo que al Gobierno se le dé la gana.
?Días pasados, el diputado porteño Andrés Larroque protagonizó un exabrupto en el Congreso, al hablar de ?narcosocialismo?, que enojó hasta a los diputados del oficialismo. ¿Forma parte de estilo excesivo del que habla?
?Es un despropósito que un diputado de la oposición acuse sin pruebas y sin una conversación previa a un gobierno local, cuando el narcotráfico es un problema federal. Hace diez años que no se habla de narcotráfico en la Argentina. Para que un diputado sostenga una acusación de ese calibre tiene que contar con pruebas muy concretas, y no con suposiciones. De lo contrario, no solo es un exceso. Es poco serio.